“El hombre nuevo no es nunca un ser humano acabado”

(Diálogo con Aleida Guevara March)

Néstor Kohan (*)

14 de junio del 2003, 75° aniversario del nacimiento del Che Guevara


Ellos lo adoptaron como guía. Cada uno con su historia a
cuestas. Cada una desde un ángulo diferente. Algunos pintaban en las paredes
“Patria o muerte”. Otros, en cambio, “A vencer o morir por la
Argentina”. Pero todos y todas, a pesar de los matices, más allá de las
discrepancias, tenían algo en común: el amor por el Che Guevara.

El Che encarnó el sueño colectivo de una sociedad mejor y de una
revolución en la que creyeron y por la que lucharon nuestros 30.000
compañeros desparecidos. Y no sólo ellos, los que ya no están pero, tercamente,
siguen estando. También aquellos que lograron sobrevivir a la dictadura
de 1976, desde el exilio externo o la resistencia interna. Y las nuevas
generaciones, que no vivieron en aquella época pero comienzan a
conocerlo hoy con renovadas esperanzas y con nuevos proyectos de cambios
radicales. Gente joven que ya no confía en los políticos del sistema, en los
militares cuyos prolijos uniformes están manchados de sangre, en los
comunicólogos del poder ni en los empresarios que hundieron al país.
Nuevas camadas que ya no toman en serio a los antiguos militantes de
aquellos años que se han quebrado, que se han pinchado, que se han cansado y
que terminaron rindiéndose a la tristeza de una vida mediocre y
rutinaria.

El Che Guevara, maestro y hermano mayor de nuestros compañeros
desaparecidos, tenía en mente regresar a la Argentina. Desde el primer momento
de la revolución cubana. Ese era su proyecto estratégico dentro del
cual se inscribe la experiencia insurgente de Bolivia, como parte de la
revolución continental. No pudo concretarlo físicamente, pero de todas
formas llegó a su destino. Su impacto, su influencia, el eco de su
pensamiento, su ejemplo y sus ideas se prolongaron y se siguen prolongando en
su tierra natal. Fundamentalmente en esta época, cuando el
neoliberalismo ingresa en su crisis terminal y nuevas oleadas de jóvenes, de la
mano de la rebelión popular del 19 y 20 de diciembre de 2001, se acercan a
la política con los ojos bien abiertos y en busca de un nuevo proyecto
de vida.

Para encontrarse precisamente con esos jóvenes, con esos miles y miles
de jóvenes que hace menos de un mes lo recibieron a Fidel con un
entusiasmo que hacía tiempo no se veía, Aleida Guevara March, la hija del
Che, ha venido a la Argentina.

Pero Aleida - Aliucha, como le decía su papá - no es sólo la hija del
Che Guevara. Esta compañera cubana que tiene dos hijas - una de 13 y
otra de 14 años - es médica, especializada en alergia en pediatría, aunque
durante diez años ha sido pediatra general.

Tampoco es únicamente médica. Además, es una internacionalista que
participó un año (1983-1984) del proceso político que se abrió en Nicaragua
con el triunfo de la revolución que derrocó a Somoza y estuvo dos años
en Angola (1986-1988), durante la época de la guerra contra los
racistas sudafricanos del apartheid.

Como cubana, como médica, como internacionalista y también como hija
del Che, Aleida Guevara March clausuró junto a Hebe de Bonafini y las
Madres de Plaza de Mayo las Jornadas “Che Guevara para el siglo XXI” que
acaban de concluir en la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo.

Todavía nos duelen los ojos por todo lo que lloramos con la emoción de
ver a esas madres endurecidas por la historia argentina rodear,
abrazar, besar y regalarle flores con devoción a la hija de quien fuera el
maestro de sus hijos desaparecidos. Aquel mismo que les enseñó (y que nos
enseña) que “en una revolución se triunfa o se muere, si es verdadera”.
Aquel mismo que les dijo (y que nos dice), con una voz serena, pero que
llegó a miles de odios receptivos: “las burguesías autóctonas han
perdido toda su capacidad de oposición al imperialismo –si alguna vez la
tuvieron- y sólo forman su furgón de cola. No hay más cambios que hacer; o
revolución socialista o caricatura de revolución”.

El siguiente diálogo tuvo lugar en la mañana de ese mismo día (el 19 de
junio) en que Aliucha fue recibida como una nueva hija y como una
hermana en la Universidad Popular de las Madres.

Néstor Kohan: Actualmente, el movimiento mundial contra la
globalización capitalista reclama “otro mundo es posible”. ¿Qué tiene que ver el
Che Guevara con ese “otro mundo posible”?

Aleida Guevara March: ¡Mucho! La cuestión no reside en hacer lo que
alguien hizo en una época determinada y en un momento determinado sino en
tener esa posibilidad. Hay otra forma de llegar a los cambios. Es como
si tú dijeras: “hay varias vías de cambio. El Che tomó por una”. Hasta
ahora –desgraciadamente- es la única que tiene mayor efectividad. Digo
“desgraciadamente” porque la guerra siempre es cruel para cualquier
persona pero, en definitiva, a veces, no nos queda otra alternativa.

A mí me pasó una cosa muy importante. Un día llegué a Brasil. Conocí al
Movimiento Sin Tierra (MST) y vi la pobreza que existe en muchas partes
de Brasil. Es la indignación que tú sientes como ser humano. Me
pregunto: ¿Cómo es posible en un pueblo donde hay tanta riqueza, tanta tierra
tan fértil, donde todo lo que tú puedas plantar, crece, que haya tantas
personas con hambre y con necesidades? No me cabe en la cabeza. Y
cuando fui viendo todas estas cosas: niños en la calle…niños con droga y
muriendo en la calle… la indignación fue creciendo. En un momento yo me
dije: no se puede seguir así, hay un límite para la paciencia y para la
posibilidad de soportar del ser humano. ¡Hay un límite! Pero luego me
puse a pensar: caramba…yo estoy formada en el seno de una revolución
socialista, tengo un nivel cultural, soy una profesional, es posible que yo
piense así por la educación recibida…Pero cuando fui a Río Grande
conocí la historia de Rosa. Una mujer simple del pueblo brasileño que no
tenía mi nivel cultural –prácticamente era analfabeta-, que no tenía mi
ideología, que no estaba formada en una revolución socialista, pero Rosa
dijo exactamente lo que yo había dicho. “¡Es preferible morir
defendiendo la tierra a morir de hambre!”. Y así lo hizo. Eso me conmovió.
Porque no importa ni tu nivel cultural, ni tu ideología, ni donde hayas
nacido: eres un ser humano y tienes un límite. Llega un límite a partir
del cual ya no puedes soportar que acaben con tu vida, que no haya
posibilidades para tus hijos, y ella, Rosa, me lo demostró…

