¡Que Bush se quede aun más solo!
Alvaro Montero Mejía
8 de setiembre del 2003
El gobierno norteamericano se encuentra empantanado. Su retórica fue, aun antes de emprender la guerra, que cumplirían en Irak una misión liberadora, depondrían al tirano, acabarían con las armas de destrucción masiva en poder de Saddam Hussein, el pueblo iraquí bendeciría su presencia y cumplida esa misión, abandonarían el país.
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Retórica al fin, es la realidad la que se encarga de sujetar las palabras a los hechos. Saddam Hussein no poseía armas de destrucción masiva, su régimen no tenía ningún vínculo con organizaciones terroristas como Al Qaeda, la aplastante mayoría del pueblo iraquí ha recibido a las tropas norteamericanas como lo que son, invasoras y ha decidido resistir esa invasión, con los medios a su alcance.Como todos los aventureros y guerreristas de la historia, Bush se ve ahora obligado a cubrir con nuevas mentiras e insensatas propuestas, su flanco interno. En su último discurso ha repetido, con desparpajo, las mismas falsedades con que inició la agresión a Irak. Ha insistido en que allí se juega el destino de la guerra contra el terrorismo, confirmando paladinamente, que esa expresión encubre el proyecto económico, político y militar de su país. Que su pueblo le crea, está por verse, porque su maniobra es una jugarreta obligada por el evidente deterioro de su imagen y la urgente necesidad de los halcones, de ganar las elecciones del 2004.
Pero el tiempo se les agota. Aparte de que deben estar preparando un nuevo fraude electoral, la guerra tiene un costo enorme de $4.000 millones por semana, por cuyos desembolsos la economía local no se refresca ni se reactiva, al menos por ahora. Como ha ocurrido siempre, la política estadounidense se mueve por causas internas. De aquí se deriva su nueva petición, preparada en forma de resolución del Consejo de Seguridad, de que los grandes países de la ONU, como Francia, Alemania o Rusia, se involucren en esa causa perdida.
Hay en esa apuesta, el mismo espíritu irresponsable y arrogante de la propuesta original que nunca se votó y por la que atropellaron la legalidad internacional. Localmente, tendría un efecto balsámico que otros países pusieran una cuota de muertos. Eso ahuyentaría el terrible sentimiento de soledad que los acompaña en esa guerra y crearía entre los estadounidenses la impresión publicitaria de que bien vale la pena morir en Irak. Desde el punto de vista de los gastos, todos aman compartirlos y sobre todo cuando son tan cuantiosos. A pesar de que algunos supuestos ponedores podrían considerarlos como una inversión en el petróleo iraquí, resultaría mucho más seguro poner esos millones en una ruleta que en esa disparatada lotería, de resultados impredecibles, que es el Irak inflamado en santa resistencia.
Imbuidos de un natural pragmatismo ¿No sería mejor para las potencias que se negaron a intervenir, esperar a que los invasores se queden sin aliento y al final pactar condiciones petroleras favorables con las autoridades iraquíes que tengan poder real de decisión? Porque hay algo que nadie puede pasar por alto. La situación avanza hacia una aguda polarización con los estadounidenses de tal naturaleza, que difícilmente podrán conservar bienes apreciables, tales como empresas petroleras, bajo su exclusivo control. El clima político de Irak se mueve hacia una exacerbación nacionalista, donde el principio rector será recuperarlo todo para la nación iraquí. Quiéranlo o no, es muy probable que el gobierno de los Estados Unidos, al final de este proceso, salga de Irak con las manos vacías.
Algo hay que decir sobre la ONU. Aun antes de la guerra, fueron la terrible debilidad de la organización, de su Consejo de Seguridad y en particular de su Secretario General, las que permitieron someter al pueblo de Irak a las inclemencias de un embargo que le provocó incontables sufrimientos. Fueron esas debilidades las que envalentonaron a los Estados Unidos para demandarle a la ONU más y más concesiones y al final, exigirle la aprobación del proyecto de agresión.
Fue esta debilidad la que alentó al gobierno de Bush a hacer tábula rasa con los principios del derecho internacional consagrados por la Carta de las Naciones Unidas y a invalidar, no sabemos por cuanto tiempo, esa organización que atraviesa hoy el peor momento de su historia. Por más sueños que acompañen a los buenos idealistas, la ONU ha sido aplastada, fracturada, nulificada y solo actos de inmenso coraje y valentía frente al imperio unipolar, podrían permitirle retomar el rumbo.
Si por el contrario, son nuevas manifestaciones de debilidad y complacencia las que marquen sus decisiones actuales, jamás la ONU volverá sobre sus pasos. Por esa vía, la ONU y las grandes potencias del Consejo quedarán sometidas a la voluntad imperial por un largo período. Creer en las promesas de los políticos norteamericanos como Bush, Cheney, Rumsfeld y compañía, que son el sumun de la perfidia, constituiría un acto de simpleza indigno de la inteligencia de los dirigentes de la culta Europa.
Pruebas al canto; en días pasados la ONU pagó un precio altísimo con la muerte de sus abnegados servidores, por no entender que toda presencia foránea, incluida probablemente la suya, irrita a los distintos grupos que se oponen a la presencia extranjera en la actual coyuntura. Hasta ahora Francia, Alemania y Rusia principalmente, han obtenido un gran provecho político de su negativa a participar en la agresión a Irak. Sus pueblos han respaldado activamente esa política y se ha acrecentado considerablemente su influencia en el mundo islámico ¿Por qué habrían de echar todo eso por el suelo? ¿Con qué clase de beneficios podrían premiarlos los norteamericanos? Además ¿Cómo podrían saber los dirigentes de esas potencias, más allá de cualquier cálculo pasajero, que no estarían alentando nuevos actos de locura mesiánica en sus propios territorios? ¿Estarían los pueblos de las potencias eventualmente comprometidas en la invasión a Irak, dispuestos a aceptar el riesgo de convertirse en blancos de ese polígono macabro donde todos los seres humanos estamos en el punto de mira? Y nosotros, colocados desde hace tiempo en la lista de la vergüenza ¿Estaremos a salvo?
Curridabat 8 de Setiembre de 2003