El mundo está comenzando a ser regido por métodos y concepciones nazis

Fidel Castro, Cuba 1926

Discurso de Fidel Castro en Santiago de Cuba el 8 de
junio

Discurso pronunciado por el presidente Fidel Castro
Ruz, en Tribuna Abierta en la Plaza de la Revolución
"Antonio Maceo", Santiago de Cuba, el 8 de junio del
2002 "Año de los Héroes Prisioneros del Imperio".

Iba a decirles que ustedes batieron todos los récords

No tienen que decirlo, nosotros lo sabemos; seguimos
de cerca, durante toda la madrugada, el
desenvolvimiento de la movilización, en medio de
pronósticos tremendos, desde que salieron a la una de
la madrugada las primeras caravanas, y a lo largo de
horas veíamos llover.

Veíamos además, en los monitores, las imágenes
enviadas por el Observatorio Nacional. Parecía que
estábamos ante una prueba casi insuperable, y cuando
de madrugada veíamos aquí ya decenas y decenas de
miles, a las cuatro de la madrugada bajo una lluvia
pertinaz y cientos de miles marchando a pie por la
ciudad o en caravanas de camiones por las carreteras,
desafiándolo todo, era difícil creer que esta enorme
multitud pudiera amanecer aquí: cosas de orientales,
cosas de santiagueros y guantanameros.

Hemos visto, realmente, realizarse lo imposible, y era
muy importante que ustedes estuvieran aquí hoy.

Procedo de inmediato, antes de que venga algún
aguacero por ahí, a pronunciar mi discurso.

Compatriotas de Santiago de Cuba, Guantánamo y toda
Cuba:

Dije que todos le responderíamos al señor W. Bush.
Nuestros niños, nuestros adolescentes, nuestros
jóvenes estudiantes; nuestros obreros, campesinos,
profesionales; nuestros periodistas, historiadores,
artistas, intelectuales, científicos; los combatientes
de ayer y de hoy; los jóvenes, los adultos, los
ancianos, y de modo especial las madres, los hijos,
los familiares allegados de todos los que han sufrido
en carne propia y en la de sus seres más queridos 43
años de brutal terrorismo, agresiones y el bloqueo
genocida de los gobiernos de Estados Unidos contra
nuestro pueblo, han ido demoliendo hasta sus cimientos
las palabras del señor W. Bush en Miami.

Se excedió en su discurso, fue grosero, insultó,
mintió, amenazó. Sólo le falta ahora afirmar que las
enormes y combativas multitudes reunidas en Sancti
Spíritus y Holguín, y esta gigantesca concentración
que tiene lugar hoy en Santiago de Cuba, del pueblo
heroico que pretende "liberar", han sido movilizadas
por la fuerza. ¡Dejen que se lo crean!

Nunca tal vez en ningún país se dio tan colosal,
aguerrido y sólido movimiento político, como con toda
seguridad nunca un país tan pequeño tuvo la entereza y
el valor de oponerse a tan poderoso adversario. Se
trata de un enfrentamiento sin precedentes, en una
nueva etapa de la historia, entre la fuerza de las
ideas justas y las ideas genocidas de la fuerza bruta.
Cuando el uso prepotente de la fuerza se impone por
encima de todo derecho, toda ética y toda razón, el
único sostén ideológico posible de esa fuerza es la
demagogia y la mentira.

La humanidad conoció, hace apenas dos tercios de
siglo, la amarga experiencia del nazismo. Hitler tuvo
como aliado inseparable el miedo que fue capaz de
imponer a sus adversarios. Primero lo toleraron como
trinchera y aliado potencial contra el comunismo. Le
hicieron concesiones. Recuperó el Ruhr, zona vital
para el rearme, anexó Austria al Tercer Reich alemán y
conquistó sin disparar un tiro gran parte de
Checoslovaquia. Ya poseedor de una temible fuerza
militar, pactó con la URSS un acuerdo de no agresión
el 23 de agosto de 1939 y 9 días después estalló una
guerra que incendió al mundo. La falta de visión y la
cobardía de los estadistas de las más fuertes
potencias europeas de aquella época dieron lugar a una
gran tragedia.

