La formación humanista de Ernesto Ché Guevara

Noel W. Borrero Rodríguez

14 de junio del 2003, 75° aniversario del nacimiento del Che GuevaraChe Guevara 1928-1967

Si hay un héroe que ha sido admirado por las más jóvenes generaciones de cubanos a la misma altura de Antonio Maceo y de Martí ese es el Guerrillero Heroico. Su proverbial valentía en el combate, su honradez a toda prueba, pero sobre todo su humanismo han calado muy hondo en la conciencia de las generaciones de jóvenes de diversas partes del mundo. Las anécdotas, rodeadas del halo inevitable de la leyenda han dibujado un paradigma que a veces parece inalcanzable. ¿Cuánto de verdad ­­se oculta en el mar de recuerdos que la memoria popular atesora? Pero más importante que eso: ¿Cómo pudo un ser humano bordear los limites de la perfección humana que se le atribuye?

Por supuesto que el propio Che hubiera sido el primero en oponerse a esta imagen de sí mismo, sin embargo resulta evidente que en la formación de las nuevas generaciones es el paradigma que queremos seguir. Por ello resulta de suma importancia resolver la segunda pregunta que a su vez nos ayudará simultáneamente a esclarecer la verdad histórica de la leyenda y a perfeccionar la formación de las nuevas generaciones de revolucionarios.

Ernesto Guevara es hijo de una familia de clase media ­­­­­­de la Argentina de principios del siglo XX en la que los valores primordiales eran la unidad familiar, la honestidad y la solidaridad. Sobre esta base comienza a construirse la educación del joven Ernesto. Según cuenta su padre (Ernesto Guevara Lynch: Mi hijo el Ché) Ernestito supo ganarse la camaradería de los niños con los que compartió la infancia hasta el punto de que en los partidos de fútbol uno de sus amigos corría por el borde de la cancha con la medicina para el asma para mantenerla lo más cerca posible de las manos de Ernesto. El propio padre cuenta como en su presencia resultaba difícil bromear a costa de la familia pues Ernestito no admitía este tipo de broma a personas ajenas al seno familiar. Muy especialmente Ernestito prodigaba atenciones a su hermano Juan Martín, 15 años menor que él, en una relación que más que de hermanos semejaba la de un padre con su hijo.

Desde el punto de vista académico el futuro guerrillero recibió una formación que recuerda en cierta medida a la de los grandes humanistas del renacimiento por su carácter integral. Ya hicimos alusión a la practica deportiva del fútbol, sabemos además que practicó sistemáticamente el rugby, la natación, el alpinismo y las excursiones a campo traviesa. Al culminar el bachillerato su vocación se inclinaba al estudio de alguna ingeniería, por lo que con 17 años comenzó a trabajar en la Dirección Provincial de Viales de Córdoba alcanzando el reconocimiento de sus superiores por la seriedad en el trabajo. Es conocido que la agonía de su abuela paterna durante la cual el joven Ernesto permaneció a la cabecera de la anciana lo hizo cambiar de opinión sobre su futuro y decidirse por la carrera de medicina. Sin embargo recuerda el padre esto amplió el horizonte de sus estudios y era frecuente llegar a la casa de la calle Araoz # 2180, en Buenos Aires y encontrarlo discutiendo con sus compañeros de temas tan variados como Filosofía, Política hasta diversas materias de la medicina.

El padre recuerda que a los 20 años su hijo fue capaz de señalarle el papel de los Estados Unidos en la política mundial de entonces mostrando así un nivel de preparación superior al de su progenitor. Es curioso que en la preparación del joven Ernesto podamos encontrar desde estudios sobre la escritura (Grafología) que realizó de manera autodidacta hasta viajes en barco como parte de la tripulación cumpliendo el papel de enfermero de la misma, pasando por su especialización en problemas de alergias en la clínica del doctor Pisani.

Todos estos factores influyeron en la formación humanista del joven Ernesto, pero hay 2 elementos que a nuestro juicio fueron decisivos en la misma: el conocimiento de la realidad americana obtenido en sus viajes por nuestra América y la fuerza de voluntad que de manera conciente logró "... tallar con deleitación de artista" como les dice a sus padres en su famosa carta de despedida (Ernesto Ché Guevara: Escritos y discursos. Tomo 9).

