Malas inversiones y pobreza impiden desarrollo de la salud en Latinoamérica

Evandro Bonfim

Adital

23 de abril del 2004

 

Brasil - Adital/ Evandro Bonfim* Las metas del milenio para América Latina en el sector de salud han sido impulsadas con la divulgación, en este mes, del panorama de los indicadores vitales de la región por el Banco Mundial. Los datos indican avances evidentes y los principales obstáculos para la mejoría en la calidad de vida de los 526,7 millones de latinoamericanos: las ineficientes inversiones gubernamentales y la pobreza todavía generalizada.

A estos problemas antiguos se suman variables nuevas como el envejecimiento de la población, cuja expectativa de vida ha sobrepasado por primera vez los 70 años (67,9 en 1990 para 70,7 en 2002, año de la última compilación de datos del organismo financiero). Eso implica el aumento en la cantidad de personas que sufren enfermedades no transmisibles asociadas con la vejez o los cambios en el estilo de vida, tales como la diabetes, las enfermedades cardíacas y el cáncer, problemas sobre los cuales la población no está todavía bien informada.

Pero los grandes fantasmas de la salud pública en el pasado están siendo gradualmente exorcizados. La tasa de mortalidad infantil (para cada 1.000 nacimientos) ha disminuido de 42,4 en el inicio de la década pasada para 27,5 en el 2002. Los servicios básicos también están dejando de ser exclusivos de las clases privilegiadas. El porcentaje de la población con acceso al agua tratada ha pasado de 82,4% en 1990 para 86,4% en 2001, y a la red sanitaria de 72,2% para 77,2% en el mismo período.

Sin embargo, la pobreza sigue siendo alarmante y resultando en las enfermedades relacionadas a la alimentación precaria. En una década casi no hubo variación en el porcentual de la población ganando menos de 1 dólar al día (de 11% en 1990 para 11,1% en 2001). Por eso otros indicadores importantes como la cantidad de personas comiendo menos que el valor mínimo de calorías diarias continúan elevados. El 14,1% de la población estaba mal nutrida en 1990 y actualmente cerca de 11,6% se encuentra en las mismas condiciones.

Como ejemplo del impacto de la pobreza en la cuestión de salud, en Bolivia los niños que nacen en hogares del quintil más pobre de la población tienen cuatro veces más probabilidades de morir antes de cumplir los cinco años que los niños que nacen en el quintil más rico, mientras que en México la mortalidad infantil en las comunidades indígenas supera en 70% el promedio nacional.

En Brasil, por otra parte, la población negra tiene una expectativa de vida siete años menor a la de la población blanca. En el país el tratamiento de calidad para determinadas es posible sólo para los que pueden pagar seguro salud privado, mientras en casos como el Sida, el sistema público es considerado referencia internacional. El combate al Sida es uno de los principales avances de la región en materia de salud.

Aunque se tenga esparcido la asistencia medica a la población a través de programas como los de salud familiar, según el Banco Mundial, "debido a lo poco equitativo de los servicios de salud de la región en cuanto a cobertura y calidad, si se comparan con el resto del mundo los resultados son poco satisfactorios con relación al elevado nivel de gastos (entre 7% y 12% del PIB)". Los analistas del organismo financiero esperan mejorías en los gastos hasta 2015, año programado para el cumplimiento de las metas del milenio.

Todavía hay países en la región que dejan a desear no sólo en la calidad como así también en el volumen de los gastos. México, por ejemplo, invierte muy poco en el sector salud, apenas 5,8 por ciento del producto interno bruto (PIB), reconoce el titular de la Secretaría de Salud del país, Julio Frenk Mora, al detallar que países como Costa Rica y Colombia destinan aproximadamente 9% del PIB a este rubro, mientras el promedio en América Latina es de 6,9%.

Esto se refleja en las causas de los problemas laborales en el sector de la salud en la región, que ha producido 37 conflictos de alcance nacional durante el año 2003, afectando los servicios públicos de salud, con paros y huelgas que oscilaron entre las 24 horas y nueve meses en 12 países latinoamericanos (Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, Perú, República Dominicana y Uruguay). En el 68% de los casos las principales demandas han sido justamente por la ampliación de los recursos para la salud a través del incremento de salario y de presupuesto para los sistemas de salud.

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