Colombia: Uribe en el trapecio
El fascismo enmascarado
Miguel Urbano Rodrigues
resistir.info - Rebelión
26 de julio del 2003
En América Latina el fascismo raramente se presenta de la manera tradicional. Desde el fascismo boliviano de Unzaga de la Vega, en los años 30, al fascismo militar de Pinochet, todos se han caracterizado, en la teoría y en la práctica, por una atipicidad que no facilita el trabajo de los cientistas políticos y de los historiadores.El actual presidente de Colombia es un ejemplo interesante de ese extraño fenómeno.
Álvaro Uribe Vélez, por vocación, sentimiento, estilo de gobierno y opción ideológica es un adepto del fascismo. Si hubiera vivido en la década que precedió la Segunda Guerra Mundial, Hitler seria su modelo. El Fuherer alemán lo habría fascinado.
Como la época es otra, toma por referencia, adaptándole a Colombia, el neofascismo que inspira el sistema de poder estadounidense. Manteniendo intactas las estructuras institucionales del Estado trata de vaciarlas de su contenido formalmente democrático. La fachada subsiste, pero la hipertrofia del poder Ejecutivo impide en la práctica cumplir su papel al Legislativo y al Judicial. De dinámicos que deberían ser se transforman en estáticos.
Con la Constitución reducida a un documento casi sin valor, Uribe desarrolla un proyecto totalitario cuya praxis es fascista.
Es un proyecto complejo, ambicioso, cuyo avance exige una ruidosa orquestación publicitaria. Para destruir la democracia, el presidente repite exhaustivamente que su objetivo supremo es defenderla y perfeccionarla. Por eso la apología de la democracia es una constante en su discurso político.
En este contexto, la más reciente maniobra de Álvaro Uribe es la ofensiva para su reelección. Un obstáculo a superar es la Constitución que limita a cuatro años la permanencia en el poder del Presidente de la Republica.
Uribe considera insuficiente ese período. En sus discurso repite que el cumplimiento de su programa, por la grandeza del mismo, exige por lo menos ocho años, quizás doce.
La senadora liberal Piedad Córdoba concluyó que, por el estilo, la campaña de la reelección trae a la memoria la de Fujimori en Perú.
Pero aunque cuente con fuerte apoyo en el Congreso, la tarea de Uribe no es sencilla. Serán indispensables ocho votaciones para que el proyecto de enmienda constitucional sobre la reelección alcance su objetivo.
UN DEMAGOGO HÁBIL
Uribe Vélez no se parece a los dictadores tradicionales. Actualmente no existe en América Latina un presidente responsable de una suma de crímenes comparable a la suya. Su currículo define al hombre y al político. Como gobernador del Departamento de Antioquia fue él quien dio al paramilitarismo el empuje que permitió mas tarde a los bandos de Carlos Castaño transformarse en la más importante organización terrorista del Continente. La lista de crímenes comprobados que incentivó seria en otro país suficiente para justificar una sentencia de cadena perpetua. Mas en Colombia la maquina de la justicia, corrompida hasta la médula, es cómplice de Uribe.
Contrariamente a presidentes con la misma concepción totalitaria del poder, Uribe Vélez no tiene un discurso truculento. Cultiva una oratoria caracterizada por la apología permanente de la democracia representativa y del humanismo. Hace la guerra hablando de la paz. Es indudablemente un comunicador. Seria un error subestimar su capacidad de impresionar a los interlocutores que desconocen su pasado y métodos. Ninguno de los presidentes que lo precedieron en la Casa de Nariño consiguió como él unificar a la derecha oligárquica y hacer que la pequeña y mediana burguesía acepten un programa tan restrictivo de las libertades y derechos constitucionales.
Gradualmente, sin que millones de colombianos lo percibieran, un neofascismo enmascarado se instaló en el país a través de medidas y prácticas que, permitiendo la sobrevivencia de la fachada institucional, han abierto la puerta a una dictadura de hecho.
Bush, obviamente, identifica en su colega colombiano a un alma gemela. Entre ambos hay, lo siente, «una gran empatía». Pero Álvaro Uribe no solamente obtuvo algún éxito en su relación personal con presidentes democráticos de América Latina; también amplió los contactos, antes difíciles, con los grandes de la Unión Europea. Contó para eso con la ayuda de su amigo Aznar.
Regresó con las manos vacías en lo que concierne a la ayuda material para el combate a la insurgencia, mas consiguió que los gobiernos de la UE cambiaran su política tradicional frente a las guerrillas. Los miembros de las FARC-EP y del ELN se encuentran desde el ultimo año en la clandestinidad en toda Europa, donde la INTERPOL los persigue como «terroristas».
