Uribe
va por la guerra
Heinz
Dieterich
Rebelión
23
de enero del 2005
1. El gobierno venezolano ha manejado el secuestro de Rodrigo
Granda sobre la hipótesis de que el Presidente Álvaro
Uribe no estaba involucrado en el crimen. Razones de Estado y
de alta diplomacia aconsejaron tomar esa postura. Sin embargo,
las recientes declaraciones del gobierno colombiano y sus mentores
políticos en Washington han dejado claro que esa hipótesis
de trabajo ya es obsoleta. Una hipótesis que explicaría
mejor el plan del Presidente colombiano y que representaría
adecuadamente el nivel informativo actual, es la siguiente.
2. El secuestro
no fue un evento fortuito o de funcionarios de segundo nivel o
de corrupción mercantil, sino una operación de Washington
ejecutada por Uribe, con un propósito táctico y
otro estratégico: 1. el objetivo táctico consiste
en crear las condiciones para la ruptura de las relaciones diplomáticas
con Venezuela; 2. el objetivo estratégico consiste en el
aislamiento y la destrucción de la Revolución bolivariana
desde la Organización de Estados Americanos (OEA). El plan
de operaciones prevé cuatro etapas secuenciadas.
3. La logística
del secuestro revela que se trata de una operación largamente
planeada que fue organizada sobre un seguimiento prolongado de
los pasos de Rodrigo Granda. Por lo mismo, la detención
se podría haber hecho en la misma Colombia o en el Foro
Social Mundial (FSM) de Porto Alegre, al cual el dirigente colombiano
seguramente hubiera asistido. Sin embargo, Washington decidió
llevarla a cabo en Caracas, dentro del contexto de dos eventos
internacionales de la política venezolana, a fin de utilizarlo
como detonador inicial de una cadena de reacción destinada
a destruir el proyecto bolivariano.
4. Para lograr
su objetivo táctico, Washington y su empleado colombiano
están montando ---sobre el hecho criminal inicial--- una
campaña de mentiras mediáticas a nivel mundial,
que abarcan desde la falta de libertad de prensa y de respeto
a la propiedad privada, hasta el apoyo a “grupos terroristas”
como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la
“subversión de gobiernos democráticamente
electos”, el insuficiente combate al “terrorismo y
narcotráfico” y la “alianza militar estratégica”
con Rusia.
En este momento,
las mentiras principales son, en boca de la canciller colombiana
Carolina del Barco, que el gobierno de Hugo Chávez “cobija”
a jefes de las FARC dentro de Venezuela, que permite que las FARC
“monten campamentos en la frontera” y que hagan operaciones
militares “desde territorio venezolano”.
El Colegio
de Propaganda Fide de Washington, que se encarga de divulgar las
mentiras de la nueva campaña, ya está trabajando
a marchas forzadas, poniendo en funcionamiento sus cajas de resonancia:
dentro de Venezuela y Colombia los partidos y medios de la oligarquía
y afuera los Mickey Mouse Media (MMM) de Estados Unidos, encabezados
por las televisoras CNN y el Washington Post, meticulosamente
coreografiados con la amenazante Condoleeza Rice en el Senado
estadounidense ---donde repitió las tonterías ideológicas
de Woodrow Wilson de hace noventa años para justificar
la agresión imperialista de hoy--- el embajador de Washington
en Bogotá y un grupo de Rambos de la “contra”
y de los escuálidos, en Miami.
En una de
esas operaciones planeadas para el futuro, denominada "Operación
Colibrí", se empezaría a hacer "flotar"
videos adulterados; transcripciones de supuestas conversaciones
telefónicas del Presidente Hugo Chávez con Fidel
Castro y las FARC; detener a supuestos terroristas islámicos
“apoyados” por Hugo Chávez y se reflotarían
las terribles maquinaciones del artículo de U.S. News and
World Report, "El terror cerca de casa" (Terror Close
to Home), escrito por la jefa de la sección de América
Latina, Linda Robinson, reseñado en mi artículo
en rebelion.org, el 2 de noviembre del 2003.
5. El actual
aprovechamiento propagandístico del secuestro, que se realiza
sobre el intento de confundir los agredidos con los agresores,
es el preludio para un conflicto armado (limitado) que Uribe lanzará
en la frontera, a fin de crear el pretexto internacional para
poner a sus fuerzas armadas en estado de “alerta roja”
y romper las relaciones diplomáticas con Caracas.
6. Los escenarios
que se escojan para tal fin pueden ser varios. Cuatro son los
más probables: a) que unidades paramilitares o fuerzas
especiales del ejército colombiano se disfracen como miembros
de las FARC y ataquen a blancos dentro de Venezuela, para “vengar”
el secuestro de Rodrigo Granda, motivando una reacción
militar local venezolana; b) que fuerzas paramilitares o regulares
disfrazadas de paramilitares lleven a cabo esa operación
para destruir las supuestas “bases” de las FARC en
Venezuela; c) el secuestro de personajes en Venezuela ó,
una combinación de esos escenarios.
