La rendición incondicional
Álvaro Montero Mejía
Alainet.org
30 de julio 2009
Señor presidente Oscar Arias:
De nuevo me dirijo a Usted a fin de comentar sus opiniones y propuestas sobre el drama que vive el hermano pueblo de Honduras. Hace ya varios días, usted lanzó una propuesta a la que llamó el "ACUERDO DE SAN JOSÉ" y que supuestamente está orientado a cumplir la labor de mediación a la que usted mismo se propusiera, desde el momento en que el Presidente Zelaya fuera lanzado por sus captores en el aeropuerto internacional Juan Santamaría, de Costa Rica.
En el caso que nos ocupa, su papel de mediador no podía ser concebido como un ejercicio de neutralidad, en el que se ponían en la balanza, con iguales pesos, razones o autoridad moral, de un lado al Presidente Zelaya y los miembros de su gobierno y del otro a los golpistas. Parece inútil recordarle que, por unanimidad, todos los países del continente representados en la OEA, las naciones del mundo reunidas en la ONU, junto a la conciencia democrática universal, condenaron a los golpistas y exigieron la inmediata restitución del Presidente depuesto.
Ustedes se sumó a ese clamor, y sólo era concebible su insistencia en mediar, acompañada de la buena fe que procuraba evitar los más que justificados actos de resistencia y rebelión del pueblo hondureño, a fin de restituir la democracia conculcada. Pero tal parece que no fue así. Usted quiso mediar a fin de hacer posible eso que sabiamente el pueblo de Costa Rica llama "compadre hablao", es decir, ayudarles a los golpistas a salirse con la suya, de lo que estaba bien sabido. A las pruebas me remito.
Hago un paréntesis. Probablemente usted se haya enterado, alguna vez, que al ingresar las tropas soviéticas a Berlín, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, el mariscal Yukov dejó perfectamente claro que sus tropas exigían una rendición incondicional del ejército nazi. Eso ocurrió, porque con antelación a la victoria indiscutible del Ejército Rojo, la diplomacia hitleriana había buscado con ahínco, entre los altos mandos políticos y militares de Inglaterra y los Estados Unidos, una capitulación condicionada. Lo anterior, es sólo un ejemplo de cómo una capitulación sin condiciones sólo se le puede exigir al agresor, no al agredido; al golpista y no al gobernante legítimo. También recuerdo, siendo joven, que los bandoleros y criminales al servicio de Batista quisieron dejar un presidente títere, mientras ellos huían. Frente a esto, Fidel expresó: "intentan escamotearle el triunfo a la Revolución", y marchó resueltamente hacia La Habana para hacerse cargo del gobierno. Es la vieja táctica de confundir, de ganar tiempo, de arrebatarles derechos y libertades a los pueblos.
El hecho es que los golpistas, atrincherados en una auténtica institucionalidad golpista: Asamblea Legislativa, Corte Suprema de Justicia, Tribunal Electoral, Fiscalía y Ejército, depusieron al Presidente Constitucional de Honduras, convirtiendo en bodoques de papel, entre muchos otros, los artículos 59, 68, 69,71, 72,76, 182, 187, 205, 241, 272, 277, 278, 319, 323 que, si usted tuviera un verdadero interés en mediar, hace rato habría leído y estudiado, simplemente para confirmar lo que expresó, a duras penas al comienzo: que Manuel Zelaya era el gobernante legítimo de Honduras y que su regreso al país, sin condiciones de ninguna naturaleza, era el requisito fundamental para la paz en ese hermano país.
Pero veamos su propuesta. Ella ha sido acogida con entusiasmo por los golpistas y la han hecho objeto de toda clase de halagos y ahora, hasta se la trasladan a la misma Asamblea Legislativa que consagró la expulsión y la destitución de Zelaya, la misma que nombró al títere que lo sustituye en calidad de "Presidente", eufemísticamente denominado por CNN como "Presidente Interino", para que nombre una comisión y así continuar a la espera del reconocimiento y la bendición que todos sabemos.
Usted comienza colocando a ambos, a los gobernantes legítimos y a los golpistas, "bajo el amparo de nuestra Constitución y las leyes de nuestra República y la plena vigencia del estado de derecho". O sea, que en Honduras no ha ocurrido nada. Basta simplemente con reconocer que la institucionalidad sigue vigente y que allí están, para dicha de todos, la Constitución, las leyes y el estado de derecho. Pero usted va más allá en su intento de consagrar el golpe, pues aunque Zelaya regrese a Honduras, no sería el conductor de su propio gobierno, puesto que Usted se encarga de imponerle otro; ese que llama en su propuesta, "Un Gobierno de Unidad y Reconciliación nacional" y hasta se atreve a definirle el gabinete, pues usted propone que este gobierno esté "integrado por representantes de los diversos partidos políticos, reconocidos por su capacidad... etc.". Es decir, don Óscar Arias, que usted no solamente se niega a reconocer la naturaleza de los golpistas, enquistados en toda la institucionalidad espuria que fraguó el golpe, sino que termina dándoles el gobierno y convirtiendo a Zelaya en una marioneta.
