En
la Hora del ALBA: Un Nuevo Amanecer para los Pueblos Latinoamericanos
y Caribeños
Angel
Luis Rivera Agosto
Rebelión
14
de enero del 2005
Comienza un nuevo año en nuestro continente latinoamericano
y caribeño. Con el nuevo año, podemos distinguir
un amanecer en relación a “otra integración
posible”. Luego de años de negociaciones del Área
de Libre Comercio (ALCA) y los Tratados de Libre Comercio entre
EE.UU. y las subregiones Centroamericana y Andina, respectivamente,
nuestros pueblos se han dado cuenta de la falta de futuro que
implican estas iniciativas de integración corporativista
y neoliberal. Al día de hoy, ningún economista,
sociólogo, político o activista social que se precie
de impulsar un trabajo serio en el continente, está avalando
esta avanzada propia del capitalismo cínico norteamericano.
De hecho, las voces a favor de estos tratados, salvo contadas
excepciones, pueden ser fácilmente deconstruidas en sus
intereses y convenientes miopías. Ahora bien, conviene
prestar atención a otro modelo que se viene gestando, desde
la resistencia y la propuesta, en el que se trae a colación
una integración mas amplia, mas solidaria y mas sensible
a lo que implica el doble interés de la soberanía
nacional y la cooperación internacional.
Tan reciente
como el 14 de diciembre del 2004, y en ocasión de la visita
del presidente de Venezuela Hugo Chávez a Cuba, los presidentes
de ambos países suscribieron sendos documentos que perfilan
la posibilidad de una forma alternativa a los proyectos de integración
económica auspiciados por los Estados Unidos, para dar
paso a una integración económica, política,
social y cultural alternativa de los pueblos de nuestra Patria
Grande. El primero de ellos se titula “Declaración
Conjunta” y establece las bases de la integración
de ambos pueblos, así como sus resonancias en todo el continente.
En el mismo, ambos pueblos subrayan que “el Área
de Libre Comercio para las Américas (ALCA) es la expresión
más acabada de los apetitos de dominación sobre
la región y que, de entrar en vigor, constituiría
una profundización del neoliberalismo y crearía
niveles de dependencia y subordinación sin precedentes.”
Asimismo, se señala que “los beneficios obtenidos
durante las últimas cinco décadas por las grandes
empresas transnacionales, el agotamiento del modelo de sustitución
de importaciones, la crisis de la deuda externa y, más
recientemente, la difusión de las políticas neoliberales,
con una mayor transnacionalización de las economías
latinoamericanas y caribeñas y con la proliferación
de negociaciones para la conclusión de acuerdos de libre
comercio de igual naturaleza que el ALCA, crean las bases que
distinguen el panorama de subordinación y retraso que hoy
sufre nuestra región.” Aquí llamamos la atención
en la intención de ambos países en profundizar la
crítica a los Tratados de Libre Comercio (TLCs) y al Área
de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Toda la crítica
acumulada desde los movimientos sociales y las luchas continentales
contra el ALCA queda adherida en un tratado que regulará
una amplia gama de temas y relaciones entre estos dos países.
Ya el segundo
documento nos introduce al Acuerdo, propiamente. Aquí,
ambos gobiernos han decidido dar pasos concretos hacia el proceso
de integración basada en los principios contenidos en la
Declaración Conjunta citada anteriormente, y pretenden
consolidar el proceso bolivariano y la particular lucha del pueblo
cubano, elaborando un plan estratégico para la complementación
productiva de ambos países sobre bases de racionalidad,
aprovechamiento de ventajas existentes en una y otra parte, ahorro
de recursos, ampliación del empleo útil, acceso
a mercados y otras consideraciones, anclada en la solidaridad
entre ambos pueblos. Aquí el modelo es lo que mas nos llama
la atención. Uno de los elementos que más llaman
la atención es el de “intercambio”: intercambio
de paquetes tecnológicos, educación, salud y productos
energéticos, entre otros. Otro elemento es el del “interés
mutuo”: muchas de las cláusulas del convenio hablan
sobre el hecho de que el interés de ambos países
se respete en una base equitativa de diálogo y entendimiento.
