EE.UU. gasta US$ 4.000 millones por mes en la ocupación de Irak
Ana Baron
Clarín - Rebelión
12 de julio del 2003
La ocupación de Irak está saliendo mucho más cara de lo que el Pentágono había calculado, no sólo en dólares, 4.000 millones por mes, sino también en vidas humanas. Si a eso se le suma el hecho de que la Casa Blanca admitió que utilizó información falsa para justificar la guerra contra el régimen de Saddam Hussein, es fácil comprender por qué hay gente en Washington que a veces menciona la palabra Watergate, el escándalo que acabó con la presidencia de Richard Nixon.
Totalmente a la defensiva, el presidente George W. Bush pidió ayer paciencia y dijo que EE.UU. debía seguir siendo "fuerte en Irak". Por su parte, el secretario de Estado, Colin Powell, dedicó casi toda la conferencia de prensa en Africa a explicar que el uso de información falsa por parte de Bush con respecto a las armas de destrucción masiva no tuvo como objetivo engañar al público norteamericano.
Lo cierto es que desde que el presidente aterrizó en un portaaviones en mayo pasado y declaró la victoria en Irak, la atmósfera en Washington ha cambiado radicalmente. La credibilidad de la Casa Blanca está sobre el tapete. Los demócratas, como el senador John Kerry, ya no dudan en criticar abiertamente la estrategia de Bush. "Tiene que decir la verdad, incluyendo que la guerra no ha terminado y las muertes continúan", dijo el legislador.
El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, fue duramente cuestionado el miér coles en el Senado cuando anunció que el mantenimiento de 150.000 soldados norteamericanos en territorio iraquí estaba costando 4.000 millones de dólares por mes, el doble de lo previsto. Rumsfeld tuvo que pedir a uno de sus asesores que llamara al Pentágono para obtener precisiones. El monto incluye gastos en comida, combustible, transporte y operaciones militares. Pero no la reconstrucción de Irak.
Rumsfeld quiso ser optimista cuando explicó que en poco tiempo las tropas co menzarían a regresar a Estados Unidos, un tema que preocupa mucho a los legisladores. Pero el general Tommy Franks, ex comandante de las fuerzas estadounidenses en Irak, descartó esa posibilidad y vaticinó que los soldados de su país podrían permanecer en territorio iraquí por otros cuatro años.
El representante demócrata por Montana, Ike Skelton, le respondió al jefe del Pentágono señalando que temía que "nos encontremos en una guerra de guerrillas", algo parecido a lo que ocurrió en Vietnam.
Bush ordenó invadir Irak argumentando que las armas de destrucción masiva que poseía Saddam Hussein representaban una amenaza. Esta semana la Casa Blanca tuvo que admitir, sin embargo, que la información sobre la que se basó esa acusación era falsa. El escándalo que ha generado esta admisión todavía persiste.
Por primera vez desde el inicio de la guerra, los periodistas norteamericanos han comenzado a cuestionar duramente a los funcionarios de la administración. Ayer Powell tuvo que explicar por qué -según él- Bush dijo en su discurso sobre el estado de la Unión, el 28 de enero pasado, que Irak había comprado uranio a Níger, una información que resultó falsa.
Según el secretario de Estado, que excluyó ese informe al hablar pocos días después en la ONU, la información de inteligencia "es como un tren que se está moviendo y uno sigue tratando de establecer qué es lo correcto y qué es lo falso. Muchas veces es bastante correcta. Pero uno tiene que emitir juicios".
Los demócratas, furiosos, han pedido abrir una investigación en el Congreso. Daryl Kimball, director ejecutivo de la Asociación para el Control de Armas, dijo que su organización, como muchas otras, considera que el gobierno justificó el ataque contra Irak exagerando la información de sus agencias de seguridad y citando también información de inteligencia que había sido desacreditada.