En ese sentido me acordé de la presencia innegable del Che. No sólo en
América Latina sino en gran parte del mundo que hoy aparece como
“globalizado”. ¡Se pueden hacer cambios! ¡Es necesario intentarlos! Por lo
menos intentarlos…Sentirte satisfecho en el sentido de que has hecho algo
para que tus hijos vivan en un mundo mejor. Yo pienso que este hombre,
el Che, nos enseña que se pueden hacer muchas cosas.

Vos hablás del límite y de la indignación. Estás hablando de los
valores y de la ética como motor de la acción. Cuando visitó recientemente la
Argentina, Fidel dijo algo parecido: “Calidad de vida no es consumir
más ni tener más dinero, sino que calidad de vida es dignidad,
patriotismo, autoestima”. De nuevo el tema de los valores en primer
lugar…¿Pudiste ver por televisión ese discurso que tanto nos conmocionó a los
argentinos?

Cuando Fidel estuvo en Argentina, yo estaba en Ecuador. Estaba
trabajando como médica en Esmeralda, que fue una de las cosas más lindas que me
ha pasado en los últimos años. Fue muy poquito tiempo, cinco o seis
días. Pero fue una experiencia extraordinaria: tratar de ayudar a un niño,
volver a América latina…yo había vivido un año en Nicaragua como
médica. Fue una experiencia muy, pero muy especial. Pienso repetirla en algún
momento…Entonces no pude oir ni ver directamente aquel discurso famoso
de Fidel porque en Ecuador no se transmitió. Sin embargo un periodista
de Argentina intentó contactarse conmigo y no se pudo…No obstante, en
Cuba he visto cosas al respecto. El 14 de junio hablé con Fidel. Me
habló del viaje a Argentina, de lo entusiasmado que él se sintió por el
recibiendo, por el calor humano, sobre todo por los jóvenes. Me dijo que
le llamó mucho la atención esa acogida juvenil. Se sintió muy bien, de
verdad, se lo veía feliz cuando hablaba de su viaje a Argentina.

Para mí es doble satisfacción. No sólo como latinoamericana, en
definitiva, sino también porque este hombre, Fidel, es como un padre para mí.
Entonces el hecho que me lo traten bien, pues me da mucha alegría.

En ese discurso Fidel habló bastante del Che como ejemplo para la
juventud. ¿Qué sentís vos cuando te enterás o leés o escuchás que Fidel le
habla a la gente joven de tu papá?

Mira, yo tuve que escribir el prólogo del libro Pasajes de la guerra
revolucionaria: Congo [El diario inédito del Che. Buenos Aires,
Sudamericana, 1999]. Para hacerlo, me senté esa vez varias horas con Fidel.
Porque yo quería una información de primera mano…

Allí, al comienzo, hay una carta inédita de Fidel al Che…

Exacto. Le pedí a Fidel permiso para publicarla, él me lo concedió.
Pero en definitiva lo que más me gustó fue esa conversación porque hacía
rato que no nos veíamos así y tuve la oportunidad de decirle: “mira,
tío, cuéntame algo de mi papá…”.

¿Vos le decís “tío” a Fidel?

Sí, de toda la vida le digo tío. Le dije: “A ver…cuéntame algo de
papi…todo el mundo dice que ustedes…que si discutían…cuéntame alguna
discusión entre ustedes dos…”. Y entonces él me contó que cuando ellos caen
presos en México, tío le dice a todos los compañeros que nadie puede
hablar de su filiación política. ¡Nadie!.

Y el Che dijo que él era marxista…

Bueno, tío me dice: “¿Qué crees que hizo tu papá?” No solamente dijo
que era marxista…además discutió con el esbirro [el policía] que lo tenía
preso sobre la personalidad de Stalin…Y tío me dice: “A ver…¿qué hago
con tu papá?” [risas] “Claro, nos dan la libertad a todos y el único que
se queda preso es tu papá…Dime: ¿qué hago? En ese momento quería
discutir, pero cuando lo vi y me dijo que no podía mentir…¿sabes qué? Lo
entendí. Porque tu papá era así. No podía mentir ni siquiera en esos
momentos. Y lo entendí. No hubo una discusión. Yo iba molesto porque no se
había cumplido una orientación y él estaba pagando las consecuencias.
Pero cuando hablé con él, y le miré a los ojos, y me dijo con esa simple
expresión: «No puedo mentir» ya la cosa fue tranquila…¿Qué le vamos a
hacer? Él es así…”. Y mi tío se sonreía cuando me contaba todo esto.

Fue muy bonito para mí porque él empezó a contarme cosas de mi
papá…pero no se daba cuenta: ¡Estaba hablando de mi papá en presente!

Entonces yo me empiezo a sonreir y él me mira y me dice: “¿De qué te
sonríes?”. Yo le contesté: “Me río de ti”. Y entonces me dijo Fidel:
“¿Cómo que te ríes de mí?”. Yo le respondí: “Sí, tío, tú no te das cuenta
pero estás hablando de papá en presente. Y a mí me da la sensación de
que mi papá va a entrar en cualquier momento por la puerta”. Y él me
dijo: “Lo que sucede es que tu papá está presente”. Fue una cosa muy
especial para mí, muy bonita.

La cuestión es la siguiente: hay veces que se cumple lo que José Martí
decía: la muerte no es verdadera, cuando tú has cumplido bien la obra
de la vida. Quedas en tu gente, de esa manera. El que Fidel le hable a
la juventud de un hombre que tiene muchísimas similitudes con él mismo
es bien bonito. Porque habla del ejemplo de este hombre, hasta dónde ha
llegado su propia generación, hasta dónde han llegado sus propios
amigos. Pero además, de este mismo hombre que habla con esa calidez humana,
con esa sencillez de un amigo que está presente siempre. Es muy lindo.
De verdad, a mí me conmueve siempre.