No creo que en Estados Unidos pueda instaurarse un
régimen fascista. Dentro de su sistema político se han
cometido graves errores e injusticias —muchas de las
cuales aún perduran—, pero el pueblo norteamericano
cuenta con determinadas instituciones, tradiciones,
valores educativos, culturales y éticos que lo harían
casi imposible. El riesgo está en la esfera
internacional. Son tales las facultades y
prerrogativas de un presidente y tan inmensa la red de
poder militar, económico y tecnológico de ese Estado
que, de hecho, en virtud de circunstancias ajenas por
completo a la voluntad del pueblo norteamericano, el
mundo está comenzando a ser regido por métodos y
concepciones nazis.

No está en mi ánimo exagerar ni dramatizar. Es muy
real que la existencia y el papel de la Organización
de Naciones Unidas están siendo cada vez más
cuestionados e ignorados.

El señor W. Bush, al proclamar el 20 de septiembre del
2001 que quien no apoyara su proyecto de guerra contra
el terrorismo sería considerado terrorista y se
exponía a sus ataques, desconoció abiertamente las
prerrogativas de la ONU y asumió, en virtud de su
poderío militar, el papel de amo y gendarme del mundo.
Para los que estamos familiarizados con la literatura
marxista, ese día tuvo lugar el Dieciocho Brumario de
W. Bush. Los historiadores futuros deberán hacer
constar cuál fue la reacción de los líderes políticos
de la inmensa mayoría de los países. El pánico y el
temor se apoderó de la mayoría de ellos.

Tales concepciones y métodos están reñidos con la idea
de un orden mundial democrático, basado en normas y
principios que garanticen la seguridad y la paz a
todos los pueblos.

Ya mucho antes de los actos terroristas del 11 de
septiembre, Bush había promovido enormes presupuestos
para la investigación y producción de armas cada vez
más mortíferas y sofisticadas, cuando no había ya
guerra fría, el antiguo adversario no existía y el
debilitado Estado que lo sucedió no contaba con los
recursos económicos ni la voluntad de lucha para
enfrentar la abrumadora fuerza de la única
superpotencia existente.

¿Por qué y para qué fue concebido ese colosal programa
armamentista?

En un reciente discurso, pronunciado al cumplirse el
200 Aniversario de la Academia Militar de West Point,
muy conocida por su relevante papel en la historia
militar de Estados Unidos, el señor W. Bush lanzó una
encendida arenga con motivo de la graduación de 958
cadetes, correspondiente al año actual. Habló también
allí para Estados Unidos y el resto del mundo.

Algunos conceptos vertidos en ese acto reflejan su
pensamiento y el de sus asesores más cercanos desde
mucho antes de los brutales hechos del 11 de
septiembre, que ahora sirven de excelente pretexto
para justificar lo que era ya una peculiar concepción
del mundo, peligrosa, inadmisible e insostenible:

"Si esperamos que las amenazas se materialicen
plenamente, habremos esperado demasiado."

"En el mundo en el que hemos entrado, la única vía
para la seguridad es la vía de la acción. Y esta
nación actuará."

"Nuestra seguridad requerirá que transformemos a la
fuerza militar que ustedes dirigirán, una fuerza que
debe estar lista para atacar inmediatamente en
cualquier oscuro rincón del mundo. Y nuestra seguridad
requerirá que estemos listos para el ataque preventivo
cuando sea necesario defender nuestra libertad y
defender nuestras vidas."

"Debemos descubrir células terroristas en 60 países o
más... Junto a nuestros amigos y aliados, debemos
oponernos a la proliferación y afrontar a los
regímenes que patrocinan el terrorismo, según requiera
cada caso."

[...]

"Enviaremos diplomáticos adonde sean necesarios, y los
enviaremos a ustedes, a nuestros soldados, adonde
ustedes sean necesarios."

"No dejaremos la seguridad de América y la paz del
planeta a merced de un puñado de terroristas y tiranos
locos. Eliminaremos esta sombría amenaza de nuestro
país y del mundo".

"A algunos les preocupa que sea poco diplomático o
descortés hablar en términos del bien y el mal. No
estoy de acuerdo. [...]

Estamos ante un conflicto entre el bien y el mal, y
América siempre llamará al mal por su nombre. Al
enfrentarnos al mal y a regímenes anárquicos, no
creamos un problema, sino que revelamos un problema. Y
dirigiremos al mundo en la lucha contra el problema."

