Sobreviene algo monstruoso

John Chuckman

YellowTimes - www.rebelion.org

23 de marzo del 2003

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

No escucho, ni leo, las noticias de la guerra. Las únicas noticias que quiero oír son que termina el asesinato.

¿Asesinato? Sí, la palabra la escogí con cuidado.

Puedo imaginar fácilmente cómo nació la expresión "conmoción y espanto". Recuerden, en EE.UU. el marketing es más importante que cualquiera otra cosa. Todo, desde el tratamiento del cáncer de mama a Jesús es comercializado en esta extraña sociedad. Ni siquiera se trata de una ligera exageración, aunque si usted no ha vivido allí, tendrá que aceptar mi palabra. Ahora mismo están ocupados comercializando el terror, la inseguridad, y la xenofobia, y por ello no son muchas las oportunidades que le quedan a uno de visitar EE.UU. para investigar este tipo de cuestiones.

Si uno es un estadounidense de pura sangre, comercializar asesinatos, incluso asesinatos masivos, es como comercializar cualquier otra cosa. No se puede ser aprensivo al respecto. Se necesita una frase o consigna que suene bien, un logo atractivo, y tal vez una música temática pegajosa. Se necesita algo que convenza a consumidores hastiados de que algo nuevo y excitante está a punto de aparecer en sus pantallas de televisión. La necesidad es mayor que nunca ahora que el entretenimiento y la información han sido fusionados por completo en las emisiones estadounidenses -televisión y radio, a propósito, que son de propiedad de un pequeño número de personas, y todas coinciden en compartir el mismo interés en mantener los hornos del Pentágono alimentados con cuatrocientos mil millones de dólares por año.

Imagino batallones de asesores del Pentágono, que ganando cientos de dólares por hora cada uno, que iban y venían meses antes de la guerra con sus caros laptops en maletines de diseñador en cuero, haciendo presentaciones sobre sus proposiciones de marketing, esperando cada uno que conseguiría el gran contrato. Y entonces un buen día, alguien sorprendió a la multitud con una súper presentación del concepto exactamente adecuado, "conmoción y espanto", con numerosos efectos especiales que con seguridad funcionarían bien en la televisión.

No puede ser que ninguno de esos inocentes con pantalones arrugados en el Pentágono jamás haya oído hablar del Frente Occidental con los bombardeos verdaderamente horripilantes de la Primera Guerra Mundial, con cañones que podían reventar tus tímpanos si estabas demasiado cerca, que a veces duraban días enteros antes de que los soldados saltaran fuera de sus trincheras y cargaran contra la alambrada de púas del otro lado a través de campos surcados por ametralladoras pesadas y con cráteres de granadas sobre los que esperaba el gas mostaza listo para cegarlos y quemar los pulmones de cualquiera suficientemente desgraciado como para aspirarlo.

Desde luego, eran bombardeos destinados a los soldados, no a una ciudad como Bagdad, pero tal vez me preocupo por nimiedades.

Los estadounidenses ya no combaten de esa manera. En realidad, desde Vietnam - donde los pusieron en fuga incluso después de que lograron quemar con napalm buena parte de las aldeas -los estadounidenses simplemente ya no combaten. Ha habido intentos de recomenzar con la práctica por aquí y por allá, como en Mogadiscio, pero los resultados no fueron lo que se esperaba -unos pocos soldados muertos y EE.UU. dio media vuelta y escapó. Desde luego, no había sido necesario que las cosas ocurrieran de esa manera, sino no hubieran arruinado una misión humanitaria con la premura por liquidar a todo vecino del lugar que les lanzara una mala mirada. Tal vez simplemente no habían estudiado bastante los grupos de enfoque y los sondeos de marketing ante de comenzar con su maloliente misioncita.

Ahora, EE.UU. simplemente comete asesinatos en masa con armas controladas por ordenador desde una distancia segura y lo llama combatir. Cuando se detienen las explosiones y los gritos, y los valerosos muchachos yanquis salen a su misión de ocupación desde sus cuarteles con aire acondicionado (ya no usan trincheras) en sus vehículos blindados con aire acondicionado, en sus trajes de Kevlar a prueba de balas, equipados con lociones de protección solar y linguines congelados, no tienen mucho que hacer fuera de evitar resbalar y caer en la sangre humana salpicada por todas partes por los misiles y las bombas de alta tecnología. También tienen que recordar que se deben colocar sus trajes de burbujas y usar sus respiradores en áreas saturadas con toneladas de uranio empobrecido vaporizado.

