Desmilitarización y pensamiento propio
Adolfo Pérez Esquivel
ALAI, América Latina en Movimiento
28 de mayo del 2003
Estamos en una situación sumamente crítica en el mundo: tensiones, conflictos y más de cincuenta guerras, muchas de ellas silenciosas, de las que muy pocas veces se habla. El mismo día de los atentados a las torres gemelas en Nueva York, hubo otro atentado: la FAO señaló que ese día murieron de hambre en el mundo más de 35.000 niños, pero nadie dijo una palabra sobre eso, los medios de comunicación no lo difundieron, las Naciones Unidas no se reunieron, el Consejo de Seguridad lo ignoró. A esto yo le llamo la bomba silenciosa que mata más que las guerras, es un genocidio silencioso contra la vida de nuestros pueblos.
Un cuento de un amigo de caminada en América Latina, Gabriel García Márquez, relata que un científico estaba en su gabinete investigando a ver si puede resolver algunos problemas de la humanidad. En medio de eso irrumpe su hijo, un niño de seis años, que molesta a su padre, y le dice: papá quiero ayudarte, y el padre dice: no hijo, estoy muy ocupado, estoy investigando, y necesito el tiempo para trabajar. El niño le dice: pero yo vengo a ayudarte; y el padre no sabe que hacer, no sabe cómo entretener a su hijo y encuentra una revista en la cual había el mapa del mundo, toma una tijera: ¡córtala hijo!; el niño comienza a cortar en muchos, muchos pedazos el mapa del mundo, y entonces le da una cinta al hijo y le dice: hijo siéntate aquí y trata de arreglar el mundo; pero el niño no conocía el mundo. Cómo arreglar el mundo?, y el padre, mientras volvía a su trabajo, se dice: con esto le tengo a mi hijo entretenido diez días; pero a las dos horas, el niño le dice: papá ya terminé, ya arreglé el mundo. El padre dice: no puede ser, si mi hijo no conoce el mundo, y fue a ver lo que había hecho el niño, y efectivamente, había arreglado el mundo. Y le dice: ¿cómo hiciste?, si no conoces el mundo. Papá cuando cortaste la hoja, vi que del otro lado había un hombre, y como conozco al hombre di vuelta a todos los papelitos y primero arreglé el hombre, cuando le di vuelta había arreglado el mundo.
Si nosotros no tenemos la capacidad de tener presente a ese hombre, esa mujer, ese niño, ese anciano, que nos cuestiona, que nos interpela, y que reclama un lugar en la vida. Todo lo que hacemos no sirve, ese es el eje, ese es nuestro objetivo: el ser humano, la persona humana, la vida de nuestros pueblos, la identidad de nuestros pueblos. A partir de eso podemos recrear la vida y podemos construir sociedades más justas, y más humanas para todos.
Esto no puede hacerse bajo el pensamiento único, que nos lleva a la muerte de las identidades, de los valores, de la conciencia de los pueblos, nos lleva a la muerte de la memoria y no hay pueblo sin memoria. Nosotros, en la resistencia tenemos que generar y potenciar el pensamiento propio, muchas veces cuando se olvida esta identidad del pensamiento propio, caemos en la dominación del pensamiento único. La dominación no comienza por lo económico, comienza por lo cultural, si nos dominan culturalmente estamos perdidos. He tomado también, para esta reflexión, como un aporte, el pensamiento de otro gran amigo el escritor uruguayo Eduardo Galeano, en los medios de comunicación, de incomunicación, nos dice: se nos obliga a aceptar en un mundo sin alma como lo único posible, un mundo donde no hay pueblos sino mercados, no hay ciudadanos sino consumidores, no hay ciudades sino aglomeraciones, no hay relaciones humanas sino competencias mercantiles, estamos frente al pensamiento dominante sobre los valores filosóficos, espirituales y éticos. Hay un quiebre del pensamiento, impuesto a través de este pensamiento único.
Pero, las cosas no ocurren porque sí, hay un sismo, hay una situación que hoy se está imponiendo en el mundo, esto es la globalización, no hablamos más de integración. Hablamos de la globalización, de este sistema de dominación donde nosotros terminamos utilizando el mismo lenguaje de los dominadores. Tenemos que liberar el pensamiento liberando la palabra, para poder ser nosotros mismos, y no tener el pensamiento ajeno, sino el pensamiento propio, a través de las identidades y la vida de nuestros pueblos.