Usted no se detiene. Para ustedes el parlamento hondureño, el de la carta falsa con la falsa renuncia de Zelaya, el que después de haber sido violentamente despojado de sus atributos presidenciales y de su envío a Costa Rica, legitima el golpe y proclama al sucesor golpista, el que aprueba el atropello y el ultraje, la violación del domicilio y la expulsión del país del presidente constitucional de Honduras, es el mismo órgano al que usted coloca en un sitial, cuando propone solicitarle "al Congreso Nacional la declaratoria de una amnistía general, exclusivamente para los delitos políticos cometidos con ocasión de este conflicto, antes y después del 28 de junio 2009 y hasta la firma de este acuerdo". Ahora resulta que son los verdugos los que decretan amnistías y mañosamente, mete a Zelaya entre los amnistiados, con lo que de antemano lo declara delincuente.
Después viene lo mejor, como en un “crescendo wagneriano”, que quizá Usted recuerde de muchacho, y obliga a Zelaya, como si no fuera eso lo que aterroriza a los golpistas, a abstenerse "de hacer llamamientos a la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente, de modo directo o indirecto, y renunciando también a promover o apoyar cualquier consulta popular con el fin de reformar La Constitución para permitir la reelección presidencial, modificar la forma de gobierno o contravenir cualquiera de los artículos irreformables de nuestra carta fundamental". Semejante propuesta resulta, además de antijurídica, aberrante. Por esa vía, Honduras se convierte en el único pueblo del mundo que no puede ser consultado para definir su destino. En dos palabras, los hondureños no tienen, ni tendrá nunca, derecho a decidir en qué clase de país quieren vivir, qué entienden por justicia y qué camino eligen para vivir en democracia. Porque resulta que no pueden ser consultados ni puede nombrar, según los golpistas y según Óscar Arias, una Asamblea Nacional Constituyente que comience a limpiar, paso a paso y por vía pacífica, uno de los sistemas políticos y sociales más corruptos y desiguales del continente.
¿Y el ejército? bien, gracias. El ejecutor material del golpe y factor decisivo del ultraje y la expulsión de Zelaya, actor directo de la represión y el asesinato de ciudadanos, controlador del orden público y la vida civil en nombre de los golpistas queda, en la propuesta suya, Dr. Arias, absolutamente impune y es elevado, óigase bien, al rango de guardián de la pureza electoral. "Las fuerzas armadas, dice el documento de Arias, quedan a disposición del Tribunal Supremo Electoral ... a efecto de garantizar el libre ejercicio del sufragio, la custodia, transporte y vigilancia de los materiales electorales y demás aspectos de la seguridad del proceso." Da risa, pero es en serio.
Como dice el viejo adagio: "hecha la ley, hecha la trampa". Restituida plenamente la institucionalidad golpista, nombrado un nuevo gobierno “De Unidad y Reconciliación Nacional”, llamada la Asamblea Legislativa para que dicte la amnistía e "instado" el llamado Tribunal Supremo Electoral para qué "considere el adelantamiento de las elecciones nacionales convocadas para el 29 de noviembre 2009, al 28 de octubre de 1009", las cosas quedan como un triunfo golpista en toda la línea: 1.- Zelaya deja de gobernar, 2- Se impide, para siempre, la consulta al soberano o la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, preocupación central de los golpistas, 3- Se restituye integralmente la legitimidad de los órganos institucionales golpistas, 4- Se adelantan las elecciones y se coloca al ejército como su custodio y garante, 5- El pueblo hondureño, manso y obediente, es llamado a que "participe pacíficamente... y evite todo tipo de manifestaciones que se opongan a las elecciones hubo a su resultado, o promueva la insurrección, la conducta antijurídica, la desobediencia civil u otros actos... "
Esta es, don Óscar Arias, la síntesis de su propuesta. De este modo, queda absolutamente en evidencia que usted no es un mediador sino un enemigo del pueblo hondureño, de sus derechos fundamentales a forjar, por sí mismo y sin injerencias externas, el destino que merece. Usted es un enemigo de sus legítimas aspiraciones a vivir en paz, en un país mejor y más justo. Usted, como se desprende de manera inobjetable de sus palabras y sus propuestas, es un aliado seguro de los golpistas y por ende, un aliado de los eternos aliados de todos los golpistas y enemigos de los pueblos.
Pero como lo hemos reiterado en varias ocasiones, de aquí en adelante el pueblo hondureño no será el mismo. Esta lucha en que está inmerso lo hará más consciente, más firme, más valiente y más inteligente y sabrá eludir, con absoluta determinación, los cantos de sirena de los "mediadores" como usted.
Atentamente
Álvaro Montero Mejía
Ex diputado y ex candidato presidencial.
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