Mensaje de Monseñor Ignacio Trejos, Obispo de San Isidro del General, Costa Rica al Presbiterio y fieles

28 de marzo 2003

MENSAJE DEL OBISPO DE LA DIÓCESIS DE SAN ISIDRO DE EL GENERAL Y DE LA
VICARIA DE PASTORAL SOCIAL AL PRESBITERIO Y FIELES DIOCESANOS.

Ante el lamentable estallido de la guerra contra el pueblo de Irak, nos
permitimos dirigirles unas reflexiones que nos ayuden a comprender y
enfrentar esta cruel derrota que la humanidad entera ha sufrido, y
cuyas
trágicas consecuencias nos tocará necesariamente enfrentar.

Primeramente, desde estas tierras del Valle de El General, que gozan
hoy,
por inexplicable designio divino, "tiempos de paz", nos unimos al dolor
del
pueblo Iraquí, y nos solidarizamos con su angustia, su desconsuelo, su
experiencia de abandono, hoy doblemente oprimidos por el gobierno del
tirano
Sadám Hussein y por las bombas de los Estados Unidos de Norteamérica y
su
así denominada "coalición". Reconocemos en este pueblo sufrido, el
rostro
de Jesucristo, presente siempre entre los más pobres de los pobres.
Invitamos, pues, a todos ustedes a elevar la más ferviente oración a
Dios,
Padre de Amor, Justo entre los justos, para que cese la guerra y
prevalezca
la paz.

Ante las noticias internacionales sobre las decisiones del Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas, a quienes correspondía y corresponde,
por
derecho propio, tomar decisiones en relación con el desarme de Irak y
el
cumplimiento de las resoluciones de la ONU, es que, como profeta de
nuestro
tiempo, su Santidad Juan Pablo II se pronunció en favor de la paz y la
búsqueda de alternativas no violentas para evitar la guerra. En virtud
de
lo anterior, el observador permanente de la Santa Sede ante la
Organización
de las Naciones Unidas, Arzobispo Celestino Migliore, al intervenir en
el
encuentro del Consejo de Seguridad sobre la situación entre Irak y
Kuwait
expresó lo siguiente:

«La Santa Sede está convencida de que entre los esfuerzos basados en
los
muchos instrumentos de paz que posee el derecho internacional para
hacerse
escuchar, el recurso a las armas no sería justo».

Por esta razón, Su Santidad se dirigió al Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas, dos día antes del inicio de la guerra: "Pero quisiera
recordar también a los países miembros de las Naciones Unidas, y en
particular a los que componen el Consejo de Seguridad, que el uso de la
fuerza representa el último recurso, después de haber agotado cualquier
otra
solución pacífica, según los bien conocidos principios de la misma
Carta de
la ONU. Por este motivo, ante las tremendas consecuencias que tendría
una
operación militar internacional para las poblaciones de Irak y para el
equilibrio de toda la región de Oriente Medio, que tanto ha sufrido ya,
así
como para los extremismos que podrían desencadenarse, les digo a todos:
todavía hay tiempo para negociar; todavía hay espacio para la paz;
nunca es
demasiado tarde para comprenderse y para seguir tratando."


Pero este grito de su Santidad no fue escuchado, ni tampoco el de la
mayoría de las naciones del mundo, respaldado por manifestaciones
masivas.

A un pueblo que desde hace 12 años pide pan, hoy día, se le tiran
bombas con
"promesas de reconstruir". Y las víctimas ¿quién las reparará?


Muy válida consideramos la severa amonestación de su Santidad al Señor
George W. Bush, presidente de los Estados Unidos, una vez iniciada la
guerra
sin el mandato soberano de la Naciones Unidas: «Quien decide que se han
agotado todos los medios pacíficos que pone a disposición el Derecho
Internacional, se asume una grave responsabilidad ante Dios, ante su
conciencia y ante la historia»

Por los graves precedentes que sientan estas acciones, es fundamental
que
seamos conscientes de los riesgos que corre la humanidad entera ante
la
declaratoria de guerra contra Irak:

