La paz no es la ausencia de guerra

27 de marzo del 2003

P. Luis Barrios
Iglesia San Romero de Las Américas
Nueva York

Una vez más la verdad pasó a ser la primera víctima
de esta maldita invasión. Por un lado tenemos al
Presidente Bush quien cada vez que sale en público
como un papagayo continúa con su raciocinio
contradictorio de que hay que cambiar el régimen de
gobierno en Irak y destruir las armas de destrucción
masiva; que Saddam Hussein es la amenaza terrorista
del mundo; que esta “guerra” es la solución a todos
estos problemas, etc., etc. Estas respuestas
prefabricadas y simplistas no son más que
falsedades, disfraces, engaños e invenciones.
Ahora que comenzó la “guerra”- y como las cosas no
están saliendo como los/as expertos/as del Pentágono
calcularon- emprendieron otra cumbre de mentiras.
Curiosamente en nuestros medios de comunicación cada
vez que el gobierno de Irak dice algo siempre se
termina con la misma frase; “esta información no fue
corroborada”. Cuando la información viene de parte
del gobierno de los Estados Unidos, “la información
suministrada es palabra de Dios”. O sea que usted no
la cuestiona. Así también nos bombardean con
análisis que desinforman y a la misma vez justifican
como por ejemplo: cada avión o helicóptero
estadounidense o de Gran Bretaña que se estrella fue
por problemas mecánicos; no se están asesinando a
poblaciones civiles iraquíes; los soldados iraquíes
están lanzando misiles contra la población para
luego culpar a los Estados Unidos; las muertes de
civiles fue porque Irak los usó como escudo; etc.
Cuando usted termina de escuchar la desinformación
erróneamente puede concluir que los soldados
iraquíes son unos demonios y los de Estados Unidos y
Gran Bretaña son los ángeles de Dios enviados a
luchar por la liberación. Esta gente tiene la
racional irracional de que con acciones terroristas
es posible exportar los procesos democráticos a
Irak.
A mí me parece que de diablos y demonios
ninguno de los dos ejércitos se llevan mucho. Aquí
radica la desgracia de esta invasión, en donde el
pueblo de Irak está en el medio de dos bandas
diabólicas que solo luchan por sus propios
intereses. Por un lado el gobierno de Irak para
continuar con su práctica de opresión, exclusión y
asesinatos desea mantenerse en el poder. Por otro
lado, el gobierno de los Estados Unidos y el de Gran
Bretaña, quienes le enseñaron al gobierno de Irak
como especializarse en opresiones, exclusiones y
asesinatos, ambicionan reemplazar al gobierno de
Irak por uno que responda a sus propios intereses
aunque continué haciendo lo mismo: violación de los
derechos humanos. Las clases dominantes en los
Estados Unidos y en Gran Bretaña no tienen aliados
permanentes, sino más bien, intereses permanentes:
un día están con Dios y el otro día con el Diablo.
Por esto, en nuestro estudio de este espectáculo
guerrero y en nuestro activismo por la paz debemos
hacer un análisis de clase a toda esta torpeza.
En este análisis incluyamos, entre otras cosas, la
manera tan absurda del presidente Bush de ir al
Congreso a solicitar $75 billones de dólares para
gastos bélicos de los próximos seis meses en la
guerra contra Irak. Este dinero por supuesto no
incluye el que se le asigna secretamente a la
Agencia Central de Inteligencia (CIA) quienes desde
el año 1991 continuaron la guerra contra Irak. El
mal uso y despilfarro de dinero beneficiando a las
corporaciones de este sistema capitalista es el pan
del día. Probablemente las corporaciones que
fabrican armamentos de guerra están orando a Dios
para que la guerra no termine. De igual manera, las
corporaciones que venden estrategias y equipo de
seguridad se están bañando en dinero. Estas tienen
su manera de fabricar e impregnar en el pueblo el
miedo y en consecuencia la necesidad de que se les
proteja de los grupos terroristas. Agréguele a todo
este desbarro la manera en que el gobierno está
asignando dinero para salvar de la bancarrota a las
líneas aéreas.