Un quinto
escenario posible es una variación del incidente del “Caldas”
de 1987, cuando un barco de guerra colombiano entró en
aguas territoriales venezolanas, en medio del diferendo marítimo
de delimitación de aguas marinas y submarinas del Golfo
de Venezuela, como una demostración de que esas eran aguas
colombianas.
7. El peligro
de guerra entre Colombia y Venezuela daría motivo para
convocar a una sesión de emergencia de la OEA, en la cual
se tratara de aislar a Venezuela, aplicándole la Carta
Democrática Interamericana (CDI) y demás arsenal
legalista-injerencista de la OEA, así como de sanciones
económicas. Este es el plan real de Uribe-Bush que tuvo
su primer paso en el secuestro de Rodrigo Granda.
8. Las fechas
que manejan los organizadores colombo-estadounidenses de la conspiración
para ejecutar la provocación, giran en torno al 28 de enero
y la semana del 1 al 5 de febrero. Las acciones externas irían
acompañadas por una movilización del “frente
interno” de la contrarrevolución, a través
de la movilización de grupos de personas de la economía
informal, que reclaman terrenos, trabajo y vivienda, a cuyas demandas
los gobernantes locales o ministros no han dado respuestas eficientes.
9. El descarado
apoyo intervencionista del embajador estadounidense en Colombia,
William Word, ex asistente especial en la Oficina de Asuntos Político-Militares
del Departamento de Estado; la afirmación de la canciller
colombiana, de que a Uribe no le preocupa un agravamiento de las
tensiones con Venezuela y el brusco rechazo de éste a la
mediación ofrecida personalmente por el presidente brasileño
Lula da Silva, aportan evidencia empírica adicional sobre
la veracidad de la hipótesis.
10. Uribe
no tiene el menor interés de arreglar el problema del secuestro
conforme a ley y por la vía institucional bilateral, porque
todo arreglo de este tipo lo pondría en conflicto con sus
amos en Washington. Tanto por convicción propia como por
dependencia extrema, tratará de violentar el problema aún
más, hasta llegar al punto de inflexión, tal como
hizo Bush con la mentira de las Armas de Destrucción Masiva
de Irak en el Consejo de Seguridad de la ONU.
11. A Uribe
no le importa, que el plan que ejecuta costará sangre y
atenta contra la democracia latinoamericana y su Estado de Derecho,
porque es un sujeto sin ética rodeado de altos funcionarios
de dudosa probidad ética. Identificado en 1991 por la inteligencia
militar estadounidense (Defense Intelligence Agency) como amigo
personal del capo del narcotráfico más poderoso
de aquella época, Pablo Escobar, y vinculado al cártel
de Medellín, tiene como mano derecha a un Ministro de Defensa,
ex Vicepresidente del Consejo Empresario de América Latina
(CEAL), que es co-responsable de los múltiples crímenes
de lesa humanidad cometidos por sus Fuerzas Armadas, dentro de
Colombia, a quién se le ha comprobado una relación
conyugal con una traficante de heroína encarcelada, y un
comandante de la Policía Nacional, el General Jorge García,
que ha mentido repetidas veces públicamente en el caso
de Rodrigo Granda.
12. El conflicto
entre Uribe-Bush y las fuerzas democráticas de América
es de trascendental importancia para el futuro de la región,
porque es el choque antagónico entre la Doctrina Monroe
y el derecho a la autodeterminación de los pueblos latinoamericanos,
pisoteado durante doscientos años por Estados Unidos. Al
colocarse Uribe del lado del intervencionismo estadounidense y
del intento, de instalar en América Latina un régimen
de Estados terroristas y gangsteriles, se ha convertido, sin duda,
en el enemigo público número uno de los pueblos,
de la democracia y de la integración bolivariana de la
Patria Grande.
13. Su maniobra,
sin embargo, es arriesgada y puede convertirse en una derrota
política decisiva para él y su proyecto neocolonial-terrorista,
el Plan Colombia, si las fuerzas democráticas de la región,
tanto estatales, como partidistas y de la sociedad civil, sabrán
cobrarle el costo político de su crimen de Estado. Derrotar
a Uribe no sólo significa devolverle la paz al espacio
andino, fortalecer a los Estados democráticos y favorecer
las condiciones de integración del Bloque Regional de Poder
Latinoamericano, sino también, abrir las puertas a una
solución negociada dentro de la misma Colombia.
El papel de
Brasil, Argentina y Uruguay dentro de esta coyuntura es fundamental.
Si Brasil, Argentina y Uruguay defienden los preceptos y el sistema
del Estado de Derecho latinoamericano, así como las soberanías
nacionales, y el Estado venezolano sigue actuando con madurez,
Bush y Uribe no lograrán su objetivo.
Ante esta
situación, no hay lugar para errores que debiliten la unión
de las fuerzas democráticas antiterroristas del Continente.
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