Creciente
ansiedad en los círculos dirigentes de EEUU sobre la debacle
de Iraq
Patrick
Martín
World
Socialist Web Site - IraqSolidaridad - Rebelión
27
de enero del 2005
Traducción
para IraqSolidaridad de Sinfo Fernández
Poniendo de manifiesto la creciente preocupación dentro
de la élite gobernante de que la política de la
Administración Bush en Iraq está abocando al desastre,
el New York Times publicaba un largo editorial el miércoles
12 de enero pidiendo el aplazamiento de las elecciones del 30
de enero para tratar de evitar el colapso político en el
país ocupado. Con el titulo de "Enfrentando los hechos
relativos a las elecciones en Iraq", el editorial argumentaba
que mantener las elecciones bajo las condiciones actuales, con
la minoría sunní del norte y oeste del país
excluida en realidad de las aquéllas, es la receta ideal
para "[...] una guerra civil entre musulmanes shi'íes
y sunníes que aumentaría la inestabilidad por todo
Oriente Medio y daría a los terroristas una nueva región
incontrolada que podrían utilizar como base de operaciones".
El periódico,
que había apoyado en un principio la decisión de
la administración Bush de invadir y ocupar Iraq, al tiempo
que criticaba la forma en que se llevó a cabo la ocupación,
argumenta que aplazar las elecciones dos o tres meses no sería
considerado como una rendición ante los insurgentes iraquíes
que tanto la Administración Bush como el New York
Times describen como terroristas- si se consiguiera integrar a
una parte del clero musulmán [sunní] y de los líderes
tribales con más experiencia de la región habitada
por sunníes en un nuevo gobierno iraquí respaldado
por EEUU.
El New York
Times señalaba que muchos funcionarios del régimen
interino en Bagdad han "mostrado cierto interés en
aplazar las elecciones si con ello hubiera posibilidad de conseguir
una mayor participación sunní, y se comenta que
hay otros que se inclinan por esa opción en privado".
El obstáculo principal, se lamentaba el editorial, era
el mismo Bush y su inflexibilidad sobre el plazo del 30 de enero,
aunque la situación de la seguridad en el triangulo sunní
se deteriore.
Un tigre agarrado
por la cola
Este editorial
es sólo el más importante, entre los que incluyen
comentarios y advertencias dentro del establishment político
y de medios de comunicación estadounidenses, sobre el peligro
de que el régimen de ocupación de EEUU en Iraq pueda
derivar, en cuestión de semanas, en una violencia incontrolable.
El pasado
miércoles 12 de enero, en un almuerzo patrocinado por la
Fundación Nueva América -que está alineada
con el ala derechista del Partido Demócrata- dos antiguos
consejeros de Seguridad Nacional, el republicano Brent Scowcroft
y el demócrata Zbigniew Brzezinski, hicieron graves advertencias
sobre las perspectivas en Iraq y la temeridad absoluta que supone
la política exterior de la administración Bush.
Scowcroft
dijo a su audiencia, compuesta de importantes periodistas y expertos
en política exterior pertenecientes a los círculos
pensantes de Washington, que el unilateralismo y la arrogancia
de la administración Bush estaban enajenándole sus
antiguos aliados en Europa y Oriente Medio. Afirmó que
la política exterior estadounidense estaba fracasando a
la hora de dirigir las implicaciones de la globalización
de la economía mundial, que no podían ser controladas
por un único poder, incluso con la incontestada superioridad
militar de EEUU, para poder disponer del mundo.
Iraq era el
punto central del conflicto, dijo, añadiendo: "Con
Iraq, hemos agarrado claramente un tigre por la cola. Y las elecciones
están convirtiéndose en todo menos en una posibilidad
de transformación, y hay un gran potencial para que el
conflicto se profundice. En efecto, en la actualidad podemos estar
asistiendo a una incipiente guerra civil".
Teniendo en
cuenta la estrecha amistad de Scowcroft con Bush padre (redactó
con él su memoria sobre la política exterior presidencial),
esta advertencia sobre el peligro de una guerra civil es extraordinaria.
El antiguo consejero de Seguridad Nacional tanto de Gerald Ford
como de George H.W. Bush se opuso a la decisión de ir a
la guerra con Iraq por razones tácticas. Cada vez más
se ha convertido en el portavoz sobre el peligro de que el fracaso
de EEUU en Iraq socave el papel mundial del imperialismo estadounidense.
