Estados Unidos está perdiendo la guerra
Fernando López D'Alesandro
Bitácora - Rebelión
2 de noviembre del 2003
George W. Bush quiere que la ONU o la comunidad internacional o sus aliados incondicionales envíen tropas a Irak. Se mostró dispuesto, además, a aumentar el papel de la Naciones Unidas en el proceso "democratizador" y reunió en Madrid una conferencia de "donantes", para que "colaboren" con el esfuerzo económico de la ocupación y la reconstrucción del país que se empecinó en invadir. Lo anterior no significa un giro hacia la sensatez de Washington, por el contrario son síntomas de desesperación frente a una guerra que, de seguir el camino actual, se puede transformar en una nueva derrota para el imperio. El perfume de Viet Nam comienza a ser sentido por todos.La imprevisión
En el área de Ciencias Sociales del CERP de Salto seguimos de cerca el proceso contemporáneo. Cuando aún no había comenzado la guerra, coincidíamos en que probablemente la invasión sería fulminante, pero "el día después" iba a ser largo y violento. La resistencia al invasor, en nuestros análisis, estaba fuera de duda. No puede dejar de llamar la atención que El Pentágono y la Casa Blanca, con sus inmensos recursos logísticos, no hayan previsto una situación que era evidente para tres profesores uruguayos que debatían entre mates y clases de historia y geografía. Esto no quiere decir que seamos sagaces analistas, sino que el gobierno de Washington sufre de miopía y de imprevisión.
Efectivamente, Paul Wolkwiftz, sub secretario de defensa, admitió públicamente que las armas de destrucción masiva fueron una "excusa burocrática" que se acordó en el gobierno para que la guerra fuera potable. El 23 de julio el indiscreto jerarca imperial y principal ideólogo de la guerra, sostuvo que algunas de las "suposiciones claves" acerca de la ocupación estadounidense en Irak estaban equivocadas, que no habían previsto la resistencia y que la situación se esta volviendo difícil. El 22 de octubre, se hizo público un memoramdum del Secretario de Defensa Donald Rumsfeld, donde se admite que las cosas no van bien y que la guerra en Afganistán e Irak será larga. El domingo 26 de octubre Collin Powell fue más lejos cuando evaluó el combate de la resistencia iraquí: "No esperábamos que fuera tan intenso durante tanto tiempo". No importa si la impericia sobre los escenarios bélicos más probables fue por falta de capacidad, por soberbia o por la desesperación de atacar fuera como fuera, ahora las consecuencias humanas, económicas y políticas son inocultables. El gobierno norteamericano se lanzó a una guerra de conquista y liberó demonios que hoy no puede controlar.
Las cifras de la guerra
La resistencia al invasor ha transformado la guerra en una masacre cotidiana. Según Robert Fisk -corresponsal de The Independent en Bagdad- las bajas civiles iraquíes llegan a diez por día. O sea, diariamente diez familias en Irak acumulan odio y se transforman en potenciales apoyos a las guerrillas. No menos problemática es la situación de las tropas norteamericanas. Según Iraqwar -una página Web de militares rusos, con información de inteligencia- el promedio hasta octubre de las bajas diarias comprobables era 1.3, pero dejan en claro que si se agregan las bajas por "fuego amigo" y por "accidentes" el promedio casi se triplica. El total de bajas desde el 1 de mayo hasta el 27 de octubre es de 220 (199 americanos, 18 británicos, 1 dinamarqués 1 español y 1 ucraniano). Según The Washington Post, la cifra de soldados estadounidenses muertos desde que se anunció el final de la guerra es de 201, los heridos en combate desde el inicio de la invasión es 1.567, de los cuales 710 lo han sido desde que el 1 de mayo. Médicos militares citados por el diario indicaron que se trata habitualmente de heridos graves, con amputaciones de uno o varios miembros. Otras fuentes inobjetables tienen cifras algo peores. De acuerdo al Comando Central Americano, al 28 de setiembre, un total de 1.685 americanos fueron heridos en acción, lo que hace un promedio de 8.7 por día, desde el comienzo de la guerra en marzo. La suma de las bajas y los heridos de los últimos siete meses se aproxima peligrosamente a los dos mil, o sea un número similar al de todo 1967 en Viet Nam, cuando la guerra se puso caliente. A principios de mes el General Ricardo Sánchez admitió que "el enemigo ha evolucionado, es más complejo, está mejor organizado y, en algunos casos, es muy tenaz" y que cada semana mueren de tres a seis soldados en el país ocupado. Así, mientras que entre mayo y agosto el promedio de ataques contra las fuerzas de ocupación era diariamente de 24, hoy pasó a una media de 35 al día.