Llama la atención el diseño de ejecución
de inversiones de interés mutuo en iguales condiciones
que las realizadas por entidades nacionales en la forma de empresas
mixtas, producciones cooperadas, proyectos de administración
conjunta y otras modalidades de asociación que decidan
establecer ambos países o la apertura de subsidiarias de
bancos de propiedad estatal de un país en el territorio
nacional del otro. También se establecen acuerdos de cooperación
en el desarrollo de planes culturales conjuntos, tomando en consideración
las identidades de ambos. Aún más: el acuerdo contempla
la posibilidad de asimetrías entre ambos países
y concuerdan en hacer los balances necesarios para que ambos países
puedan beneficiarse en igualdad de condiciones, compensando las
mismas con ajustes especiales contenidos en el acuerdo. Otro elemento
muy interesante es la inclusión de implicaciones hacia
terceros países en renglones como la erradicación
del analfabetismo y la atención a la salud y la capacidad
de identificar los aportes específicos de cada país
en su interés de aportar y consolidar dicho pacto bi-nacional.
Hay que ver
el surgimiento de este tratado en el momento histórico-político
del continente. En el mismo último mes del 2004, los líderes
y representantes de 12 países de América del Sur
constituyen en Cuzco, Perú, la Comunidad Sudamericana de
Naciones, el tercer bloque latinoamericano de integración
política y comercial. Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay,
Bolivia, Ecuador, Colombia, Perú, Venezuela, Chile, Guayana
y Surinam, suscribieron la "Declaración de Cuzco",
como documento que plasma en blanco y negro esta nueva agrupación.
Dicho documento tiene entre sus prioridades la conformación
de un bloque regional integrado físicamente a través
de obras de infraestructura básicas, el desarrollo y explotación
de los recursos naturales, energéticos y las comunicaciones.
Un capítulo del documento que sugiere el amparo de la iniciativa
“ALBA” es el que impulsa la Integración de
la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA). En el mismo,
las naciones suscribientes exploran la integración física,
energética y de comunicaciones en Sudamérica sobre
la base de la profundización de las experiencias bilaterales,
regionales y subregionales existentes, con la consideración
de mecanismos financieros innovadores y las propuestas sectoriales
en curso que permitan una mejor realización de inversiones
en infraestructura física para la región. En ese
sentido, llama la atención la mención que hacen
en torno a la armonización de políticas que promuevan
el desarrollo rural y agroalimentario, la transferencia de tecnología
y de cooperación horizontal en todos los ámbitos
de la ciencia, educación y cultura así como la creciente
interacción entre las empresas y la sociedad civil en la
dinámica de integración de este espacio sudamericano,
teniendo en cuenta la responsabilidad social empresarial.
Quizás sucede como en las horas tempranas del alba. En
este momento no podemos distinguir a ciencia cierta los alcances
del acuerdo entre Venezuela y Cuba, así como las implicaciones
de la Declaración de Cuzco y el establecimiento de la Comunidad
Sudamericana de Naciones en tiempos de las feroces negociaciones
de los TLCs en Centroamérica y el Pacto Andino. Como movimientos
sociales y participantes de la sociedad civil latinoamericana
y caribeña, estamos llamados y llamadas a mantener nuestros
oídos en tierra, para ver las implicaciones a corto, mediano
y largo alcance sobre estos dos sucesos continentales. Por el
momento nos atrevemos a anticipar la posibilidad de nuevos tiempos
en la integración latinoamericana y caribeña. Ambos
textos nos hablan de otra integración posible, más
horizontal, con mayor ingrediente de verdadero diálogo
y cooperación. En fin, se trata del hallazgo, en su lectura,
de otro lenguaje que no vemos en el ALCA ni en los TLCs. El desafío
es a constituirnos en ejes propositivos para adelantar en la práctica
lo que parece bueno en la teoría.
El autor es abogado puertorriqueño y ministro evangélico.
Coordina el Programa de Fe, Economía y Sociedad del Consejo
Latinoamericano de Iglesias (CLAI).
Permitida
la reproducción parcial o total siempre y cuando se
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