Mientras, la propaganda de Uribe amplía y manipula sus supuestos éxitos como negociador. Ocurrió eso después de la reunión del Grupo de Río en el Cuzco y posteriormente en el encuentro de Londres sobre Colombia.
En el primer caso el gobierno de Bogotá afirmó que el grupo de Río había decidido apoyar la llamada política de «guerra total» de Uribe, lo que es falso. Del Cuzco no salió ninguna declaración en ese sentido.
En lo que se refiere a la reunión convocada por iniciativa de Blair y Aznar, El Tiempo, en un editorial titulado «El espaldarazo europeo», celebró la imaginaria victoria del Presidente recorriendo a la tradicional expresión de Julio Cesar conmemorando la conquista de las Galias : Vini,vidi,vici (llegué, vi y vencí). Una mentira triunfal, porque la gran victoria fue imaginaria.
Han omitido los epígonos de Uribe que cualquier ayuda a su gobierno será condicionada por el cumplimiento de las 27 recomendaciones constantes del informe de James Lemoyne, representante en Colombia del secretario general de las Naciones unidas. Una de esas exigencias establece que el gobierno no «podrá introducir en el orden jurídico colombiano normas que permitan a los miembros de las fuerzas armadas desempeñar funciones de policía judicial ni otras incompatibles con la independencia de la justicia».
Ocurre que la injerencia del Ejecutivo en el área del Poder Judicial es precisamente uno de los pilares del proyecto del llamado Estatuto Antiterrorista del gobierno. Este entiende además que puede decidir, sin intervención de la Justicia, si un ciudadano debe o no ser extraditado a pedido de Washington.
En Época Uribe criticó con vehemencia el representante de la ONU (y al mismo secretario general) considerando inaceptables sus recomendaciones. Es oportuno recordar que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA exige igualmente que todos los Estados miembros de la organización se abstengan de «adoptar medidas legislativas» manifiestamente incompatibles con sus objetivos».
URIBE Y LOS PARAMILITARES
Las negociaciones en curso para la reintegración de los paramilitares en la sociedad provocaron uno gran escándalo político.
El paramilitarismo es parte de la política del estado colombiano. Fue creado por el ejército para ejecutar las tareas más sucias. Observadores de organizaciones internacionales han comprobado en el terreno muchos de los innumerables crímenes cometidos por los bandos asesinos de paramilitares. Sobre el tema existe hoy una abundante documentación traducida a muchos idiomas.
Uribe, cuyas intimas relaciones con el paramilitarismo fueron motivo de acusaciones publicas manifestó desde el inicio de su mandato el deseo de «reintegrar» los paramilitares. No es secreto que el gobierno pretende colocar en el ejercito y en las policías algunos de los principales cuadros de los bandos de Carlos Castaño, el jefe máximo de esa basura humana. Otros serán parte del cuerpo de centenares de miles de «sapos», los informadores de los servicios de seguridad.
En las negociaciones, los paramilitares son tratados por los representantes del gobierno como patriotas desviados que sólo han optado por la violencia empujados por el deseo de proteger a la ciudadanía contra las guerrillas comunistas
Algunos reportajes publicados en la prensa de Bogotá y Medellín presentan a esos jóvenes como seres ingenuos, casi angelicales. El general Jorge Mora y la ministra de la Defensa condecoraron no hace mucho algunos paramilitares por servicios a la comunidad propios de humanistas.
En realidad, la historia de los crímenes del paramilitarismo es sombría, en paralelo con la de los más siniestros escuadrones de la muerte del Continente. Castaño se divertía cortando con una motosierra los brazos de los guerrilleros de las FARC prisioneros, antes de echarlos, moribundos, a los cocodrilos del Magdalena.
Por sí sólos los testimonios -divulgados por diferentes ONGs -relativos a las matanzas recientes de campesinos, torturas y violaciones de mujeres, ejecutadas por los bandos de paramilitares en la región de Barrancabermeja, en el oriente de Antioquía, representan un libelo abrumador contra una organización criminal responsable del asesinato de decenas de miles de personas.
Son esos terroristas los que Álvaro Uribe, en su campaña anti-terrorista, pretende reintegrar a la sociedad. En parte desde luego, pues unos 6500 paramilitares pertenecen a grupos de bandidos que no participan de las negociaciones. En estas el gobierno tiene como interlocutores los bandos de Carlos Castaño y Salvatore Mancuso, los dos capos.