Los saltos cualitativos de la resistencia han sido enormes. De los primeros ataques anárquicos en abril, las operaciones fueron cada día más audaces, hasta que probaron que podían atacar objetivos más importantes, como la sede de la ONU, causando graves daños y la muerte de altos jerarcas. La serie es demostrativa: La muerte del ayatolá Mohamed Baqr al Hakim -el líder local más importante con que contaba Estados Unidos- en un atentado el 28 de agosto que mató a mas de ochenta personas; la muerte de la ministra colaboracionista Aquila Al Ashemí a mediados de setiembre, para llegar el 26 de octubre al frustrado atentado contra el sub secretario de defensa norteamericano, Paul Wolfowitz. Ocho cohetes fueron lanzados contra el hotel Al Rashid, una de las principales sedes de la ocupación, donde un coronel americano murió y por lo menos quince soldados fueron heridos; Wolfowitz salió ileso. Al día siguiente el atentado contra la sede la Cruz Roja fue una señal clara contra la internacionalización del conflicto y la intensión de transformarlo en una simple cuestión "asistencial". El éxito fue notorio para la resistencia: la Cruz Roja, la ONU, Médicos del Mundo y Médicos sin Fronteras decidieron dejar Irak, aislando aún más a Washington. Debemos recordar los atentados cotidianos contra los iraquíes que colaboran con los invasores -fuerzas de seguridad, comisarías, etc.- para comprender porqué la ocupación fracasó en su primer y más sencillo objetivo: poner orden en el Irak de la post guerra. Un solo dato da cuenta de la situación: 12 millones de iraquíes -seis de cada diez- está desocupado. Los aeropuertos no pueden operar. El cerco seguridad inicial de que los rodeaba era de diez kilómetros, pero hoy la resistencia ataca a tres kilómetros del aeropuerto de Bagdad, según Robert Fisk. El caos debe ser mayúsculo, lo que explica los enroques que Bush acaba de ejecutar. Retiró de la función de reconstrucción a Rumsfeld y creó un comité especial para la "normalización" liderado por Condolezza Rice, generando una fuerte tensión en el gobierno, al restarle poder al Departamento de Defensa, con el agregado de que la operatividad de la nueva comisión está cuestionada al no tener ni objetivos ni atribuciones muy claras. En este panorama de confusión la resistencia iraquí prosigue su crecimiento. Hoy más de veinte organizaciones luchan contra el invasor a lo largo de todo el país y al parecer desde hace dos meses realizan acciones coordinadas.
El impacto de esta situación es imprevisible. Si bien las protestas contra la guerra en Estados Unidos no son aún tan graves como en otras épocas, se van volviendo más importantes. Las encuestas señalan que la popularidad de Bush bajó drásticamente, la confianza de la población en la marcha de la guerra también y los datos sobre la "necesidad" de que las tropas regresen pronto aumentaron. El sábado 25 de octubre cerca de treinta mil personas marcharon por el Mall de Washington DC, pidiendo el final del conflicto, la vuelta de los soldados y el juicio al presidente norteamericano. Más grave aún es la sensación general de que el gobierno mintió. Las armas de destrucción masiva no aparecen, el uranio que Sadam iba a comprar en Níger era mentira y altos asesores y técnicos gubernamentales declararon a la televisión -en "60 minutos" del periodista Mike Wallace- que Irak no era una amenaza ni para EEUU ni para sus vecinos, que estaba desarmado y que se sabía que no poseía ni armas nucleares ni químicas. Mientras tanto, el Comité de Información del Senado norteamericano realiza una profunda investigación sobre el papel de la CIA en esta trama de engaños y se supo de forma preliminar que la CIA y otros organismos se basaron en pruebas circunstanciales y en documentos procedentes de una sola fuente para elaborar sus informes sobre la capacidad de las armas de destrucción masiva iraquíes, según informaron fuentes demócratas y republicanas a The Washington Post. Estamos seguros que conforme se acerquen las fechas electorales, el escándalo irá tomando proporciones cada vez más graves con consecuencias imprevisibles.
