La propaganda del pánico mitológico

14 de febrero del 2003

P. Luis Barrios
Iglesia San Romero de Las Américas
Nueva York

La propaganda del pánico mitológico

Una persona dijo: “Yo no sé usted pero yo estoy
completamente convencido de que Bin Laden está aquí
en Nueva York y va a llevar a cabo un acto
terrorista mucho más grande que el del 11 de
septiembre”. Otra le contestó: “Si el Presidente
Bush no acaba con Saddam Hussein y todos sus
terroristas esa gente nos van a matar a todos. Que
Dios nos proteja”. Durante esta semana tuve la
oportunidad de escuchar esta conversación
desesperanzadora en uno de los trenes de la ciudad
de Nueva York. También tuve la oportunidad de ver la
cara de pánico, espanto y terror que estos dos
ciudadanos tenían. En este preciso momento, la
campaña propagandista de la necesidad de una guerra
sigue creando un pánico colectivo en la ciudadanía.
No podemos negar que la disertación de hace dos
semanas del Secretario de Estado, Colin L. Powell,
ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas,
y durante esta semana pasada los alegatos de Robert
S. Mueller III, director del Buró Federal de
Investigaciones (FBI) y de George Tenet, director de
la Agencia Central de Inteligencia (CIA), ante el
Senado de los Estados Unidos ha sido una propaganda
efectiva para promover el pánico colectivo. A todo
este espectáculo propagandístico se le suma el
trabajo que realizan los medios de comunicación
sometidos a la maquinaria imperialista, que sin
cuestionar ni verificar, comercializan y distribuyen
el producto que les deja mayores ingresos; la
“desinformación parcializada”. Todo este montaje se
justifica con el alegato de que existe una relación
directa entre el gobierno de Saddam Hussein y la
organización terrorista de Osama Bin Laden, Al
Qaeda. Por otro lado, también tenemos que señalar la
presentación durante la semana pasada del Secretario
de Defensa, Donald Rumsfeld, quien dijo que los
Estados Unidos no descarta la posibilidad de
utilizar armas nucleares contra Iraq. A toda esta
cofradía hay que sumarle el eco de asombro que
constantemente lleva a cabo el Presidente Bush cada
vez que uno de estos sus servidores se dirigen al
pueblo, muy particularmente su expresión de que “se
acabó el juego”. A mí me parece que el juego sigue
porque se sigue jugando a continuar creando un
pánico desesperanzador que justifique acciones
bélicas contra el pueblo de Iraq.
Yo sigo creyendo que en este sistema capitalista
corporativo las dos entidades más poderosas para
producir mitos relacionados con el sistema de
justicia criminal son el gobierno y los medios de
comunicación. Ahora bien, ¿qué es y cuál es la
función de esos mitos? Muy simple. El Diccionario de
la Lengua Española, Larousse, define un mito de la
siguiente manera: “relato popular o literario que
cuenta acciones imaginarias de dioses y héroes,
basados en un hecho real, histórico o filosófico”.
El hecho real es que el gobierno de los Estados
Unidos está interesado en poder controlar el
gobierno de Iraq porque de esta manera controla su
petróleo y su oro. Las acciones imaginarias son
muchas en este momento pero les enumero algunas:
“Osama Bin Laden y Saddam Hussein tienen una alianza
terrorista para destruirnos”, “Saddam tiene
escondido a Bin Laden en Iraq y por eso no lo
podemos encontrar”, “en cualquier momento esta gente
va a cometer un acto terrorista en nuestro
territorio”, etc. O sea, el mito tiene la capacidad
de reinterpretar y acomodar la realidad social con
el propósito de reconstruirla desde una realidad
falsa. Esto es la construcción social de la mentira
caracterizada en todo este disparate que estamos
viendo.
Por desgracia -y esto lo digo por las víctimas no
porque el gobierno de los Estados Unidos haya
quedado al descubierto- es de conocimiento público
las estrategias escabrosas y desvergonzadas que
diferentes gobiernos de los Estados Unidos han
llevado a cabo a través de la historia. Existe un
patrón de injusticia, abuso de poder, genocidios,
crímenes contra la humanidad, y por que no,
holocaustos, en donde algún día tendrán que dar
cuentas. En su empeño por controlar las riquezas del
mundo con la intención de fortalecer su sistema
capitalista justifican su poderío y expansionismo