Liberando el pensamiento y las identidades podemos construir nuevas posibilidades, y hoy, con la militarización, el ALCA, la deuda, estamos frente a la hegemonía mundial del pensamiento único. Los medios de comunicación que nos llevan a la incomunicación y el sometimiento de nuestros pueblos. Este proyecto de la hegemonía mundial nos está asfixiando, vienen por más, por nuestros recursos, por el agua, por el petróleo, y también por la dominación cultural.
La militarización, no viene sola, y por eso frenar su avance no implica solo que se vayan las bases militares norteamericanas. Si Estados Unidos tiene bases militares en América Latina, es porque hay gobiernos latinoamericanos cómplices, ese es el gran problema. Nadie se mete en la casa de uno, a no ser que sea un asaltante, pero aquí esta complicidad les ha abierto las puertas de los parlamentos y de los gobernantes.
Hay sociedades militarizadas, pero no solo a través de las fuerzas armadas; hay una militarización también policial. Las fuerzas policiales están militarizadas; muchas veces con el pretexto de la seguridad se condena la libertad, se deja la libertad, se pierde la libertad; y nos hablan siempre de la seguridad, pero ¿qué es la seguridad?. ¿Cuál es el rol que deben cumplir las fuerzas armadas en nuestros países?. Cuando éstas nacieron, surgieron de los procesos de liberación de nuestros pueblos, pero con el tiempo se han transformado en tropas de ocupación de nuestros propios pueblos. Para la imposición de las dictaduras militares en América Latina, más de ochenta mil militares latinoamericanos fueron formados en las Escuelas de las Américas de Panamá y en las academias militares de los Estados Unidos, para imponer el terror y la dominación en nuestros pueblos.
La década del 60 y 70, fue marcada por las dictaduras militares en América Latina, a través de eso se impuso la deuda externa, que es un mecanismo de dominación continental, luego vinieron las privatizaciones, las políticas de ajuste y capitalización. Y para esto, que tuvo un alto costo en vidas humanas, las fuerzas armadas fueron un instrumento. El rol de las fuerzas armadas en nuestros países debe ser el de servir a la soberanía del pueblo y no el de tropas de ocupación de nuestros propios pueblos.
¿Qué pasa con las bases norteamericanas en el continente, cuál es el objetivo? Ellas no están aquí para hacer desfiles, hay un proyecto muy claro de dominación, que viene de la época de las dictaduras militares hasta hoy. Esto no lo inventó Bush, él ha profundizado esta política de dominación en una forma brutal, pero el proyecto viene de muchísimos años atrás. El objetivo es la dominación, la anexión de América Latina a los Estados Unidos; para lo cual se emplean mecanismos de dominación como la deuda externa, el ALCA, e instrumentos como los del Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio, que permiten imponer este modelo de dominación.
El sistema imperante, no desconoce la resistencia de los pueblos; ha sido muy claro en sus hipótesis de conflicto; tiene muy claro cuál puede ser la reacción de los pueblos, tiene muy claro, lo que nosotros estamos pensando y tratando de revertir. No lo ignoran, saben de la capacidad de resistencia de los pueblos, y por eso ven la necesidad de imponer las bases militares norteamericanas, pero también el entrenamiento de las tropas, de los ejércitos Latinoamericanos, bajo la hegemonía de los Estados Unidos.
Hay muchos antecedentes sobre esto, y quiero señalar algunos de ellos a través de una breve lectura de los hechos de mediados de la década del 60, que es cuando comienza a imponerse la doctrina de la seguridad nacional en todo el continente, donde, lo repito, más de 80 mil militares latinoamericanos fueron formados en la Escuela de las Américas, para imponer las dictaduras y los sistemas de dominación. Pero, cuidado, esto no terminó, el mismo proyecto continúa, pues allí se desarrollo un sistema represivo, en concordancia con su concepto de guerra permanente.
Hoy oímos hablar de la guerra preventiva, acuñada por George Bush, que es quien decide quienes son los amigos y quienes son los enemigos, en base a la doctrina de la Seguridad Nacional. Llama la atención en ella sus principios de base, pues desde su concepción geopolítica el individuo no existe; los pueblos son un mito; se desconoce la existencia del pueblo, de su identidad y de sus culturas; lo que existe son las naciones, fuera de éstas la persona humana no existe, el individuo es parte de la nación, el pueblo es nación y la nación se confunde con el Estado. Esta es la dialéctica que existe, a groso modo, en toda la tradición occidental, donde la diferenciación entre pueblo, nación y Estado, es aplastada por la concepción ideológica de los militares. No hay nada que exista, y que sea una realidad por encima del Estado. El pueblo y la nación son mitos sin el Estado; la nación por sí misma no puede nada. El Estado es el poder; de allí la ecuación individuo - nación - Estado. La concepción ideológica no ha variado. Si han cambiado los ejes, al caer la Unión Soviética, hoy todos son subversivos y narcotraficantes.
