Estados Unidos como el único país del mundo:
Subordinación en la miseria y la desigualdad
Apolinar Díaz-Callejas, ex ministro y senador colombiano
Argenpress.info
29 de abril del 2003
En el análisis de las acciones imperiales de Estados Unidos se incurre con frecuencia en el error de olvidar la historia de ese país, en la que conviven y contrastan la agresión a otros pueblos con la existencia de movimientos y dirigentes políticos y sociales comprometidos en la solidaridad con los perseguidos de su propio sistema represivo.George Washington decía que 'las naciones no tienen amigos, sólo intereses'. Su primer Secretario del Tesoro, Alexander Hamilton, impuso en 1791 'aranceles sobre los productos extranjeros, así como subsidios a los fabricantes norteamericanos', como condición para el desarrollo. Abraham Lincoln, en el apogeo de la economía capitalista norteamericana en su marcha hacia al imperialismo, dijo: 'No sé demasiado acerca de los aranceles, pero lo que sé muy bien es que, cuando compramos bienes manufacturados a los extranjeros, nosotros nos quedamos con los productos y ellos con el dinero. Cuando compramos productos nacionales nos quedamos con ambas cosas'.
El Capitán de marina Alfred T. Mahan, ideólogo de fines del siglo XIX con quien se identificaban Henry Cabot Lodge, Teodoro Roosevelt y otros líderes de la etapa imperialista, escribía en 1890 que el más riguroso proteccionismo había permitido crear el gran mercado interno y el poderío económico de su país: 'en el interior el mercado nacional está asegurado'. Mirando al siglo XX agregaba: 'pero en el exterior, allende los mares, están los mercados del mundo que sólo pueden ser penetrados y controlados por una competencia vigorosa'. Para ello propuso el control del Golfo de México, el Caribe, Centroamérica, el canal de Panamá ya en construcción por Colombia y del cual la despojaron en 1903, Hawai, Filipinas y otras islas y regiones del Pacífico. Para esta empresa de dominio universal, recomendó una poderosa armada de guerra y una flota mercante que a cañonazos, si era necesario, abrieran a su comercio las puertas del mundo. A fines del siglo XIX formuló la política imperialista para el siglo XX.
Para el siglo XXI, anunciado como otro siglo de Estados Unidos por Reagan, Bush padre y Clinton, con el neoliberalismo y la globalización manejados en su beneficio, el presidente Bush, que no tiene límites morales ni éticos y dispone del poderío militar, atómico y espacial más grande de la historia, que podría y puede destruir toda la tierra, con la guerra de Irak y la supuesta lucha contra el terrorismo, está abriendo camino a la esclavización de las naciones conforme al interés de su país. Lleva a rastras para las menudencias al gobierno británico de Tony Blair.
Robert B. Reich, Ministro de Trabajo de Bill Clinton, dice: 'Estamos pasando por una transformación que modificará el sentido de la política y la economía en el siglo venidero. No existirán productos ni tecnologías nacionales, ni siquiera industrias nacionales ... Lo único que persistirá dentro de las fronteras nacionales será la población que compone un país ... los menos competentes quedarán relegados a un más bajo nivel de vida ... aquellos individuos que estén en mejores condiciones de prosperar en el mercado mundial serán inducidos a librarse de las trabas de la adhesión nacional'.
Desaparecerían las naciones, menos Estados Unidos. Es el mundo que ofrece Bush después de Irak. Sólo que él ignora que la historia la hacen los pueblos. Todos los pueblos. Incluido el estadounidense.
* Apolinar Díaz-Callejas es ex Senador de la República de Colombia, ex Ministro del Gabinete del Presidente Carlos Lleras Restrepo y Miembro actual de la Comisión Andina de Juristas.
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