militar como mecanismo de explotación y exclusión
dejando como resultado todo un proceso de control
imperialista. Como estamos lidiando con personas que
maquinan la maldad con la intención de acumular
riquezas, a mí no me sorprendería que el mismo
gobierno de los Estados Unidos ejecute un acto de
autoterrorismo para intentar validar sus mitos. Vale
la pena recordar todo el disparate del inicio de la
guerra de Vietnam en donde ellos mismo, entre muchas
atrocidades se hundieron un barco con la intención
de presentarse como víctimas. Este es el mismo
papel que en este momento en el teatro de la guerra
están ejecutando. Yo no se si poner mas énfasis en
mis criticas a lo malo que son como actores o a
nuestra falta de memoria histórica. La realidad es
que a través de los años lo que se ha documentado es
su historial de ser agresores, y muy pocas veces han
sido las víctimas.
Para muestra otro botón y podemos evaluar la
documentación existente de cómo el FBI desató una
guerra sucia contra grupos disidentes en su propio
territorio y toda la guerra secreta en contra del
Partido de las Panteras Negras y del Movimiento de
los/as Indios/as Americanos/as está muy bien
documentada en dos libros, ambos escritos por Ward
Churchill & Jim Vander Wall: “The Cointelpro Papers:
Documents from the FBI’s Secret Wars Against Dissent
in the United States” y “Agents of Repression: The
FBI’s Secret War Against the Black Panther Party and
the American Indian Movement”. En la actualidad
nadie puede negar la manera tan descarada como se
estimula a los grupos de supremacía blanca y para
militares estadounidenses para que cometan actos
terroristas pero por supuesto, pase lo que pase la
culpa será de los grupos musulmanes, árabes,
palestinos, liderados por Saddam y Bin Laden. Ya me
lo decía mi abuelita: “mi nieto, al dedo malo todo
se le pega”.
Se hace necesario tener claro que para convertir
esta información errónea- o sea, crear en el pueblo
una “conciencia falsa”- en un mito se hace
necesario por un lado el llevar a cabo la
desinformación y por otro lado la exageración de la
desinformación que se está mercadeando. Esto con el
propósito de poder generar miedo y pánico. Por esto
una de las funciones del mito es producir lo que
estamos viendo en este momento; un estado de
desesperanza. Y por supuesto, la desesperanza tiene
como función principal facilitar en las personas la
aceptación de la ideología del fatalismo. O sea, el
convencimiento de que no hay remedio para lo que
estamos confrontando y que solo el gobierno nos
puede salvar. De aquí entonces la necesidad de
desideologizar la desesperanza, o sea,
desenmascararla hasta que se pueda percibir la
realidad. Un ejercicio interesantísimo que
contribuye a desideologizar es que constantemente
busquemos respuestas a preguntas como: ¿A quién
beneficia la decisión, solución o alternativa que se
ha presentado? ¿A quién perjudica? Y por supuesto,
¿quiénes toman la decisión? Yo siempre le añado: ¿En
donde está Dios en todo esto? Por ejemplo, a mí me
fascina el poder identificar lo ilógico de la
supuesta lógica de la clase dominante que me quiere
vender una necesidad de protegerme. Tome por ejemplo
el cómo en este momento los aeropuertos están
completamente militarizados y para el colmo a
alguien se le ocurrió la fantoche idea de ponerle
anti-misiles a los aviones. Sin embargo, en
ningún momento nos dicen que no nos montemos en un
avión, por el contrario no se quiere afectar los
intereses de las compañías de aviación. La lógica
me dice a mí que si es cierto lo que nos están
diciendo, o los/as terroristas nos matan cuando
estrellen el avión secuestrado, o el gobierno le
dispara un misil y nos pulveriza. O sea, que estamos
fregados/as si nos montamos en un avión en este
preciso momento. Que no se nos olvide lo que le pasó
al cuarto avión del 11 de septiembre del cual el
gobierno nunca habla y los medios de comunicación le
hacen el juego con el silencio.
También es importante reconocer que en la
caracterización de lo que llamamos mitos sus
ejecutores tratan primero: señalar a unas personas
que son malas, maléficas y perversas; segundo:
identificar a personas que son víctimas de la
maldad; y tercero: inventar héroes que vienen a