Las fuerzas armadas tienen su concepción ideológica: el enemigo no es externo, el enemigo es interno. De ahí viene la instalación de las bases militares en todo el continente latinoamericano y el incremento del control social, de los movimientos y organizaciones, identificados como enemigos reales o potenciales. Por eso tienen estos tres grandes ejes que están contenidos en su hipótesis de conflicto: el Plan Colombia, el Plan Puebla Panamá, la triple frontera: Argentina, Brasil y Paraguay.
La instalación de la Base Militar de Manta en el Ecuador, no hubiera sido posible si el gobierno ecuatoriano les hubiese dicho no a los Estados Unidos, pero hubo muchas presiones sobre el gobierno, condicionando los créditos del Fondo Monetario Internacional. Esa Base es ahora la base operativa para el Plan Colombia. Igual sucede con el entrenamiento de tropas latinoamericanas en distintos países, y quiero hablar de ese entrenamiento en la Argentina, mi país, donde aún sin el acuerdo del Parlamento ingresaron igual las tropas extranjeras, tropas latinoamericanas bajo el mando de unificado de los Estados Unidos en los operativos Cabaña 2000 y 2001, cuya hipótesis de conflicto plantea claramente que en un escenario de guerra los enemigos son las organizaciones sociales, organismos no gubernamentales y esto es para toda América Latina. Así, no basta decir, no a la militarización y que se vayan las bases norteamericanas, tenemos que hacer un trabajo hacia el interno de nuestros países, con nuestros parlamentos, con nuestros gobernantes, que son quienes permiten esto. Tenemos que hacer una lectura al interno de la hipótesis de conflicto de los ejércitos latinoamericanos.
Queremos unas fuerzas armadas al servicio de los pueblos y no contra los pueblos. En mi país las fuerzas armadas fueron de terror, tenemos 30 mil muertos y desaparecidos, a través de la aplicación de esta hipótesis de conflicto que sustenta que el enemigo está en lo interno, son nuestros pueblos. Tenemos que tener en claro qué es la militarización y qué tropas, qué fuerzas armadas queremos para nuestros pueblos. No podemos limitarnos a decir que sería ideal un mundo sin ejércitos porque eso es imposible, pero si debemos trabajar en una formulación distinta para una construcción distinta de éstas.
Así mismo, la policía debe ser una fuerza al servicio de la comunidad, pero la han transformado en una fuerza de represión contra el pueblo. Esto cuestiona profundamente las democracias en que vivimos, democracias formales y no democracias participativas, democracias donde delegamos el poder en aquellos que nos mandan, para que después hagan lo que ellos quieren en el poder, al servicio de los grandes intereses y las corporaciones extranjeras.
Pero, cómo cambiar esto?, para responder retomo la importancia del pensamiento propio, las identidades culturales, la educación, los proyectos para la vida de nuestros pueblos. No podemos endosar la visión de desarrollo que nos quieren imponer, pretendiendo que nuestra aspiración es llegar a ser lo mismo que el mal llamado primer mundo. Yo digo que no hay primero, ni segundo, ni tercero, es un solo mundo mal distribuido.
Tenemos que comenzar a revitalizar los contenidos de nuestras propias culturas, de nuestra identidad, condición de ser pueblos, y la memoria de nuestros pueblos. Eso es fundamental. No podemos pensar en la paz, pensándola como la ausencia del conflicto, porque eso no es cierto. La paz no es la ausencia de conflicto, la paz es una dinámica permanente de vida, de relaciones humanas, de potenciar la capacidad creativa de los pueblos, de cómo nos podemos respetar unos a otros, en las diferencias y no en la uniformidad del pensamiento único.
La paz es tener primero una mirada hacia adentro, de cada uno de nosotros, no podemos dar aquello que no tenemos, y esa paz la podemos encontrar en la mirada hacia adentro cuando nos reconocemos en la mirada de los demás, de nuestros prójimos, que nos cuestiona, que nos interpela. Para hablar de desarrollo debemos posar la mirada en visiones como la de los pueblos Maya, donde no hablan de desarrollo sino de equilibrio de las relaciones humanas con la naturaleza. Y, justamente, cuando se quiebra el equilibrio en las relaciones humanas viene el conflicto. De allí la importancia de restaurar ese equilibrio interno, en nuestro espíritu, en nuestros pueblos y en el mundo.
* Extracto del discurso presentado por el Nobel en la clausura del I Encuentro sobre la Militarización de las Américas, Chiapas, México, mayo 2003.
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