Los amables donantes
Soportar la guerra en solitario tiene graves riesgos militares y económicos. Del déficit récord de 480 mil millones de dólares -el 4% del PBI- el presidente Bush admitió en setiembre que el 25% corresponde a la guerra. No aburriremos al lector con la lluvia de datos más que conocidos sobre la recesión americana; desocupación creciente, balanza comercial con un déficit histórico (44.300 millones) y con la tasa de interés más baja en los últimos cincuenta años, 1%. El explosivo crecimiento del producto bruto en el último trimestre, 7.2%, se debe a que los consumidores recibieron una inyección de 14 mil millones, por lo que los analistas sostienen que de no equilibrarse los déficits y si no aumenta la inversión productiva, el salto hacia delante tendrá aire para poco más de un año. La competencia internacional contra el oro y contra el euro, además, está horadando la hegemonía del dólar a niveles desconocidos. Sumemos a esto la crisis de los estados, que redujeron drásticamente sus gastos sociales sin lograr despegar de la recesión. El crecimiento de las economías estatales bajó la tasa anual a apenas un 1%, de un promedio de casi el 7% en los '90. En este contexto, EEUU gasta mensualmente 5.000 millones de dólares en Irak y Afganistán. Según el Wall Street Journal en los seis meses de guerra Irak consumió 70.000 millones de dólares de El Pentágono, más de lo que le costó a la Unión Soviética la ocupación de Afganistán. Y ya que estamos comparando, según USA Today, a precios actuales, Estados Unidos está gastando por mes en Medio Oriente lo mismo que gastó mensualmente en Viet Nam, 5 mil millones de dólares, pero con salvedades: mientras que en Viet Nam los efectivos eran 500 mil, en Irak son apenas 130 mil, con el agregado que en aquella guerra EEUU ejecutó la reconstrucción de la infraestructura, cosa que se incluyó en el gasto, en tanto que aún los iraquíes siguen a oscuras y sin agua corriente. O sea, ocupar Bagdad es más caro que ocupar Hanoi. Todo fue mal calculado. La Casa Blanca supuso que la guerra saldría 2 mil millones mensuales pero los números se fueron a más del doble. Por eso Bush solicitó al congreso 87 mil millones más -de los que destinará el 78% a gastos militares, dejando el resto para la "reconstrucción"- creando el más caro esfuerzo militar y civil desde el Plan Marshall. Sumando los 79 mil millones de dólares aprobados en el inicio de la guerra, a Estados Unidos le costó 166 mil millones deponer a Saddam Hussein y al talibán. Desde 1948 hasta 1952, Estados Unidos gastó para reconstruir Europa un equivalente a 100 mil millones de hoy.
En tal situación, Washington no tuvo más remedio que pasar el sombrero. La conferencia de "donantes" reunida en Madrid el 23 y 24 de octubre debía recolectar 36.500 millones, de los que sólo consiguió 12.700 debiendo la Casa Blanca comprometer 20.300 para poder publicitar la conferencia como un "éxito". Collin Powell recordó al finalizar el "telemaratón" -según su propia definición- que en realidad se deben recaudar 56.500 millones, cifra que está muy lejana a la colecta realizada en Madrid. Y para peor, el dinero aportado en gran parte no es "donado", llegará a los iraquíes en forma de créditos, lo que aumentará la ya crítica deuda externa. En definitiva, Europa primero y el resto del mundo después, dejaron sólo otra vez a Estados Unidos con las cargas de la guerra que generó. ¿Es una táctica europea? Desde las empresas privadas, el riesgo es muy grande. ¿Quién va a invertir en un país donde los gasoductos vuelan todas las semanas? Para la Unión Europea, sin embargo, es una oportunidad política. Un tropiezo norteamericano en Irak abrirá el paso a una nueva etapa en las relaciones internacionales, donde la UE, con el liderazgo de Alemania y Francia, podrá hablar de igual a igual con un Estados Unidos derrotado o, por lo menos, con serios problemas por culpa de su aventura iraquí. No es casual que la aprobación de la resolución 1511 por el Consejo de Seguridad fuera acompañada por una inmediata conferencia de prensa donde franceses, alemanes y rusos declararon que no enviarían tropas a Bagdad.
A pesar de sus esfuerzos, Estados Unidos está tan sólo como al principio de la guerra, debiendo soportar sin apoyos las cuentas y las muertes, mostrando al mundo su incapacidad para vencer.
* Docente de Historia en Regional Norte (UDELAR) y en el CERP del Litoral. Salto, Uruguay