Entre las guerras
Günter Grass, Alemania 1927
Página 12
17 de enero del 2003
Las advertencias inútiles ante un peligro inminente de
guerra se han convertido ya en rutina. Y, sin embargo,
las rimas que Matthias Claudius compuso en su día
siguen siendo hoy completamente actuales:"¡Hay guerra! ¡Hay guerra! ¡Oh ángel de Dios,
defiéndenos,/y habla! Por desgracia hay guerra. ¡Y yo
anhelo/no tener culpa en ella!".Muchos signos de admiración apoyan la primera estrofa
de esta poesía que ha perpetuado la inutilidad de su
advertencia. Por ello, porque ha sobrevivido tantas
batallas, la pongo al principio de mi advertencia "¡y
habla!", que, como intromisión, según me temo, no
será oída.La guerra es inminente. Una vez más la guerra es
inminente. ¿O es que sólo se amenaza con guerra para
que la guerra no se produzca? ¿Significa la palabra
restrictiva "sólo" que la marcha escenificada desde
hace semanas en la Península Arábiga y el Mar Rojo por
parte de las tropas norteamericanas e inglesas y las
unidades de la flota, y que alimenta a los medios de
comunicación con imágenes de superioridad militar, es
un simple gesto de amenaza que finalmente tan pronto
como un dictador de entre las dos decenas de
dictadores que gobiernan en el mundo se haya
desgastado en el exilio o deseablemente esté muerto
puede ser cargado en cuenta y olvidado?Parece que no. Esta inminente guerra es deseada. En
las cabezas que la planean, en las Bolsas de todos los
continentes, así como en los canales de televisión que
tienen la fecha adelantada ya está teniendo lugar. El
enemigo como objetivo está reconocido, nombrado y,
junto a otros enemigos de reserva a reconocer y
nombrar, se presta para la conspiración de un peligro
que nivela todas las dudas. Conocemos la manera de
proceder por la que se descubre un enemigo, en el caso
de que éste falte.Al mismo tiempo, también es conocido aquel tipo de
juego de la guerra en el que se acierta justo al lado
del objetivo. Nos son familiares también los términos
para daños y pérdidas de vidas humanas que hay que
aceptar como inevitables. Asimismo, nos resulta común
que se cuenten y se lamenten sólo los relativamente
pocos muertos de la potencia mundial dominante,
mientras la masa de los enemigos muertos más sus
mujeres y niños queda sin contar y no es digna de
duelo.Así, nos preparamos para la repetición. Esta vez, los
nuevos sistemas de misiles deben acertar al lado del
objetivo todavía más concretamente. Nos amenaza una
guerra en forma de selección de imágenes. Como ya
conocemos su avalancha de imágenes limpias de horrores
detallados y como también los derechos televisivos
están concedidos a la conocida emisora de las tres
siglas, esperamos una continuación de la guerra como
serie televisiva, interrumpida sólo por los espacios
comerciales para consumidores pacíficos.Ahora, al margen, se intenta ver quién participa
activamente o sin gran entusiasmo o quién sólo quiere
estar un poco en la próxima guerra que ya está
teniendo lugar, como los alemanes, para quienes de
manera forzosa el liderazgo de la guerra pertenece o
debería pertenecer al pasado.¿Contra quién se dirige esta guerra, que parece que
fuera sólo una amenaza? Oficialmente contra un
horrible dictador. Pero Saddam Hussein fue en su día,
como también otros dictadores, un compañero de armas
de la potencia mundial democrática y sus aliados. Como
representante, y armado con ayuda de Occidente, Irak
llevó a cabo durante ocho años la guerra contra Irán,
porque en el país vecino del dictador gobernaba un
dictador que en su día era enemigo número uno.Pero también se dice algo que todavía no ha podido
ser probado que Saddam Hussein dispone ahora de armas
de destrucción masiva. Además se promete: Después de
la victoria contra el dictador y su sistema, la
democracia será introducida en Irak. Pero los países
vecinos al dictador Arabia Saudita y Kuwait, que están
aliados con Occidente y le sirven como base militar de
avance, también están dominados dictatorialmente.
¿Deben ser estos países objetivo de las próximas
guerras en pos de la libertad? Sé que estas preguntas
son inútiles. La arrogancia de la potencia mundial da
respuesta a todas. Pero cualquiera puede saber o darse
cuenta de que se trata del petróleo. O, mejor dicho,
se trata otra vez del petróleo. El tejido de la
hipocresía con la que la última superpotencia y el
coro de sus aliados acostumbran a ocultar sus
intereses es tan cerrado, que la estructura del
dominador se muestra desnuda. Se presenta
desvergonzadamente y como un peligro público en su
orgullo desmesurado. El actual presidente de Estados
Unidos encarna esa peligrosidad.No sé si las Naciones Unidas son lo suficientemente
firmes como para resistir las ansias concentradas de
poder de Estados Unidos de América. Mi experiencia me
dice que a esta guerra le seguirán por el mismo
impulso otras. Espero que los ciudadanos y el gobierno
de mi país demuestren que los alemanes hemos aprendido
de guerras en las que teníamos la culpa y que por ello
decimos "no" a esta continua locura llamada guerra."¿Qué debería hacer si en mis sueños con aflicciones/y
sangrientos, pálidos y descoloridos/vinieran a mí los
espíritus de los muertos a golpes,/y lloraran ante mí,
qué?"La pregunta la plantea la segunda estrofa de la poesía
"Cantar de guerra" de Matthias Claudius. Una pregunta
que nosotros con respecto a nuestras guerras y sus
"muertos a golpes" hasta hoy no hemos contestado de
manera válida. Aquella guerra lejana, inminente, que
ya tiene lugar y que nunca ha acabado nos vuelve a
hacer la pregunta."Por desgracia hay guerra. ¡Y yo anhelo/no tener culpa
en ella!"
http://www.rebelion.org/opinion/grass170103.htm