En muchas biografías siempre se intenta focalizar la mirada del lector
en supuestos conflictos de Fidel con el Che…también se afirma que el
Che se va de Cuba por sus peleas con Fidel…¿Cuál es tu opinión al
respecto?

Hay una cosa importante que papi dice en este libro sobre el Congo. Tú
sabes que cuando Fidel lee la carta de despedida, en el Congo hay
cubanos con mi papá. Y ellos se sienten un poco “traicionados”. Mi papá lo
describe y lo dice en el libro. Porque habrán dicho: “Nosotros hemos
venido hasta el fin del mundo con este jefe cubano, y resulta que este
jefe se nos va…es decir, que se despide de nosotros y nos deja…¿cómo es
esto?”. Para los compañeros cubanos que estaban allí fue difícil entender
esto en un primer momento. Después se dieron cuenta de que era
simplemente una liberación a Cuba de cualquier responsabilidad por los hechos
futuros. Pero en ese momento fue difícil para un cubano entender que tu
jefe, con el que tú estás combatiendo en otras tierras del mundo, se
despida de tu patria.

Esto provocó en la gente distintas reacciones. Unos de admiración,
porque este hombre renuncia a su puesto de ministro y vuelve al combate.
Pero no podían dejarlo pasar los enemigos de la revolución cubana. Y lo
utilizan, desde aquel primer instante, como si hubieran habido
diferencias entre Fidel y el Che. Es decir que a esta gente mediocre, a esta
gente oportunista, no se les ocurre que haya hombres con capacidad tan
grande de amar que puedan renunciar a sus propias vidas como seres humanos
en beneficio de otras personas. Eso no les cabe en la cabeza.

Yo siempre digo: la gente que admira al Che, que lo respeta, ¿puede
pensar tan mal de él en el sentido de que un hombre se va de un país, se
va molesto con el jefe de ese país y deja a sus hijos y a su mujer
detrás? ¿Cómo es posible esto? ¿Qué clase de calidad humana tendría mi padre
si se va él bravo [enojado], molesto, y deja detrás a sus seres
queridos? Sería degradar por completo al Che como persona. Ya por allí esto no
tiene una base sólida.

¡Hay que pensar un poco más de lo que te han enseñado a ver todos los
días en la prensa o en la televisión! Hay que pensar, simple y
llanamente, como ser humano, como persona que siente y que tiene necesidades de
amar.

En ese sentido hay que darse cuenta que tú eres el único que te pones
limitaciones para la vida misma, tú eres el único que estás pensando en
tu casa, en tu carro, en tu televisión, en tus hijos para la
universidad futura, pero te limitas a pensar simplemente en ti y en ese pequeño
entorno y no te das cuenta que seguimos siendo personas sociales y que
seguimos viviendo en comunidad. Y que tú hoy puedes seguir teniendo
estas riquezas porque hay otros hombres viviendo muy mal y a los que están
explotando continuamente para que tú vivas un poco mejor. Cuando te das
cuenta de esa realidad, que es este mundo brutal, y tomas conciencia,
ya no puedes disfrutar de tu casa, tu TV, tu carro, sino que quieres que
haya mucha más gente que tenga por lo menos la posibilidad de vivir con
dignidad.

En ese sentido creo que hay que luchar. Está demostrado. No cae nada
del cielo. ¡Hay que luchar! Si quieres tener las cosas que quieres,
tienes que luchar. El Che era conciente de estas cosas. No podía vivir feliz
en un hogar establecido, con amor, con ternura, con las cosas
materiales –no lujosas, pero sí estables- si había personas, muchas mujeres y
muchos hombres que necesitaban lo mínimo para vivir y no lo tenían.

El Che no era un dios ni se consideraba un dios. El hombre tiene la
capacidad de soñar…

Tampoco era un “superhombre”…

¡No! Sucede simplemente que tú tienes la capacidad de soñar pero además
tienes la capacidad de hacer realidad esos sueños. Eso es lo que nos
diferencia de las demás especies que hay en el planeta. No solamente
soñamos sino además somos capaces de hacer realidad esos sueños. Él intentó
hacer realidad el sueño de un mundo mucho mejor, como empezó esta
entrevista. En ese sentido hay que trabajar. Hay distintas vías, siempre, él
escogió la que pensaba que en ese momento era la más eficaz y,
desgraciadamente, no hemos demostrado que haya otra más eficaz que esa. Por eso
hizo lo que creía que tenía que hacer.

En ese sentido, Fidel no hace lo mismo porque su compromiso con el
pueblo de Cuba es mayor y no puede hacerlo. Pero sino le hubiera
gustado…Son hombres muy similares en esas cosas. Ellos, los dos, tenían y tienen
el sueño de un continente unido. Esto no es de Fidel y el Che. Es de
Bolívar, O’Higgins, Sucre, San Martín…Son muchos hombres los que han
tratado durante toda la vida de que la gente se dé cuenta que nuestras
fronteras son, prácticamente, artificiales. Desde mucho tiempo antes de que
llegaran los españoles ya eran artificiales, pero a partir de ellos,
más todavía. Hay un pueblo con raíces culturales e idiosincrasias muy
parecidas desde el río Bravo hasta la Patagonia. Somos un continente y
podemos vivir como un gran pueblo. Pon el ejemplo de las Malvinas. Cuando
ocurren los hechos de las Malvinas, ¿cómo nos comportamos los cubanos,
que vivimos un una islita allá arriba? ¡Queríamos venir a apoyar al
pueblo argentino a todo lo que diera!

Para apoyar al pueblo… no a la dictadura militar…

¡Al pueblo! Hablo de “pueblo”… fíjate. Porque las Malvinas no solamente
fue un problema político y militar, sino que tocó las raíces de un
pueblo. Y nosotros activamos todos nuestros sentimientos en relación a los
sentimientos del pueblo argentino. Es lo único que nos importa siempre.
Nunca los gobiernos. Los gobiernos vienen o van, el pueblo queda. En el
pueblo es en quien pensamos, con ese pueblo es con quien queremos
seguir trabajando y con quien queremos seguir unidos. Esa es una realidad.