El pasado mes fue destituido de su puesto no retribuido en el
gobierno como presidente del Consejo de Inteligencia Exterior
del presidente, cuando Bush rehusó nombrarle de nuevo para
un segundo mandato.
Brzezinski,
demócrata y antiguo consejero de seguridad nacional de
Jimmy Carter, hizo una advertencia mucho más fuerte sobre
las potenciales consecuencias de la aventura iraquí. Brzezinski,
de origen polaco, un halcón de línea dura durante
la Guerra Fría, es el autor de un volumen reciente sobre
estrategia global El Gran Tablero de Ajedrez, en el que aboga
por que EEUU logre una posición dominante en la masa de
tierra euroasiática que impida el desarrollo de cualquier
rival potencial. Mientras esta idea parece encajar con la doctrina
de Bush de guerra preventiva y conquista de Afganistán
e Iraq, Brzezinski ha surgido como uno de los más incisivos
críticos del establishment de la política exterior
de Bush, argumentando sobre la base del punto de vista de los
intereses a largo plazo del imperialismo estadounidense.
Al citar la
descripción hecha por Rumsfeld sobre la guerra de Iraq
de que era "una guerra a la carta", Brzezinski dijo
que "[...] ya es un serio revés moral para EEUU: un
revés moral tanto por la forma en que se comenzó
la guerra, en que se justificó y también por algunos
de los atroces incidentes que han acompañado esa forma
de proceder. [...] EUU nunca, en toda su historia, se ha visto
implicados en una intervención de ese calibre. Es también
un revés militar". [Brzezinski] puso énfasis
en los cada vez más altos costes de la guerra: "Aunque
nuestros objetivos finales sean muy ambiciosos, nunca lograremos
democracia y estabilidad sin enviar a 500.000 soldados, gastar
200 mil millones de dólares al año, probablemente
tener que llamar a filas y aceptar alguna forma de compensación
de guerra. Como sociedad, no estamos preparados para hacer eso".
"La Unión
Soviética podría haber ganado la guerra en Afganistán
si hubiera estado preparada para hacer todo lo que he mencionado",
continuó Brzezinski, "pero ni siquiera la Unión
Soviética estaba preparada para hacer eso, porque se llega
a un punto en la vida de una nación en que determinados
sacrificios no pueden justificarse [...] y sólo el tiempo
dirá si EEUU está actuando con sabiduría
o se ha resignado a su decadencia cultural". La Administración
Bush se enfrenta ahora, en potencia, a desafíos paralizantes
para poder recuperar tanto la legitimidad internacional como la
unidad interior, dijo, y el gobierno tiene poca credibilidad tanto
en casa como en el extranjero: "Nadie nos creerá hoy
si declaramos que estamos convencidos de que Irán está
prosiguiendo actualmente con su programa de armas nucleares sin
una evidencia decisiva que sostenga nuestra posición".
[Brzezinski]
citó las encuestas sobre la opinión pública
que mostraban, en todo el mundo, una hostilidad abrumadora hacia
las políticas estadounidenses, señalando una en
particular, en la cual los encuestados expresaban su disgusto
por que Iraq no hubiera presentado una resistencia más
efectiva ante la invasión estadounidense. "¿Cuál
era el significado de la pregunta?", preguntó. "¿Cuál
fue la pregunta que se formuló? La pregunta que realmente
se formuló es '¿no lamentas que no hayan muerto
más estadounidenses?'. Eso nos da en alguna medida la profundidad
del odio hacia nuestras políticas".
La estrategia
de la Administración Bush en la lucha contra el terrorismo
ha sido un fracaso, dijo Brzezinski: "La guerra global contra
el terrorismo ha unido a todos los terroristas, a todos los terroristas
islámicos y les agrupa al considerarse todos enemigos nuestros.
La estrategia no debe consistir en unir a nuestros enemigos y
dividir a nuestros amigos. Todo lo contrario".
El significado
de estas críticas se demuestra en la audiencia que se reunió
para escucharlas, incluidos periodistas importantes como David
Sanger del New York Times, Ron Brownstein de Los Angeles Times,
Howard Fineman de Newsweek, James Fallows de Atlantic Monthly,
Dana Priest del Washington Post y Judy Woodruff de la CNN, así
como representantes de Businessweek, UPI, Knight-Ridder, US News
&World Report y otras publicaciones.
Unos días
después, Sanger publicaba un comentario en el New York
Times titulado, "Tema candente: cómo EEUU podría
retirarse de Iraq". Hacía alusión a las extendidas
discusiones en Washington entre congresistas republicanos y demócratas,
entre jefazos militares e incluso entre funcionarios de la administración
Bush acerca de la utilización de las elecciones del 30
de enero como una oportunidad para empezar a reducir los efectivos
estadounidenses en Iraq.