Una extensa entrevista con el último, publicada en la edición del 20 de julio de El Tiempo, ilumina bien su mentalidad y permite al lector hacerse una idea de la atmósfera de hipocresía de la vida cotidiana en la Colombia actual.
Hay que aclarar que Castaño y Mancuso son riquísimos. Jamás el ejercito los incomodó, aunque aparecen con frecuencia y entran y salen del país sin dificultad.
Mancuso, hijo de inmigrantes italianos, no está preocupado con el pedido de extradición presentado por los EE UU. Expresando sorpresa, Salvatore, lugarteniente de Castaño, afirma tratarse de un equívoco. Jura no mantener relaciones con el narcotráfico (mentira ridícula) y dice no percibir por qué lo acusan en Washington de traficante. Según él el equivoco terminará tan pronto se le ofrezca la oportunidad de conversar sobre el tema con los norteamericanos. «Cuanto más claro tengan quiénes somos -declaró- y cuál es el horizonte al que apuntamos, más claro tendrán ellos el papel que tendrán que jugar en la solución pacifica del conflicto armado nacional». Ese es su lenguaje. Y probablemente las comadres se entenderán.
Salvatore es bucólico, casi romántico en su confesión. Firmado el acuerdo con el gobierno, sus paramilitares quieren «dedicarse a las familias y volver a la vida normal que llevaban anteriormente» El, personalmente, podrá entonces, con placer por el deber cumplido, entregarse a su vocación de agricultor, de industrial, de empresário...
Mancuso, como Castaño, es un mafioso. La hipocresía escurre de cada párrafo de su discurso de Tartufo. Sus palabras dispensan comentarios. Eticamente pertenecen ambos a la familia de Uribe, su protector.
LAS FARC Y LA ONU
El 17 de julio, el secretariado del Estado Mayor Central de las FARC-EP hizo pública una Carta Abierta dirigida de las Montañas de Colombia al secretario general de la ONU.
En el preámbulo se explica el motivo de la iniciativa: el apoyo condicionado que Naciones Unidas ofrecen a la lucha del presidente de Colombia «contra el terrorismo y el narcotráfico ».
La organización revolucionaria de Manuel Marulanda registró que la ONU se abstuvo de utilizar el lenguaje de Uribe para cualificar las a guerrillas colombianas.
El Estado Mayor Central de las FARC informa y reivindica: «Las FARC.EP son pueblo en armas, una organización político-militar de oposición al Estado y al régimen político colombiano, una fuerza beligerante con opción de poder. Al conocer la información de prensa sobre los resultado de las entrevistas, foros y seminarios de los emisarios del Gobierno de Colombia, en la Unión Europea y su organización, solicitan de usted igual tratamiento, espacio y garantías para explicar su propuesta de Nuevo Gobierno para la Paz, plasmada en la plataforma política, y hacer conocer en directo, de viva voz, los argumentos políticos indispensables para que usted y la organización mundial que representa, en uso de su buen juicio, pueda analizar y concluir con certeza si realmente conviene darle el respaldo al señor Uribe Vélez, o si, por el contrario, esa no es la contribución al conflicto interno de Colombia».
Agrega el Secretariado de las FARC que la entrevista pedida permitiría informar la ONU de su propósito de buscar «una solución política al conflicto social y armado por vía diplomática».
Para sorpresa y disgusto de Uribe, Koffi Anan, en declaraciones a la comunicación social, se manifestó abierto a dialogar con las FARC. Estas han propuesto como su representante en un eventual encuentro al comandante Raúl Reyes.
Como es de conocimiento público, las FARC exigen negociaciones directas con el Gobierno, rechazando la mediación de las Naciones Unidas para la solución de los problemas internos, nombradamente el canje de prisioneros. En confrontación están dos conceptos antagónicos de soberanía nacional. Sin embargo, las FARC tienen gran interés en informar la ONU sobre sus posiciones reales, desmontando las calumnias contra ellas forjadas.
Mientras, se profundiza la contradicción entre el discurso pseudo pacifista de Uribe y su política de guerra total.
En el terreno militar las cosas van mal para el presidente. Pese a que el general Ospina, comandante en jefe, insiste en prometer victorias decisivas contra la insurgencia, las FARC infligieron en las últimas semanas nuevas derrotas al ejército y a los paramilitares.
Los hechos desmienten la oratoria triunfalista de Uribe, exhibiéndose en sus juegos de trapecio.
El original portugués de este articulo se encuentra en http://resistir.info