Piensa: ¿dónde se toca muchísimo tango, en este continente? En La
Habana…En La Habana se dice tango, se dice Argentina, se dice Libertad
Lamarque…toda una serie de cosas que son también nuestras, de los cubanos…

Tendrían que llevar también el rock argentino…

Bueno, también se oye. Fíjate que se oye mucho a Fito Páez. Es muy
conocido, así como también León Gieco. Y en el folklore “la negra” Mercedes
Sosa. Todos ellos hacen levantar al pueblo. Cuando ellos cantan, el
pueblo cubano se siente identificado. Son pequeñas muestras de cómo
podemos comunicarnos, pero perfectamente bien. Tenemos cosas muy similares
a nivel continental.

Vos hablás de la revolución cubana como un proyecto continental…por eso
hablás de Bolívar, de Martí, de San Martín…Ahora bien, cuando el Che y
sus compañeros van a combatir a Bolivia, muchas biografías sugieren que
Cuba los abandonó…¿qué pensás de ese tema?

En primer lugar, aquel que dice eso no tiene idea de lo que es una
guerrilla. Simplemente se deja manipular por una información malhabida, que
es bastante numerosa y que circula mucho en nuestros medios. Si alguien
conoce de guerra de guerrillas sabe que es independiente de cualquier
país y de cualquier gobierno. No puede depender de ningún lugar. Es una
guerra de guerrillas, un grupo de hombres que decide hacer una
actividad independiente de cualquier tipo de Estado. Es lo primero que se
decide.

Cuba no puede estar en comunicación directa con este grupo guerrillero.
Sin embargo lo estuvimos. Hasta el último momento el Che y Fidel tienen
contactos. ¡No como jefe! Sino como amigos, como hermanos…con el fin de
informarse. En esa guerrilla hay un grupo de cubanos. Acuérdate que hay
sentimientos muy fuertes en mi pueblo, al punto tal que treinta años
después de muertos estos compañeros, se nos dio la posibilidad de buscar
sus restos y el pueblo cubano, en plena crisis económica, en pleno
período especial, se gasta lo que haya que gastar para buscar estos restos.
Ni siquiera a estos hombres, a los restos de esos hombres.

¿A alguien se le puede pasar por la mente que ese pueblo (y subrayo
“ese pueblo”) podría abandonar a alguien?

¿Qué hemos hecho con el niño Elián? ¿Qué estamos haciendo con nuestros
cinco compañeros presos en EEUU?

¡Nunca hemos abandonado a nadie! Es un pueblo que sabe lo que significa
cada uno de sus hombres, cada una de sus mujeres, cada uno de sus
niños. Es un sentimiento que es muy viejo en una pequeña islita que está
aislada por el mar…esa sensación de que tienes que ser solidario, tienes
que ayudar al que lo necesite, esté donde esté…eso es muy fuerte. No hay
ningún cubano –nunca- que haya ido en una misión internacionalista, sea
en educación, sea en salud pública, que se haya sentido solo o
abandonado por el pueblo cubano. No digo “gobierno”, digo “pueblo”, fíjate. En
Cuba se identifica gobierno y pueblo, para ustedes no. Por lo tanto yo
hago esta diferenciación para ustedes, para nosotros es el mismo tema.
Para nosotros nuestro gobierno es nuestro pueblo, porque nosotros lo
elegimos directamente, así que es nuestro. Pero para el entendimiento de
los demás, hago la diferenciación.

¿Abandonados? ¡Nadie! ¡Jamás!

¿Qué pasa? Hay cuestiones que tú no puedes impedir. La guerrilla se
mueve por distintos lugares y va a sitios donde no hay comunicación, no
solamente con Cuba sino tampoco con la gente que esté en la ciudad de ese
mismo país. Es imposible. Por eso se llama guerrilla, en continuo
movimiento y en movimiento independiente.

Recién tú utilizaste una expresión…me hablabas del “proyecto
continental latinoamericano”…Cuba siempre ha soñado precisamente con eso, con
integrarse al resto del continente y hacer una sola fuerza para que
podamos enfrentar al enemigo del norte y también al de más allá del
Atlántico. Porque Europa también es un sistema muy poderoso e igualmente
capitalista. Nadie se puede engañar. Podrá ser menos agresivo que los yanquis,
pero…

No hay un capitalismo bueno y un capitalismo malo…

No, no, no…es el mismo perro con diferente collar. Pero nada más. En
ese sentido está bien claro que solamente unidos, nosotros, podemos
elevar el nivel de vida de nuestros pueblos y hacer cambios importantes en
nuestros pueblos. Si no hay unidad, no hay fuerza. Y eso lo ha
demostrado la historia.

Ahora bien, hay gente que intenta confundir en esta cuestión de las
guerrillas. Hay cubanos que pelean junto a mi papá en Bolivia, pero eso no
significa como se ha dicho por allí, que todo eso fue “una extensión de
la revolución cubana”…

También se utilizó el término, contra la estrategia revolucionaria
cubana, de una supuesta “exportación de la revolución”…

¡Eso es imposible! Y tiene que quedar bien claro. Si en un lugar hay un
movimiento social, hay un movimiento guerrillero, tiene que venir del
pueblo. Tiene que haber raíces. En Bolivia, en ese momento, había un
movimiento fuerte de los mineros, estaban armados, etc…

Incluso hubo un apoyo explícito de los mineros de Huanuni. Allí, en la
noche de San Juan, el ejército asesinó a casi 90 trabajadores mineros
acusándolos de su apoyo y vínculo con la guerrilla…

Exactamente. Entonces ya hay allí algo de pueblo, algún movimiento que
te permite ir y tratar…Bolivia tiene fronteras con varios países
latinoamericanos, selvas que nadie puede controlar, se sale y se entra y tú
puedes provocar que vaya gente a entrenarse, a prepararse…eso sí lo
puedes hacer, eso sí puede ser comprensible, pero si tú no tienes la base
en tu propio pueblo, no hay guerrilla que pueda triunfar ni que se pueda
“exportar”.