Mientras tanto, no existe un procedimiento
humanitario que nos diga cómo es que la
administración del gobierno de Bush va a lidiar con
lo que el Secretario General Adjunto para Asuntos
Humanitarios de las Naciones Unidas, Kenzo Oshima,
reportó esta semana concerniente a las cifras de la
guerra en Irak: tendremos 1.5 millones de personas
refugiadas, 2 millones desplazadas internamente, 13
millones sin agua, 10 millones sin alimentos, entre
otras diabluras. Por supuesto, estas cifras no
incluyen los números de personas muertas o heridas
físicas y psicológicamente. En otras palabras, no
son gente que las cuente el diablo. Eso sí, esta
gente ya tiene un plan de cómo es que van a dividir
los pozos petroleros de Irak.
En este análisis de clase, en el ámbito nacional,
se debe incluir también la manera en que la
administración Bush -en la búsqueda de dinero-
volvió a desatarle la guerra a la gente pobre.
Contradictoriamente, mientras incrementan los gastos
presupuestarios para asuntos bélicos, al mismo
tiempo aplican recortes presupuestarios en los
servicios de salud, asistencia pública (welfare),
los servicios a las personas encarceladas y a la
educación. Actualmente tienen que buscar unos $49.1
billones para nivelar el presupuesto nacional. De
todos estos el asunto de la educación está llevando
la peor parte. Por supuesto, yo no creo que esto sea
casual sino más bien planificado para embrutecer a
un pueblo, para que no piense y no cuestione. De
aquí la manera genial en que la clase dominante en
los Estados Unidos produce, transforma y reproduce
los significados de esta invasión al pueblo de Irak,
con el propósito de seguir imponiendo su hegemonía.
Me parece a mí que en nuestro activismo para que la
paz salga triunfante, la realidad del concienciar
(el despertar de la conciencia crítica y de clase)
-como antesala a la organización y la movilización
del pueblo- debe tener prioridad. El pueblo debe
tener claro que esta guerra es una invasión al
territorio nacional de Irak y que este asunto nada
tiene que ver con procesos democráticos sino más
bien con el petróleo. Un dato interesante -en todas
estas acusaciones de armas químicas contra Irak- es
que existe en la actualidad una coalición de
familias iraquíes y estadounidenses las cuales han
presentado cargos criminales y civiles contra el
gobierno de los Estados Unidos por el uso de armas
químicas en la Guerra del Golfo. Estas víctimas del
llamado “Síndrome de la Guerra del Golfo” (Gulf War
Síndrome) elaboran sus acusaciones en los miles de
soldados que sufren de cáncer relacionado a los
950,000 misiles de uranio (de-pleted uranium) que el
gobierno de los Estados Unidos lanzó durante esta
guerra escabrosa. Esta hipocresía y desvergüenza hay
que denunciarla. Que no se nos olvide que el pueblo
de Vieques en Puerto Rico también tiene una serie de
acusaciones y demandas por los agentes químicos que
la Marina de Guerra de los Estados Unidos utilizó en
estos terrenos.
Mientras tanto, sigamos pregonando por todos lados
que ante la realidad de la globalización, el
expansionismo del gobierno de los Estados Unidos y
sus cofrades se sigue moviendo hacia la imposición
de un nuevo orden imperial del capitalismo y la
democracia es la primera víctima. De aquí la
necesidad de que sigamos radicalizándonos
construyendo un movimiento que no sea solamente un
movimiento por la paz sino que también sea un
movimiento anti-imperialista y anti-capitalista.
Entonces sigamos orando y trabajando por la paz con
justicia enarbolando la consigna: ¡un pueblo unido
jamás será vencido!

P. Luis Barrios
Iglesia San Romero de Las Américas
New York, New York
lbarrios@jjay.cuny.edu


"When I give bread to the poor, they call me a
saint; but when I ask why people are poor, they call
me a communist."

“Cuando di de comer a la gente pobre, me llamaron
santo; pero cuando pregunté por qué la gente es
pobre, me llamaron comunista”.

(Obispo Helder Camara; Brazil)




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