rescatarnos o salvarnos. Ya usted se podrá dar
cuenta: en la primera caracterización está Saddam y
Bin Laden, en la segunda estamos nosotros/as, el
pueblo y en la tercera el gobierno de los Estados
Unidos con sus militares. Ya esto parece un teatro
de la mitología griega.
Contrario a la desesperanza, la esperanza tiene
como función principal forjar en las personas la
convicción del optimismo radical. O sea, el
convencimiento de que hay soluciones a las
realidades impuestas. Por esto, nuestra esperanza
primeramente persigue alcanzar la comprensión más
crítica de cualquier situación de opresión,
explotación, exclusión y colonización; buscando
entender los procesos históricos, socio-económicos y
políticos, particularmente los efectos de estos en
nuestro diario vivir. En otras palabras, debemos
aprender a identificar y entender la manera como
funciona la desesperanza. A esta experiencia
transformadora Paulo Freire la identificó como el
“revivir” y “repensar”. El revivir y repensar no
sólo nuestra realidad contemporánea, sino también
nuestra memoria histórica. Esa memoria histórica que
el/la opresor/a desea que olvidemos es necesario
revivirla constantemente y en el transcurso de
revivirla la volvemos a pensar. No debe quedar
duda alguna de dónde venimos, porque este punto de
referencia nos ayuda a entender, por un lado, en
dónde estamos y por otro lado, hacia dónde debemos
dirigirnos. La experiencia de revivir y repensar
tiene como objetivo readueñarnos de nuestras vidas,
o sea, devolvernos nuestra humanización. Este
proceso es el comienzo de sacarnos de la inercia.
En este desenmascaramiento para encontrar la verdad
podemos comenzar también por denunciar el
presupuesto de defensa que el Presidente Bush
presentó al Congreso y que nadie quiere repudiar por
temor a perder su postulación y que se le acuse de
“traidor/a”. Estas neutralidades oportunistas me
recuerdan las palabras que Dios le dio a Dante para
que le recordara a la humanidad: “Los lugares más
calientes en el infierno están reservados para
aquellos/as que en tiempos de grandes crisis
morales, mantienen una neutralidad”. Ese presupuesto
de $380 billones de dólares, curiosamente no incluye
los gastos de más de $400 billones de dólares que
serán utilizados en una guerra contra Iraq en un
solo año. Este aumento en gastos militares no se
puede justificar a menos que no se promuevan los
mitos que en la actualidad están promoviendo. Por
supuesto, en vez de invertir este dinero en resolver
asuntos domésticos, como es la educación, a George
W. Bush y a quienes ocupan asientos en el Congreso
se le ocurre emprender una cruzada bélica que
enriquecerá más a las corporaciones que fabrican
equipo militar. Dicho sea de paso, el último informe
del Citizens’ Commitee for Children demostró que en
la ciudad de Nueva York los/as niños/as y jóvenes
Latinos/as viven en mayores niveles de pobreza, son
la mayoría en bajo aprovechamiento escolar y
deserción escolar. Me parece que este sería un buen
lugar para declarar la “guerra a la pobreza y al
analfabetismo” lo cual es una inversión a un futuro
con repercusiones en el presente.
Para desenmascarar esta propaganda del
pánico mitológico debemos denunciar a todas estas
personas e instituciones que están mintiendo al
pueblo a través de la desinformación. Deberíamos
también presentarles cargos criminales por la manera
tan cruel que han creado todo este malestar de
pánico, dolor e incertidumbre que se convierte en
tortura psicológica, o sea, una especie de
terrorismo que puede ser clasificado como crímenes
contra la humanidad. Por lo tanto, continuemos con
nuestro activismo de desenmascarar todas las
mentiras e invenciones que nos están presentando, y
sigamos diciéndole NO a la guerra mientras le damos
una oportunidad a la paz con justicia.

Padre Luis Barrios
Iglesia San Romero de Las Américas
New York, New York
Lbarrios@jjay.cuny.edu


"When I give bread to the poor, they call me a
saint; but when I ask why people are poor, they call
me a communist."

“Cuando di de comer a la gente pobre, me llamaron
santo; pero cuando pregunté por qué la gente es
pobre, me llamaron comunista”.

(Obispo Helder Camara; Brasil)




Volver arriba
Los pobres de la tierra - Inicio