En el terreno de las impugnaciones clásicas contra el Che, contra su
práctica política y su pensamiento político, suele calificárselo de
“foquista”. Un término absolutamente peyorativo y despectivo, impugnador.
Fundamentalmente a partir de un libro de Régis Debray. No del Debray que
hoy arremete contra el Che y contra la revolución cubana, sino del
joven Debray, aquel muchacho francés discípulo de Louis Althusser que
escribiera Revolución en la revolución intentando “defender” a la revolución
cubana. Allí el joven Debray, con todas las luces de París y rodeado de
todo el prestigio de haber publicado en la revista de Sartre, intentaba
hacer “LA TEORÍA” con mayúsculas de la revolución cubana. Y entre otras
cosas más que discutibles, como desconocer toda la historia política
previa de la revolución cubana, los movimientos de los cuales emerge
Fidel Castro, los movimientos estudiantiles, los movimientos obreros, la
lucha rural y urbana al mismo tiempo, Debray afirma que la guerrilla debe
estar completamente aislada de las masas populares, debe estructurarse
a partir de “un foco” aislado…

Es cierto, pero en realidad sucede todo lo contrario. Es innegable que
la guerrilla nace de un núcleo armado, que no es todo el pueblo sino
una pequeña cantidad del pueblo. Pero: ¿qué hace la guerrilla? ¡Movilizar
opinión! Primero que nada: la guerrilla existe porque hay un movimiento
de base, popular, que permite que exista. Una vez que logra esto, ¿qué
tiene que hacer? Fomentar el trabajo con esa base popular. Que el
campesino que esté cerca entienda, ayude, comprenda, ¡participe activamente!
Y entonces, a partir de allí, empezamos a tener, de verdad, un cambio…

En Bolivia había un movimiento popular importante. Ellos, el Che y sus
compañeros, no cayeron del cielo…

Sí, por supuesto. Los problemas que surgieron allí tienen que ver con
la dirección del Partido Comunista. Fíjate bien que digo “la dirección”.
Porque la gente, a veces, dice “el Partido Comunista Boliviano
traicionó”. ¡No, no! El problema no es el Partido Comunista de Bolivia. ¡Es la
dirección! Es esa dirección la que tiene conflictos con la dirección de
la guerrilla. No es el Partido Comunista. No se puede ser injusto,
tampoco, con eso.

Inti Peredo, Coco, Loyola Guzmán, por ejemplo, eran miembros del
Partido…

No sólo ellos…Hubo otra gente, que ni siquiera fueron a la guerrilla,
pero que estaban en la ciudad. Y siguieron siendo fieles a todo, y
después siguieron fieles a la lucha. Todavía quedan vivos algunos de esos
compañeros. Por ejemplo está Loyola. Entonces, uno tiene que tener mucho
cuidado a la hora de hablar y de emitir criterios.

Entonces la traición fue de la dirección del PCB…

Yo diría de una parte de la dirección. En ese momento tenía el poder en
las manos…

Y respondía a los soviéticos…

No sólo responde a los soviéticos. Responde también a sus problemas
personales, que es lo malo.

Mario Monge, aquel secretario general, terminó como empresario en
Moscú…

Está bien. Pero no es tan importante eso, lo que importa es él, como
ser humano. No tanto la influencia de los soviéticos o no los soviéticos.
Lo que sucede es que Monge quería dirigir la guerrilla desde la ciudad
y eso es imposible. Te estoy diciendo que a veces la guerrilla no tiene
comunicaciones con la ciudad, ¿cómo puede dirigirla entonces desde
allí? ¿Cómo puede hacerlo sin saber lo que se está haciendo? Una guerra de
guerrillas es así, es una actividad continua y se necesitan tomar
decisiones inmediatas.

¿Monge tenía ese proyecto?

Sí, tenía ese proyecto y allí vienen las discusiones y enfrentamientos
con el Che.

Muchas veces se ha hablado de que “el Che Guevara va a Bolivia a morir,
buscando la muerte”. En la reciente y mediáticamente promocionada
biografía argentina de Pacho O’Donnell, titulada Che, la vida por un mundo
mejor [Buenos Aires, Sudamericana, 2003] el autor habla de una especie
de “compulsión suicida” de Ernesto Guevara. O utiliza materiales de
otros, donde por boca de terceros, O’Donnell afirma la idea de la
“compulsión suicida”, la “precoz intimidad con la muerte” o también describe una
supuesta “muerte ineluctable marcada por el destino”…

Esas son afirmaciones psicológicas de pacotilla que no tienen nada que
ver con la realidad histórica. Quizás se han psicoanalizado ellos
mismos…

El Che le tenía una gran respeto al psicoanálisis…

Sí, es verdad, pero depende de quien lo haga.

Y la orientación política del psicoanalista…

No solamente la orientación política. Sino también lo centrado que tú
estés para hacer y ejercer el psicoanálisis.

Por ejemplo, en el Diccionario de Filosofía que el Che comenzó a
elaborar a los 17 años, y que ustedes conservan en el Centro Che Guevara de
La Habana, ¡aparece Sigmund Freud al lado de Carlos Marx! Cuando en la
izquierda tradicional se presentaba a Freud como alguien opuesto a Marx…

Sí, sí, sí. El hombre tenía una cultura extraordinaria, pero fíjate que
él siempre va preguntándole a la vida. Él no se conforma con lo que lee
o con lo que le dicen que es. Él va viendo estas cosas en la práctica,
en su vida cotidiana y va llegando a conclusiones. Pueden ser las
mejores o no. Después volverá a leer a alguien, vuelve a confrontar y llega
a nuevas conclusiones. Es un hombre en crecimiento, nunca se cierra.
Nunca piensa que él ya tiene la razón.

¡Todo el tiempo él está aprendiendo! ¡Aprender es la palabra básica en
la vida de mi papá! ¡Siempre! La vida es un continuo mecanismo de
aprendizaje y tú tienes que estar abierto para aprender de tus propios
errores.