Ø se ha rechazado el Derecho Internacional, y la organización
encargada de velar por la justicia entre las naciones, la ONU. Unico
espacio que Costa Rica reconoce para dirimir los conflictos
internacionales.
Ø se ha pretendido legitimar la doctrina nefasta de la "guerra
preventiva", sin pruebas, sin mandato de las autoridades mundiales, con
una
absoluta y escandalosa desproporción en el despliegue de la fuerza, que
nos
hacen dudar del costo/beneficio de la intervención
Ø igualmente, se ha pretendido legitimar la intervención militar
extranjera, dentro de un Estado para deponer a su gobernante,
insistimos,
sin mandato expreso de la ONU

El mensaje claro, diáfano, firme y profético de nuestro Pastor
Universal
coincide con la más que centenaria tradición pacifista del pueblo
costarricense: un país sin ejército, constructor de la paz, neutral,
pro-activo en la construcción de la paz, ejemplo del mundo, que "En la
lucha
tenaz, de fecunda labor, que enrojece del hombre la faz, conquistaron
tus
hijos, labriegos sencillos, eterno prestigio, estima y honor"

Estas tradiciones tan queridas del pueblo costarricense, así como las
de la
Santa Madre Iglesia contrastan con la triste y pusilánime posición del
gobierno de Costa Rica, unas de las pocas naciones que proclama en su
Constitución que la Religión Católica es la Religión del Estado.

Es por esto que las declaraciones del Señor Presidente de la República,
don
Abel Pacheco nos han causado tanta consternación. El Señor Presidente
justifica lo injustificable: una guerra claramente definida por el
derecho
internacional como ilegítima, y lo más grave, se fundamentó en la
comparación grotesca entre los niños costarricenses y los niños
inocentes
iraquíes, que con sus palabras condenó a muerte.

Estas declaraciones le han permitido a Costa Rica un deshonroso lugar
en la
lista de las naciones, que apoyan una guerra ilegítima.

Este triste y vergonzoso episodio en la diplomacia nacional e
internacional,
nos llevan a presentar ante nuestras autoridades y ante la comunidad
internacional, como testigo, la más enérgica protesta por el abandono
de
nuestra tradición cristiana y pacífica y a la vez, desde lo más
profundo del
sentir de nuestro pueblo costarricense solicitar al señor Presidente de
la
República, don Abel Pacheco de la Espriella realizar todos los
esfuerzos,
para que quede clara ante la comunidad internacional, que la República
de
Costa Rica NO APOYA esta guerra ilegítima emprendida por los Estados
Unidos
y sus aliados. "Reflexionar sobre los propios deberes, comprometerse en
concretas negociaciones, no significa humillarse, sino trabajar con
responsabilidad por la paz" ha dicho el Papa a quienes apoyan la
guerra y
desean volver atrás.

De igual manera, Costa Rica debe ser líder en las gestiones que la
mayoría
de las naciones realizan ante la ONU, para terminar la intervención
militar
en Irak.

En sintonía con esta Iglesia orante y constructora de paz, acogemos las
palabras de nuestro Pastor, Juan Pablo II:
.
"Además, nosotros, los cristianos, estamos convencidos de que la paz
auténtica y duradera no es sólo el fruto de los acuerdos políticos...
--
sino que es don de Dios a cuantos se le someten y aceptan con humildad
y
gratitud la luz de su Amor...

...Pertenezco a la generación que vivió y que, Gracias a Dios,
sobrevivió a
la segunda guerra mundial. Tengo el deber de decir a todos los jóvenes,
a
los que son más jóvenes que yo, que no tuvieron esta experiencia:
«¡Nunca
más la guerra!», como dijo Pablo VI en su primera visita a las Naciones
Unidas. ¡Tenemos que hacer todo lo posible! Sabemos bien que la paz a
toda
costa no es posible. Pero todos sabemos lo grande que es esta
responsabilidad. Por tanto, ¡oración y penitencia!"

Precisamente en búsqueda de esa oración y penitencia, tan
propias de
este tiempo cuaresmal, es que les dirigimos, con todo respeto y amor a
ustedes, queridos diocesanos, estas reflexiones de verdad, justicia,
unidad
y amor, por la suerte de la entera humanidad.

Les amamos y bendecimos en el Señor.
Monseñor Ignacio Trejos Picado
Obispo de la Diócesis de San Isidro de El General
Pbro. Oscar Navarro Hernández
Vicario de Pastoral Social


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