Saddam Hussein recién capturado, diciembre 2003Saddam Hussein y la larga marcha del Baas iraquí

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Octubre del 2002

Foro ALCArajo: Mensaje 743

Cuando las grandes potencias occidentales comenzaban a
propagar su supuesta hegemonía a nivel mundial a
partir de la crisis del Este europeo, el Irak de
Saddam Hussein, un país de aquellos a los que la
mentalidad colonialista clasifica como "naciones sin historia",
ha transformado la crisis del Golfo Pérsico en una tempestad.

Como decía Hegel, la "astucia de la historia" juega a
los políticos, incluso a los gobernantes
internacionales, una mala pasada. La invasión iraquí a
Kuwait ocurre en momentos en que los Estados Unidos
dependen en un cincuenta por ciento del petróleo
importado para cubrir sus necesidades energéticas. El
alza del precio del crudo agudiza los problemas
económicos, no sólo de la nación del Norte, sino
también del Japón.

El encarecimiento del precio del petróleo complica las
exportaciones norteamericanas y acrecienta su déficit
comercial y, aunque pueda beneficiar a los petroleros
texanos, golpea a la economía occidental en su
conjunto.

El vilipendiado Tercer Mundo se venga con la acción de
Irak y pone al desnudo la interrelación de las
naciones industrializadas con las materias primas que
producen las naciones periféricas.

Vale la pena rastrear, entonces, cual es la ideología
que nutre la política del jefe iraquí, Saddam Hussein,
y la de su partido, el gobernante Baas (Partido
Socialista del Renacimiento Arabe).

Porque la decisión del primer mandatario iraquí no
puede entenderse, como se lo está presentando, por el
resultado de una decisión arbitraria y despótica. Por
el contrario, esa decisión es tributaria de una
concepción política particular: la que reunió desde
los años treinta, en la Gran Siria, el nacionalismo
árabe, el laicismo secularizante y el socialismo
basado en la cultura islámica.

Tras cuatro siglos de dominación otomana, las naciones
árabes comenzaron a resurgir en esta centuria en el
marco de una lucha global de las potencias
imperialistas, principalmente Inglaterra, Francia y
Alemania.

En ese marco surgieron clubes y asociaciones árabes,
especialmente juveniles, que comenzaron a desarrollar
la resistencia política y cultural de los turcos
otomanos y las demás potencias imperiales. Algunos de
esos grupos fueron el Club Arabe, el grupo Joven
Arabe, el Partido del Pacto y de la Fraternidad Arabe,
la asociación Qahtaniya, entre muchos otros.

En 1921, una revuelta popular obligó a los británicos,
que mantenían un "mandato"sobre Irak desde un año
antes, a conceder un grado de autonomía a esa nación
que había sacudido el yugo otomano en 1918.

Antes de la fundación del partido Baas, o coexistiendo
con él, se habían desarrollado varias organizaciones
políticas: el Bloque Nacional (comprendía feudales y
burgueses y jefes de tribus), la Liga de Acción
Nacionalista (desprendimiento del anterior), el
Partido Nacionalista Arabe (agrupaba a intelectuales y
a jóvenes progresistas); el Partido de la Juventud (de
idéntica filiación que el anterior, pero reducido en
la zona de Hama), el Partido Nacional Sirio
(regionalista), el Partido Comunista, fundado en
octubre de 1924, y los Hermanos Musulmanes (religioso
fundamentalista).

El nacimiento del Baas

Entre fines de los treinta y comienzo de los cuarenta,
dos intelectuales, Michel 'Aflaq y Salah al-Bitar,
dejaron sus puestos de profesores para consagrarse a
la lucha política antiimperialista.

El profesor 'Aflaq, de singular capacidad política,
inspiró los pasos iniciales del Baas, le dio vida y
programa revolucionario, uniendo al nacionalismo
árabe, la cultura islámica, el socialismo de izquierda
y el laicismo en un medio trabado en muchos aspectos
por supersticiones y tradiciones retrógradas.

En medio de la Segunda Guerra Mundial, los socialistas
árabes comenzaron a modelar su organización, cuyo
congreso fundacional se realizó en Damasco, entre el 4
y el 7 de abril de 1947.

Eran estudiantes procedentes de Jordania, del Líbano,
de Irak y de Palestina. Se congregaron en el café
Rashid de Verano, en la Avenida del 29 de Mayo, y allí
dieron vida al Baas, sin imaginar el papel que
cubriría en la historia de Irak, de Siria y, en
general, en el mundo árabe.

La apertura de la reunión había estado a cargo del
profesor 'Aflaq y la línea política fue trazada por S.
Bitar. 'Aflaq fue designado presidente de la
organización; Bitar su secretario general,
acompañándolos como miembros de la dirección: Sald-ad,
Jalal as-Sayyid y Whaib al Ghanim.

Proclamaron "una nación árabe", "una misión eterna",
"un socialismo ligado a la cultura musulmana".