Entonces su proyecto político no tiene nada que ver con una pulsión o
un instinto de muerte…

¡Qué va a tener que ver con un instinto de muerte! Hay una postal
preciosa. Mami no la ha encontrado. Yo juro que leí esa postal de niña. En
la postal hay como un arco de piedra y él le dice a mi mamá: “Algún día
pasaremos debajo de este puente tomados de la mano y rodeados de
críos”.

¡Él piensa en el futuro! ¡Él piensa en la vida! Él le dice en una carta
a mi hermano Camilo: “No digas malas palabras en la escuela y tú
Ernesto: crece, que si hay imperialismo todavía, tú y yo saldremos a
combatirlo. Si esto se acaba, tú, Camilo y yo nos iremos de vacaciones a la
Luna”. Él piensa en una vida de regreso, de conjunto, no se sabe si en
Cuba, si en Argentina, si en Brasil o en la Conchinchina…¡No importa el
lugar! ¡Pero sí le importa el regresar, el volver a ver a sus hijos y a
su mujer! Pero él es un guerrillero y un hombre inteligente y sabe que
en un movimiento revolucionario se triunfa o se muere, si es verdadero.
Y esa también es una verdad.

Cuando tú dices que vas a hacer algo, sabes que pueden haber riesgos en
el intento. Y tú tienes que tener capacidad para asumirlos. Eso es
cierto. Pero no solamente tienes que pensar que vas a morir. ¡Tú vas a
triunfar! ¡Tú vas a hacer un cambio! Tú vas a buscar algo nuevo…Ah, pero en
el camino puedes perder hasta la vida. Sí, es cierto. Es algo que
tienes que aceptar dentro del mismo mecanismo real que tiene la vida, no lo
puedes cambiar. Es simple. Yo no sé realmente porque hacen tanto
“rollo” con cosas simples en la vida.

Tú tomas una decisión: por ejemplo ser maestro. Sí, pero solamente ser
maestro, emitir un conocimiento y volver a tu casa para cobrar un
salario. O sino vas a intentar educar a otra persona. Es diferente educar
que enseñar. Tú decides qué es lo que quieres hacer. Pero sabes que si
tomas el riesgo de educar, estás poniendo parte de tu vida en ello.

El Che puso parte de su vida en ese proyecto…

Exacto. Esa fue su decisión.

¿Alguna vez la CIA o algunos de los organismos de la inteligencia
norteamericana intentaron cooptarte a vos o a alguno de tus hermanos
–tomando en cuenta que son, precisamente, hijos de uno de los grandes líderes
revolucionarios- para ponerlos en contra de la revolución cubana?

¡No! ¡Realmente no! [risas].

Mira, lo que pasa es que ¡es muy importante quien te educa!. A mí me
educó mi madre y a nosotros nos educó nuestra madre. Ella es una mujer
combatiente, guerrillera clandestina, y después estuvo junto a mi papá en
el Escambray y todo lo que llegó al triunfo de la revolución: Santa
Clara, la llegada a La Habana, ella llegó con él. Y no era su amante. Era
una combatiente más. Ellos tienen sus relaciones en La Habana, ya al
triunfo de la revolución, donde se enamoran. Pero el resto del tiempo
ella fue una combatiente más dentro del Ejército Rebelde. Mi madre lo amó
a mi papá con una intensidad extraordinaria. Mi papá a ella también. Y
ella transmitió ese amor por este hombre a sus hijos. Es una cosa muy
linda, porque tú aprendes a amar a esa persona no como tú quieras que
sea esa persona sino como esa persona realmente es. Tú la amas porque la
respetas, porque la admiras, porque has logrado entender quien es esa
persona. Ella, mi mamá, hizo que tuviéramos esa sensación de integridad.
Inculcó a sus hijos el respeto a los seres humanos y a su revolución.

Una vez una señora me pregunta: “Doctora: si usted tuviera que decidir
entre sus hijas y la revolución, ¿qué decidiría?”. Te juro que no lo
pensé ni dos segundos. Le dije: “La revolución, porque yo amo a mis hijas
y como quiero a mis hijas quiero para ellas lo mismo que he tenido yo o
incluso mejor. Nunca otra cosa”. Sucede que la revolución me da la
posibilidad de que mis hijas vivan con integridad y con entereza. Por lo
tanto hay que defender la revolución.

Eso lo aprendí desde muy pequeña y lo he vivido. Yo me fui a Nicaragua.
Yo era el mejor expediente de mi facultad de medicina y me fui a
Nicaragua porque yo quise. Y mi mamá me dijo: “Oye, ¿qué vas a hacer?”. Yo le
dije: “Lo que tú me enseñaste... Voy a llevar a la práctica todo lo que
me has enseñado”. Y lo hice y me siento muy satisfecha de haberlo
hecho. Y no es una sensación hipócrita…sí es romántica, sí es romántica
porque todo en nosotros se mueve con mucho romanticismo…

El romanticismo no es una mala palabra, aunque muchas veces se la usa
como “acusación” o impugnación…

Por supuesto, es lo que te hace mover. Esas cosas muy lindas. Un niño
que se siente mal y en sus labios ves una sonrisa, tú logras que te
sonría. Ese es el premio más grande que un ser humano puede lograr…

Vos te fuiste a Nicaragua porque querías, no porque nadie te obligara.
¿Seguiste fiel al internacionalismo de tu viejo?

Sí, sí, sí. Los cubanos lo llevamos en la sangre. Acuérdate de lo que
decía Martí: “desde el río Bravo hasta la Patagonia, para Cuba es
patria”. Además Fidel nos dijo: “Nosotros no solamente somos
latinoamericanos. Somos afrolatinoamericanos”. Y es verdad. Nuestra cultura tiene una
gran base afrolatinoamericana. ¡A mucha honra y muchísimas gracias!,
además. Es lo único que le agradecemos a los españoles. Después de todo.
La esclavitud fue una cosa brutal, pero ha permitido mezclas
extraordinarias, también. Esto es la única ventaja que yo le veo a todo el horror
que ha vivido la humanidad con la esclavitud.

¿Ya eras médica cuando fuiste a Nicaragua?

Me gradué como médica en Nicaragua. Fidel preguntó a los internos si
queríamos ir a pasar el último año de la carrera allí y le respondimos
que sí.