Los "boyz" corren muy poco peligro -todos ellos, a pesar de su masa bovina, inducida por los esteroides, y sus cabellos cortados a ras de apariencia salvaje, son considerados cariñosamente como torpes, jóvenes Ricky Nelson (por lo menos, antes de que le diera por la cocaína), que siempre dicen cosas como "señor" y "oh, diablos".

He escrito antes sobre la proximidad de la edad del puritanismo estadounidense de alta tecnología, pero no esperaba que iba a alcanzarnos tan rápidamente, recordándome el comienzo de una nueva edad de hielo. EE.UU. es capaz de destruir a cualquiera o cualquier sitio que no le guste o que le parezca sospechoso -es como si fuera el Israel de Sharon que ocupa Palestina a escala mundial.

No se requieren consultas con otros, o si los estadounidenses consultan brevemente, será un truco de marketing utilizado con plena confianza en que pueden ignorar a todos y echarlos a un lado, incluso si esto incluye, como sucede en el caso de Irak, a la mayoría de la gente del mundo.

A la espera de lograr alguna apariencia exterior de respetabilidad, esta vez EE.UU. condujo una campaña muy desagradable de amenazas y soborno entre bastidores. De nuevo, no exagero; es como obtuvieron la patética lista de treinta países de los que ni uno de diez estadounidenses había oído hablar, pero, incluso así, la mayor parte de esos sitios no se sumaron al asesinato, simplemente mostraron su apoyo de alguna manera difusa como reacción ante la presión del gigante pituitario económico mundial.

Cuando uno se pone a pensar, ¿quién más podía sumarse al asesinato? ¿Quién más está equipado para el asesinato electrónico a larga distancia? Pero EE.UU. siempre piensa en otros para que ocupen y controlen, relevando a los "boyz" incluso de esas tareas.

Se podría haber pensado que si hubiera habido algún motivo auténtico para la guerra éste sería obvio para algunos líderes mundiales más. ¿Por qué se requería tanta intimidación y amenazas? Pero el caso no era obvio, porque alguna gente muy capaz en el Consejo de Seguridad de la ONU, todos, en realidad, amigos de Estados Unidos, lo divulgaron y no pudieron estar de acuerdo. Sobre todo, querían tiempo y paciencia para las inspecciones. Pero Mr. Bush, dotado de intelecto y sapiente erudito, sabía más que todos juntos, y además, en su Texas nativo, todo lo que importa es si uno tiene puños más grandes o es el que saca primero su pistola.

Tal vez la próxima vez EE.UU. pensará que ya no requiere respetabilidad. En realidad, esta vez consiguió muy poco a cambio de sus esfuerzos. Es lo que nos dicen los terriblemente ratoniles neoconservadores cuando hablan del daño a la ONU y a la Alianza Atlántica. Simplemente se les olvida mencionar que el daño lo hizo EE.UU.

Todos sabemos lo que Lord Acton dijo sobre el poder y el poder absoluto. Sus palabras siguen siendo más valederas que cualquiera otra cosa que se haya expresado jamás sobre el comportamiento humano, y deberían servir de advertencia, pero temo que sólo nos brindan consuelo. Baste con imaginar un mundo en el que se ha hecho posible masacrar a cualquier cantidad de gente, virtualmente con impunidad -un mundo en el que ese tipo de poder está en manos de un grupo relativamente pequeño de personas de mentes estrechas, serios, autosatisfechos, que poseen recursos materiales virtualmente ilimitados, y que creen que de alguna manera son guiados por Dios ya que nadie más en el planeta tiene esos privilegios.

Es un cuadro del futuro que desespera, pero si uno está mirando o escuchando las noticias sobre Irak desde el estudio de conferencias de prensa recién construido, especialmente diseñado, de súper-lujo, del Pentágono, estará obteniendo una primera visión detenida de ese futuro cercano.

22 de marzo de 2003
[John Chuckman es ex economista jefe de una gran compañía petrolera canadiense. Vive en Canadá, que gusta de llamar "el reino de la paz".]
Su correo es: jchuckman@YellowTimes.org

 

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