Las líneas fundamentales del Baas habían sido
establecidas, en 1941, en el manifiesto: "Movimiento
de la reviviscencia árabe", ligando la causa nacional
a las luchas sociales populares y al antiimperialismo.

Las principales ideas del Baas son las de reconciliar
la religión con el nacionalismo, el arabismo con el
Islam, denunciando "el confesionalismo, el
particularismo y el chovinismo local estrecho".
Alentaban la búsqueda del progreso, la libertad y la
renovación política ante las viejas políticas feudales
y conservadoras.

El otro principio baasista es el de la "unidad de la
patria árabe", afirmando que no existiría una
auténtica "liberación nacional" sin justicia social.

Consideraban los baasistas que "el socialismo es una
necesidad que brota de la esencia del nacionalismo
árabe".

Sin embargo, el Baas tuvo una relación accidentada, de
alianzas y luchas sangrientas, con el Partido
Comunista de Irak. En su accionar, fue similar al
aprismo peruano de los años veinte y al peronismo
argentino de los cuarenta.

Saddam Hussein y el nuevo curso baasista

El Baas fue perseguido con saña desde su fundación y
debió confrontar, con otros partidos nacionalistas,
principalmente las corrientes "nasseristas", los
grupos religiosos fundamentalistas, los comunistas y
las viejas fuerzas feudales conservadoras.

Pero tal vez su mayor contradicción fue su diversidad
de tendencias que lo llevaron, a lo largo de su
historia, a la división y el fraccionalismo. Su otra
rama, el Baas de Siria, actualmente en el gobierno,
rompió hace muchos años con su similar iraquí.
En 1958, el Baas de Irak fue el componente más
determinante en el derrocamiento de la monarquía que
costó la vida del rey Faisal II, del príncipe heredero
Abdull Illah y del primer ministro Nuri as Said. La
primera medida del gobierno presidido por el general
Abdul Karim Kassem fue la reforma agraria que abolió
el latifundio feudal.

Pero las contradicciones internas, la personalidad del
propio Kassem, la ruptura de la alianza que lo había
unido al Baas, llevó muy pronto a un enfrentamiento
sangriento entre el dictador aliado al Partido
Comunista y el Baas.

Se produjeron las masacres de Al Mawsil, Al Basra y de
Karkuk, donde cayeron decenas de baasistas. Fue cuando
éstos decidieron ajusticiar a Kassem, en represalia
por la muerte de sus camaradas, hecho que se produjo
el 7 de octubre de 1959, en la Avenida Arrachid, de
Bagdad. Entre esos cinco justicieros había uno llamado
Saddam Hussein.

De allí en adelante, Hussein fue cumpliendo el cursus
honorum partidario, hasta que, a principios de los
años setenta, su nombre se hizo popular en Irak.

El 23 de febrero de 1996, la fracción siria se había
desvinculado del Baas iraquí y múltiples divisiones
minaban esta última organización.

Tal vez, el mérito mayor de Saddam Hussein fue el de
articular alianzas internas que permitieron al Baas
recuperar su vigencia política. En 1972 se nacionalizó
la Irak Petroleum Co. y fue ratificado el tratado de
amistad con la Unión Soviética. Pero, en 1978, la
alianza entre el Partido Comunista y el Baas se
rompió, dando lugar a nuevos enfrentamientos.

En 1979, Saddam Hussein reemplazó al presidenta Ahmad
Hassan al Bakr, quien se retiró del cargo, y desde
allí gobierna con mano fuerte a Irak. La lucha contra
los curdos y luego la larga guerra con el Irán
signarían el gobierno de Hussein cuyo punto más alto
fue la resistencia iraquí en la Ciudad de Basora, a la
gran ofensiva iraní que condujo luego a la paz,
extenuadas las dos partes por una contienda absurda.

En el trasfondo de la conquista de Kuwait se advierten
los otros dos hechos bélicos mencionados: la guerra
contra los kurdos y contra los iraníes. Para Hussein,
la búsqueda de la "integridad" territorial, económica
y estratégica es una de las cuestiones que lo conmueve
políticamente.

Su férrea posición antiisraelí y su apoyo a los
palestinos también se insertan en esta concepción
geopolítica.

Las potencia occidentales, pero principalmente los
Estados unidos, lo han declarado a Hussein "el hombre
más malo del mundo" y se disponen avasallarlo por
todos los medios. Pero lo cierto es que la crisis del
Golfo Pérsico es una 'caja de Pandora" que si se abre
puede tener terribles consecuencias para la paz
mundial y el oriente medio.

Del otro lado está George Bush, obstinado impulsor del
"gran garrote" en América Latina, continuador armado
de la política reganiana. Se trata de una operación
peligrosa.

El siglo no finaliza como afirman los émulos de
Fukuyama, con el auge del "neoliberalismo". Por el
contrario, concluye con el resurgimiento del
nacionalismo revolucionario en el Este, en América
Latina, en Africa y en Asia.

La integración mundial del capitalismo concentrado
tiene estos sobresaltos que abren perspectivas nuevas
en el realineamiento mundial.

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