Los viajes por nuestra América con su amigo Alberto Granado (ver al respecto Alberto Granado: Con la adarga al brazo, así como las cartas citadas por su padre en la obra mencionada más arriba) le abrieron el horizonte de la situación de nuestros pueblos en toda su amplitud, desde la insalubridad y falta de atención médicas crónicas hasta la dependencia política y económica del imperialismo norteamericano. Ello le llevará a buscar la solución de los problemas de salud de nuestros pueblos en una transformación radical de la sociedad latinoamericana, la cual solo era posible mediante el enfrentamiento al imperialismo y sus representantes latinoamericanos. En estos criterios influirá decisivamente su encuentro con Fidel Castro y su participación en la guerra de liberación de nuestro pueblo en la cual su formación humanista marco profundamente su forma de hacer la guerra. Ahí están las anécdotas de sus compañeros y las que el mismo recogiera en sus Pasajes de la guerra Revolucionaria entre las que podemos señalar por su carga humana El cachorro acecinado y la titulada El Patojo.

Sobre su voluntad de hierro no sabríamos decir en qué momento comenzó a entrenarla de manera consciente, pues recuerda el padre que siendo un infante de poco más de un año solía caerse en una pequeña zanja en los alrededores de la vivienda que la familia poseyó en la Provincia de Rosario debido a un error de calculo en el momento de saltarla; sin embargo no evitó nunca el reto hasta que finalmente logró vencer el obstáculo. Es inevitable recordar la anécdota en la que Fidel Castro recuerda al joven Ernesto Guevara intentando escalar una y otra vez el volcán Popocatépetl sin poder llegar nunca a la cima debido a su asma pero sin dejar de reintentarlo mientras estuvieron en México. Esta misma voluntad le permitió convertirse en el ejemplo de jefe justo que recuerdan Enrique Acevedo en su libro Descamisado y Julio Chaviano Fundora en La lucha en Las Villas. Esta misma voluntad le permitió sortear los diversos cargos en el gobierno revolucionario siendo un ejemplo en la lucha contra la corrupción y otras ilegalidades que tan normales parecían en la Cuba de entonces.

Luego del triunfo completó su formación con cursos de economía, matemáticas superiores y otras materias que le permitieron desempeñarse como Presidente del Banco Nacional, así como en el cargo de Ministro de Industrias, puesto desde el cual elaboró una original teoría económico-sociológica de la construcción del socialismo en las condiciones del Tercer Mundo (situación no prevista por Marx) a la que hoy se le reconocen méritos lamentablemente poco apreciados en los años 60. De hecho su pensamiento económico constituye una revolución en la teoría marxista poco conocida aun (Ver Carlos Tablada: El pensamiento económico del Che.)

A esta etapa pertenece su manual La Guerra de Guerrillas, en el que señala que el guerrillero sólo puede lograr éxito si atrae a la población civil de su lado mediante un derroche de cualidades humanistas. Recuerdo ahora que en cierta ocasión, casi al finalizar la guerra contra la dictadura de Batista, el capitán Julio Chaviano Fundora lo llama jocosamente ñángara (comunista en ciertas regiones de la Cuba de los 50) y el Guerrillero Heroico le contestó molesto que él no tenía méritos suficientes para considerarse comunista. Es a esa autoexigencia en búsqueda de lo mejor del ser humano que él convocaba en todo momento.

A grandes rasgos estos son los factores que incidieron en la formación de un hombre que adelantado a su tiempo semejaba a un ejemplo inimitable. Inimitable en las condiciones de una sociedad cuyo principal objetivo parece ser el envilecimiento del hombre, como lo reafirman hoy el neoliberalismo y demás ideologías burguesas. En contraste con esto la nueva sociedad que nuestro pueblo construye conscientemente engendra numerosos hombres y mujeres capaces de emular en preparación académica, Física, en voluntad, en convicciones revolucionarias, en una palabra: en humanismo, con el Guerrillero Heroico. Esto es el resultado lógico de la acción de todo un pueblo en la formación de las nuevas generaciones tomando como paradigma la figura de Ernesto Guevara.



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