Sanger citaba
tanto las críticas que Scowcroft hizo sobre Bush el 6 de
enero como la respuesta de éste, en la que rechazaba las
preocupaciones sobre la posibilidad de que las elecciones condujeran
a una guerra civil y declaraba: "Creo que las elecciones
serán una experiencia increíblemente esperanzadora
para el pueblo iraquí." El escritor del New York Times
continuaba: "Pero el optimismo del presidente aparece en
notorio contraste, según se dice desde el interior de su
administración, con algunas conversaciones que se están
manteniendo en la Casa Blanca, el Pentágono y el Congreso.
Por vez primera se está cuestionando si es políticamente
posible esperar hasta que las fuerzas iraquíes estén
adecuadamente entrenadas antes de que el comienzo de la retirada
de las tropas estadounidenses se convierta en un desastre".
Divisiones
en la élite dirigente
Estos comentarios
no significan de ninguna manera que la Administración de
Bush vaya a empezar a retirar las tropas de Iraq. Al contrario,
los violentos ataques de los insurgentes antes y después
de las elecciones del 30 de enero pueden muy bien forzar al Pentágono
a enviar más tropas para reforzar la desmoronada posición
estadounidense. Estas discusiones revelan claramente las profundas
divisiones entre la élite gobernante -que se mantiene en
su mayoría muda durante la campaña de las elecciones
para evitar dar qué decir al pueblo estadounidense acerca
del asunto- sobre cómo abordar la debacle de Iraq.
Mientras Brzezinski,
Scowcroft, el New York Times y otros cortan por lo sano; si Bush
hiciera lo mismo significaría su aceptación pública
de que su política exterior ha fracasado y conduciría,
antes que después, al colapso efectivo de su Aministración.
La Casa Blanca de Bush difícilmente se conformará
con ese destino. Está empeñada en una nueva e imprudente
partida de dados, consistente en incrementar la fuerza de las
tropas estadounidenses en Iraq, utilizando cada vez mayor devastación
y métodos violentos o provocar un nuevo conflicto con otro
antagonista potencial, como Siria o Irán.
La facción
incondicional a favor de la guerra en los medios de comunicación
se ha precipitado a alentar a la administración El columnista
de política exterior del Washington Post David Ignatius
advirtió sobre la "creciente discusión entre
republicanos impacientes en el Capitolio y oficiales militares
experimentados acerca de si EEUU necesita buscar una estrategia
de salida rápida a una guerra que está yendo muy
mal". La página editorial del Post, que se sitúa
en el establishment entre los más fervientes seguidores
de la guerra, publicó una declaración en la que
pedía que las elecciones iraquíes tuvieran lugar
en la fecha fijada del 30 de enero.
Las implicaciones
de la posición incondicional a favor de la guerra aparecían
detalladas en la columna de Ignatius, que pedía que se
eliminaran todas las restricciones a las acciones militares estadounidenses
en las regiones habitadas por sunníes donde la actividad
de los insurgentes está más extendida. "Cada
mañana, los insurgentes deben despertarse aterrados ante
la idea de que morirán", escribió. "Esta
especie de guerra sucia no es en la que me gustaría ver
luchar a las fuerzas estadounidenses; es una guerra para las fuerzas
especiales iraquíes. Será una lucha brutal, pero
es la misma que deberían emprender cada día las
autoridades de Arabia Saudí, Egipto, Jordania y Siria contra
los yihadistas en sus países. De alguna forma, la intimidación
en Iraq tiene que invertirse, para que sean los insurgentes quienes
teman por la pérdida de sus vidas".
Así
funciona la lógica de guerra de Bush. El pretexto inicial,
muy desacreditado y olvidado, fue la supuesta posesión
de armas de destrucción masiva de Sadam Husein y los lazos
con al-Qaeda (organización que se ha visto fortalecida
de forma inconmensurable con la conquista estadounidense de Iraq).
Entonces se dijo a la gente que Washington estaba llevando la
democracia y la libertad a Iraq. Pero, como Ignatius detalla,
la ocupación estadounidense requiere los mismos métodos
brutales que los empleados por las dictaduras militares y las
monarquías absolutas de las que se sirve Washington como
aliados en el resto del mundo árabe.
Texto
original publicado en la web de 'World Socialist Web Site'
Permitida
la reproducción parcial o total siempre y cuando se
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