Bolívar contra los gringos

Jaime Galarza Zavala

Altercom

9 de agosto del 2003

A propósito de los actos celebrados en torno al natalicio del Libertador por la derecha pro yanqui ecuatoriana y sus corifeos.
Ellos, que borraron del Calendario de Fiestas Patrias la fecha natal (24 de Julio), buscaron inútilmente reimplantar en el imaginario popular un Bolívar “ligth” y de pacotilla.
Este artículo es un homenaje a la verdad. Bolívar cabalga en los Andes y en su Gran Colombia, con más fuerza que nunca.


Los que mandan en Estados Unidos siempre han usado el nombre del Libertador Simón Bolívar como si les perteneciese. Lo llaman el Padre del Panamericanismo; de aquel Panamericanismo en cuyo nombre desgarraron a México, arrebatándole miles de kilómetros cuadrados; invadieron varias veces los países centroamericanos, se apoderaron de Puerto Rico, convirtiéndola en Colonia y campo de tiro, asaltaron Panamá, impusieron a Cuba la Base Naval de Guantánamo, hoy convertida en campo de concentración al mejor estilo nazi; en fin, violaron el derecho internacional del que fue celoso creador y defensor consecuente el genio de Caracas.

Nada más lejano de Bolívar que la política rapaz del Imperio del Dólar. Por algo lo estigmatizó al afirmar “los americanos –es decir, los yanquis- son capaces de todo”. El 20 de Agosto de 1818 en carta dirigida a Bautista Irvine, Agente de Negocios de Estados Unidos para Venezuela, el Libertador se quejó duramente por la falta de compresión y apoyo el naciente Imperio hacia la causa independentista de la América hispana. Dijo entonces: “Hablo de la conducta de los Estados Unidos del Norte con respecto a los independientes del Sur, y de las rigurosas leyes promulgadas con el objeto de impedir toda clase de auxilios que pudiésemos procurarnos allí”. Censura con fuerza el hecho de que los gringos secuestraran las goletas venezolanas Tigre y Libertad que transportaban armas para los patriotas, condenado a los tripulantes a diez años de prisión y a diez mil pesos de multa.

Posteriormente, el 5 de Agosto de 1829, al escribir en Guayaquil un mensaje al Coronel Patrick Campbell, Encargado de Negocios de Gran Bretaña en Bogotá, estampó esta profética sentencia: “Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miserias a nombre de la Libertad”.

El sueño de Bolívar jamás fue crear nada que se pareciese a la actual OEA, símbolo de ese panamericanismos manejado con la zanahoria y el garrote por Washington. En la célebre Carta de Jamaica, escrita en 1816, tras pintar el pavoroso cuadro del coloniaje español que había reducido a nuestros pueblos –criollo, indios, negros y mestizos como señala Bolívar- a la esclavitud y servidumbre, hace la diferenciación del caso respecto a Europa y a la propia Norteamérica, y afirma: “Nosotros somos un pequeño género humano, poseemos un mundo aparte, cercado por dilatados mares…”

Un pequeño género humano, un mundo aparte… A partir de este concepto Bolívar postula la unidad de los pueblos sur y centroamericanos. La formación de la Gran Colombia, la liberación del Perú y Bolivia, sus planes para liberar a Cuba, sus propuestas de amistad a México, Argentina, Chile, todo, absolutamente todo en el pensamiento y la acción de Bolívar se orienta por esa brújula, de allí que sea justa la visión que tuviera José Martí seis décadas después, cuando exclamó: “Lo que no hizo Bolívar está por hacerse todavía en América”.

Desde luego, hay quienes pugnan en América por seguir las huellas del Libertador, en este caso en búsqueda de la Segunda Independencia, y antes que nadie su propio pueblo, el pueblo venezolano, que tanta sangre y tanto llanto entregó a la liberación del continente en las guerras de la Primera Independencia.

Sólo que ahora el Imperio a derrotar es la potencia más grande y más bárbara que existiera nunca en el planeta, y por tanto la tarea es mayor todavía que la enfrentada por Bolívar. Además, los gringos cuentan en nuestros países con guardias pretorianas y oligarquías poderosas, amén de grandes medios de comunicación para confundir y envenenar la mente de las masas. Lo vemos a diario en la campaña contra el Presidente Hugo Chávez, líder de la Revolución Bolivariana que ha echado a andar en el continente. Por algo en el caricaturesco golpe de Estado del año pasado, el testaferro Pedro Carmona, dictador de un día, mutiló el nombre de la República Bolivariana de Venezuela, pues el fantasma del Libertado les espanta.

Tienen razón. Mientras Bolívar esté vivo, como lo está hoy a 220 años de su nacimiento, seguirá constituyendo un enorme peligro para los opresores de los pueblos. Por suerte para éstos, nadie lo podrá matar.

*JAIME GALARZA ZAVALA, escritor, poeta y periodista ecuatoriano, autor de una veintena de libros.
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