¿Algunos de tus hermanos también fue internacionalista?

Ernesto estuvo en Angola y Camilo en Nicaragua.

¿Qué quería decir el Che cuando hablaba del “hombre nuevo”?

Él hablaba siempre de una sociedad diferente. Para crear una sociedad
diferente, tienes que crear un ser humano diferente. No podemos tener
las mismas trabas que tenemos en la sociedad capitalista.

Esta cuestión del materialismo brutal, de pensar solamente en lo que
vas a lograr económicamente en tu vida, no puede suceder ni reproducirse
en una sociedad donde se intenta construir una comunidad, un grupo
genuino de personas.

Mira, en la Argentina yo estuve invitada por la señora Mirtha Legrand…

( …)

Bueno, fijate tú, puedes hacer todas las muecas que tú quieras pero en
Cuba se le quiere muchísimo como artista porque nosotros vivimos muchos
años con las películas argentinas de esa época. Es cierto que eran
tonterías, ya sea dramas o películas como comedias, pero era indudable que
en esa época había un cine muy fuerte en la Argentina…y nosotros lo
disfrutábamos. Esa es la verdad. ¡Te estoy hablando de raíces culturales
que son similares!

En la Argentina todo aquello fue reemplazado posteriormente por el cine
norteamericano y las series de televisión yanqui…

En cambio allá, en Cuba, nos gusta mucho el cine latinoamericano. Hemos
luchado por eso. Tenemos el festival de cine latinoamericano en Cuba.
Creemos que en nuestros pueblos tenemos caudal para contar con un cine
propio. Lo que sucede es que, muchas veces, es un cine muy duro porque
muestra nuestras realidades. Y alguna gente rechaza ese cine porque
además de vivir estas realidades, no quiere revivirlas en el cine. También
es lógico. Pero tenemos que aprender a luchar por nuestras cosas. Martí
decía que “nuestro vino es agrio pero es nuestro”.

La creación de esa cultura latinoamericana - de la que el cine forma
parte - también es parte de la creación del hombre nuevo…

Por supuesto. Entonces recuerdo que Mirtha Legrand me invita a su set
televisivo y hablamos del libro que yo prologué, Pasajes de la guerra
revolucionaria: Congo, y entonces en un momento ella me dice que sentía
mucha pena porque se iba gente de Cuba, el tema de los balseros…, y me
pregunta sobre eso…La miré a los ojos y le dije que eso me da mucha
tristeza. En mi sociedad la gente tiene que aprender que lo importante no
es el grosor que tenga tu bolsillo o tu cuenta bancaria sino la
capacidad que tienes para ayudar a otro ser humano. Eso es muy lindo decirlo
pero muy difícil entenderlo. Y a veces conlleva a sacrificios importantes
en la vida del ser humano. Y no todo el mundo está de acuerdo en
hacerlos.

No entender esa capacidad de dar, y de recibir –porque cuando tú das,
tú recibes mucho más- es muy triste. Lo triste es que haya gente que se
eduque en mi sociedad y no sea capaz de entender estas cosas. Me da
tristeza, me da pena. De verdad te lo digo. No sabes cuánto que disfrutas
cuando tú te sientes útil como persona, cuando tú ves que con tu
esfuerzo estás logrando que alguien viva un poquito mejor. ¡Qué alguien esté
más contento con lo que tiene! ¡Qué alguien disfrute más la vida! Eso
es muy lindo. Y eso algo que uno tiene que llevar dentro.

El proyecto de crear hombres y mujeres nuevos no es una idea abstracta…

¡No! Es una realidad y una necesidad. ¡Tienes que aprender a sentir de
esa manera para poder comprender la nueva sociedad! El hombre nuevo no
es nunca un ser humano acabado. El Che lo dijo varias veces.

El hombre nuevo como proceso abierto…

Exacto. El proceso económico también va transformando el proceso humano
y la creación de un nuevo tipo humano influye el proceso económico.
Ambas cosas tienen que ir mezcladas. Hay que ir cambiando la economía pero
el ser humano que vive en esa economía tiene que ser capaz de ir
transformándose a sí mismo. Es un proceso difícil en el momento que vivimos.
Todo lo que está a nuestro alrededor, alrededor de Cuba, es contrario a
lo que nosotros decimos y hacemos. Y ya ves cómo nos tratan en algunas
partes del mundo…

Pero no importa, cuando uno sabe que lo está haciendo de verdad a
partir del corazón y cuando lo que está haciendo es lo que tú crees que
tienes que hacer, las cosas caminan. Y hay fuerza. ¡Hay una fuerza tremenda
en mi pueblo!. Mirtha Legrand me dijo: “Se está yendo gente”. Es
verdad. Se puede ir gente... Pero somos muchos los que nos quedamos. ¿no? Y
hay muchos que intentamos hacer que nuestra sociedad sea cada día más
perfecta y más humana. ¡Y tenemos miles de errores! Estamos a años luz de
la perfección. Cometemos todos los días errores, pero lo importante es
saber rectificarlo y saber aprender de esos errores.

¿Es difícil o pesado ser la hija del Che?

[Risas] Mira, hay una cosa real. Hay gente que viene a preguntarte
porque eres la hija del Che, no porque seas Aleida, la doctora cubana. Sino
porque eres Aleida …Guevara, la hija del Che. Está bien. Si eso te
permite aclarar situaciones, ayudar a entender mejor a mi pueblo, si eso
permite que yo sea más útil para mi gente, ¡Aleluya! No hay problema. Lo
aceptamos.

De todas maneras, con mi mamá nosotros aprendimos que somos seres
humanos como otro cualquiera. Ni mejores sin peores. Con nuestros propios
defectos y virtudes. Somos los hijos de un hombre muy especial, pero no
somos él. Esa es la verdad. Yo siempre digo que no me comparo ni con la
uña de un dedo gordo. Para mí, mi papá es un ser mucho más completo,
con una sensibilidad extraordinaria que yo no he logrado alcanzar,
todavía. En un poema que alguna vez le hice yo decía: “Yo agradezco a mi papá
no solamente la vida, sino también la oportunidad de vivirla con amor y
valentía”.

