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Un escudo de papel

Álvaro Montero Mejía

Los pobres de la tierra.org

Febrero 2009

 

Queridos amigos y amigas de la Hora del Silencio:

El gobierno de los hermanos Arias, ha presentado su plan contra la crisis al que ha denominado "Plan Escudo". Con ese nombre pretenden resolver, de manera puramente retórica, lo que han sido absolutamente incapaces de resolver en la vida. En efecto, el único escudo que tienen los pueblos contra las crisis de cualquier naturaleza, son la unidad nacional y un gobierno por entero al servicio de esa unidad. En nuestro caso, sería un gobierno al servicio de los trabajadores manuales e intelectuales, de los profesionales y técnicos, de los obreros y los agricultores, de las juventudes, de las comunidades y las familias humildes, en fin, un gobierno al servicio de las clases medias y del empresariado patriótico.

Pero este gobierno, puso todo su empeño en dividir y fracturar a las grandes mayorías nacionales y se colocó incondicionalmente del lado de las clases más pudientes y aliadas del capital internacional, de los banqueros y los grandes beneficiados con el comercio internacional, se colocó del lado de las corporaciones transnacionales y las inversiones de rapiña tales como los megaproyectos turísticos, la minería a cielo abierto y los compradores del patrimonio y las instituciones rentables, como el ICE y el INS, propiedad del pueblo costarricense.

Con su propuesta, impulsada a rajatabla, del tratado de libre comercio con los Estados Unidos, Arias dividió a nuestro pueblo como no lo había hecho ningún gobernante desde el comienzo de la República. Desde el inicio, sujetó a su control a todos los poderes del Estado y utilizó todas las malas artes concebibles para persuadir a las grandes mayorías, demagogia y terror incluidos, de que el futuro promisorio estaba fundado en el libre comercio, en una alianza indisoluble con el gran capital estadounidense y que esa alianza nos depararía progreso, bienestar y “Trabajo para Los Costarricenses”.

Ahora el gobierno juega de realista e incluso, para lavarse las manos, expresa textualmente: "nosotros no originamos esta crisis, la originaron los países más poderosos del mundo". Pero esta es una verdad a medias, porque las crisis no se dan en el vacío. Si bien es cierto que la crisis financiera y productiva contemporánea, tiene su origen en la irrefrenable codicia de los intermediarios financieros, los fabricantes de armamentos, la mafia petrolera y los especuladores bursátiles en los Estados Unidos, ella nos afecta en gran medida, porque encontraron en Costa Rica un terreno fértil para sembrar sus propuestas económicas e inducirnos a ser parte de los métodos y procedimientos que, sin ningún tipo de controles, encontraron las puertas abiertas en nuestro pequeño país. Aquí no hubo escudos, ni barreras, ni planes integrales para defender a los agricultores y propiciar una auténtica soberanía alimentaria, ni políticas productivas orientadas a la ampliación y defensa del mercado interno, ni resguardo de nuestros haberes institucionales, ni protección de los mares, ni defensa de la biodiversidad, ni escudo que nos defendiera de la ofensiva anexionista del TLC. Fue todo lo contrario. Durante los últimos gobiernos los ricos se han hecho más ricos y la clase media corre el riesgo de desaparecer. Durante los últimos gobiernos y en particular durante este de los hermanos Arias, no se ha hablado de escudos para defender al empresariado nacional patriótico, ese que vive básicamente en función del mercado interno y que este gobierno le ha hecho perder los arrestos indispensables para ser un pilar económico en la construcción nacional.

Así las cosas, constituye una auténtica desfachatez, montar un escenario de circo y meter en él a tantos figurones institucionales y algunos otros políticos obsecuentes sin valor ni sentido de la dignidad y meterlos a todos en un saco y luego sacar un conjunto de acciones ya en curso, que no tienen nada de heroicas ni de emergentes. Es así como nos habla de los CEN-CINAI, sometidos desde hace años al mayor abandono, de las loncheras milagrosas con "comida nutritiva por el fin de semana", del irrisorio aumento del bono de vivienda, de la ridícula y temporal disminución de intereses de los préstamos de vivienda y que conste que se trata solamente de los bancos del Estado.


A ese desmembrado plan el gobierno agrega, sin inmutarse, una supuesta "solidaridad" de las empresas con sus trabajadores, porque "se comprometen a reducir el número de horas elaboradas por sus empleados, sin reducir el valor de la hora que se le paga el trabajador". Aquí, por supuesto, no podemos poner entre comillas la desvergüenza del auditorio variopinto que le aplaudió a Arias semejante hazaña. En efecto, podríamos continuar reseñando ideas tan “brillantes” como esta, que incluye una que llama "dar seguridad jurídica al régimen de zonas francas en Costa Rica" ¡Como si no les bastaran las seguridades del TLC! Pero como dice nuestra gente, el alacrán trae el veneno en la cola y no podemos evitar señalarlo. Al puro final, como para jugar de honrado y decir después que ya lo dijo, Arias señala: "hemos tramitado con el Banco Interamericano de Desarrollo un préstamo por $500 millones (o sea, 280 mil millones de colones, AMM) para fortalecer al Banco Central en su capacidad de respaldar a los bancos nacionales". Quedan avisados los costarricenses. El gobierno está planeando, al mejor estilo del "salvataje" financiero en EEUU, llenarles las arcas a los bancos privados a fin de que, pobrecillos, sufran menos los efectos de la crisis.

En esto paró el supuesto "Plan Escudo". "Escudo de Papel" para los trabajadores, los agricultores, las clases medias y los empresarios nacionales y "Escudo de Oro" para las corporaciones y los banqueros.


Escudo, queridos compañeros y compañeras, es defender la Patria de la invasión de las corporaciones, defenderla del capitalismo salvaje, de los monopolizadores de medicinas y patentes; escudo es defenderla de los depredadores de los mares, de los invasores y destructores de bosques y playas, de los ladrones del INS y las telecomunicaciones, de los destructores de la Caja de Seguro, de los mercaderes de puertos y aeropuertos y de estos mismos gobernantes, que sólo saben pensar en pequeño, pues no tienen fe ni confianza en la formidable potencia constructora de nuestro pueblo.

Leído a la calle, frente a la casa de Arias, el lunes dos de febrero de 2009 a las 8 p.m.

 

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