Él y mi madre, los dos, me enseñaron a vivirla así, de esa manera.
Sufro como todo el mundo y a veces me siento impotente, como por ejemplo
frente a las agresiones al pueblo palestino, la guerra de Irak o frente a
un niño que muere en las calles de Brasil y tú no haces nada contra
eso. Todo esto te llena de ira. Pero esa es la vida que he elegido. Y me
siento feliz cuando voy a un campamento del MST brasilero o cuando por
allí me preocupo por un niño para que tenga sus zapatos o puedo ponerle
un estetoscopio en su pechito y diagnosticar tal cosa…¡Tratar de
ayudar!

Ahora mismo en Esmeralda, en Ecuador, vi 196 muchachos en cinco días.
No almorzaba, eso fue una maratón. Hice 25 pruebas de alergia. ¡Me sentí
útil y necesaria! Y lo más lindo es que yo no cobré absolutamente nada
por eso. Mi país me pagaba igual el sueldo, aunque yo no estaba
trabajando en mi país sino en otro. Así son las cosas. Mis hijas viven en
Cuba. Están protegidas. La mayor, que tiene 14 años, acaba de ganar el
carné de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y eso me da mucha
satisfacción. Yo he tratado de educarlas de forma abierta. Una me dijo “Yo quiero
ir a la iglesia”. Pues bien, que vaya a la iglesia. Me preguntó: “¿Tú
no me acompañas?”. Yo le dije “No, mi amor, no te acompaño. Yo no creo
ni en la paz de los sepulcros. Pero si tú quieres ir, vé”. Y mi hija
fue. Se sentó en la iglesia. Fue la primera vez. Fue la segunda vez. A
ella le gustan mucho los animales. Un perro entró a la iglesia y un cura
lo sacó a patadas. Ella dijo “Si esto es la representación de la casa de
dios, pues yo me voy también”. Entonces ella misma fue aprendiendo con
su propia experiencia lo que quería hacer. Yo no se lo impuse. Ella me
conoce y sabe cómo pienso. Y conoce a sus abuelos perfectamente bien. Y
los admira. Pero eso no quiere decir que tenga que ser como sus
abuelos. Ella escoge. Ella dice.

Ahora la mayor hizo todo el esfuerzo por ganarse el carné. No es fácil
ser militante de la Unión de Jóvenes Comunistas con tan corta edad. Hay
que hacer todo un esfuerzo en el estudio…Y quería que ella vaya a
estudiar a una escuela como la Lenin, que es de las mejores y que haga el
esfuerzo. Si no lo logra por las notas y el estudio, aunque sea hizo el
esfuerzo. No importa, con tal que haga el esfuerzo. ¡Lo hizo y lo
logró!. Son pequeños logros en la vida de un niño pero le van demostrando que
puede hacer las cosas cuando quiere. Ella, no yo, ni tampoco su abuelo,
el Che Guevara. No la presión de otra gente. Ella misma. Así es como
nosotros queremos que sean nuestros jóvenes. Que luchen por lo que
quieren y si no lo conquistan hoy, con esfuerzo tendrán otras posibilidades
mañana. Eso es lo que nosotros queremos para las nuevas generaciones.

Cuando hablamos con tu mamá en La Habana nos había dicho que ella no
tenía un interés especial en que volvieran los restos. ¿Vos qué opinás
del regreso de los restos de tu papá a Cuba?

La verdad es que tampoco. La única que realmente quería era mi hermana
Celia. El resto de los hijos y también incluyendo a nuestra madre,
recordamos que mi papá dijo “Donde cae el hombre, queda”. Pero nos dimos
cuenta que a partir de que se supiera donde estaba, se podría convertir
en un gran negocio para quien lo explotara. Y no nos gustaría eso. Así
que decidimos, en definitiva, que el pueblo cubano tuviera la última
palabra. Porque era un sentimiento para ellos importante. Nosotros
dijimos: que se haga la voluntad de nuestro pueblo. Si podemos traerlos, los
traemos. Nosotros estamos de acuerdo.

Si tuvieras que elegir un recuerdo de tu papá, cuál elegirías?

El que más me gustó, siempre…mira, son los recuerdos que tú relacionas
con las personas, pero además, lo más importante de las personas es la
capacidad de amar, que de eso estuvimos hablando a lo largo de toda
esta entrevista. Mi padre estaba ya transformado en el viejo Ramón para ir
a Bolivia y por lo tanto yo no sabía que era mi papá. Me lo negaron, me
dijeron que era un amigo de mi papá.

¿Él los fue a ver a ustedes?

No, nosotros lo fuimos a ver a él. En ese encuentro, después de la
comida me caí. Me di un golpe en la cabeza. Queda una foto de ese golpe.
Tengo una toalla en la cabeza y estoy en las piernas de mi mamá y mi
papá. Y después de eso seguimos jugando. Mis padres intentan hablar. Y yo
doy vueltas alrededor de ellos. Cuando yo me caí mi papá me tomó en sus
brazos, me revisó, acuérdate que él era médico…y yo había acabado de
comer, él estaba tenso con el golpe que me di.

¿Qué edad tenías?

Yo tenía cinco años. Entonces yo empiezo a darle vueltas a mi mamá y yo
le decía: “Mami: un secretico”. Y dale y dale. Al fin mi mamá me deja
decirle y yo lo digo en plena voz, como no podía ser de otra manera a
esa edad: “Mamá, yo pienso que este hombre está enamorado de mí”. Fíjate
cómo se traduce esto. Este hombre, supuestamente, no era mi padre. Me
habían negado que lo fuera, estaba ya disfrazado para ir a Bolivia. Pero
yo había sentido algo muy especial. Él había transmitido una ternura
muy especial. Entonces yo me confundí: bueno, si no es mi padre, tiene
que estar enamorado de mí. Lo que me interesa de este recuerdo infantil
es la sensación que yo saco cuando soy una adulta. ¡Este hombre me
amaba! Yo logro sentir algo muy especial y es, simplemente, el amor de mi
papá.


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(*) Néstor Kohan es docente de la Universidad Popular Madres de Plaza
de Mayo, coordinador de la Cátedra de Formación Política Ernesto Che
Guevara.


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