[...]

"Generaciones de oficiales de West Point se han
planificado y practicado para batallas con la Rusia
soviética. Acabo de llegar de una nueva Rusia, que es
un país que busca la democracia y nuestro asociado en
la guerra contra el terrorismo."

Como puede apreciarse, en el discurso no aparece una
sola mención a la Organización de Naciones Unidas, ni
una frase referida al derecho de los pueblos a la
seguridad y la paz, a la necesidad de un mundo regido
por normas y principios; solo se habla de alianzas
entre potencias y de guerra, guerra y guerra, en
nombre de la paz y la libertad, palabras que en su
boca suenan mentirosas y huecas como burbujas de
jabón. Todo el discurso envuelto en una melosa
exaltación al chovinismo, a la superioridad de la
cultura, la gloria y el poder de su país.

Los miserables insectos que habitan en 60 o más
naciones del mundo, seleccionadas por él, sus íntimos
colaboradores, y en el caso de Cuba por sus amigos de
Miami, no importan para nada. Constituyen los "oscuros
rincones del mundo" que pueden ser objeto de sus
"sorpresivos y preventivos" ataques. Entre ellos se
encuentra Cuba que, además, ha sido incluida entre los
que propician el terrorismo. Y encima, la cínica
invención de que producíamos armas biológicas, sin
tener para nada en cuenta que todo el mundo sabe que
se trata de una colosal mentira.

¿En qué se diferencian esta filosofía y estos métodos
de la filosofía y los métodos nazis?

¿Por qué tantos gobiernos tiemblan y callan?

No es casual que en varios países de Europa la derecha
fascista incremente sus fuerzas.

El pueblo norteamericano no querrá que sus hijos sean
educados en semejante filosofía.

Ante tanta cobardía, muchos pueblos del mundo pondrán
sus mayores esperanzas en el propio pueblo
norteamericano. Es el único que puede frenar y poner
una camisa de fuerza a los fanáticos del poder, la
arbitrariedad y la guerra. Muchos pueblos se
solidarizaron con él de forma unánime a raíz del 11 de
septiembre, entre ellos el nuestro, noble y generoso,
sin que ningún tipo de hipocresía o temor lo impulsara
a ello.

Deseamos que esos cadetes de West Point visiten a Cuba
algún día como turistas, cuando los norteamericanos
tengan libertad de viajar, y no como invasores.

¿A quiénes benefició realmente el ataque terrorista
del 11 de septiembre? A los que el presidente
Eisenhower llamó el complejo militar-industrial; a los
que necesitaban un hecho que elevara su autoridad,
cuestionada por el fraude electoral; a la mafia
terrorista de Miami; a los que quieren destruir a la
Organización de Naciones Unidas; a los que conciben
políticas hegemónicas dominantes y quieren remodelar
el mundo a su antojo.

No me pasa ni un segundo por la mente que alguien
deliberadamente, sea cual fuere su cargo, por ansia de
popularidad, poder o cualquier otro objetivo,
pudiéndolo impedir, permitiera el horrendo crimen de
las Torres Gemelas.

Llamando las cosas por su nombre, como afirmó el señor
Bush gustar hacerlo en su discurso de West Point,
pienso que quien ejerce el cargo de Presidente de
Estados Unidos ha cometido serios errores en el manejo
de la situación posterior al trágico hecho.

Mencionaré sólo algunos de orden interno y externo:

No debió nunca sembrar el pánico en el pueblo
norteamericano.

No debió perder la serenidad.

No debió adoptar decisiones precipitadas sin
reflexionar siquiera sobre opciones posibles, quizás
mucho más prometedoras, que habrían contado con el
apoyo unánime de todos los gobiernos, las más
influyentes religiones y las corrientes políticas
fundamentales de izquierda y derecha.

No debió declarar enemigos, ni mucho menos
terroristas, a más de la mitad de los países del
Tercer Mundo.

No debió seguir una línea que multiplicará el número
de personas fanáticas y suicidas en el mundo,
complicando seriamente la lucha contra el terrorismo.
Lo ocurrido en Palestina lo demuestra: por cada
palestino asesinado, el número de suicidas se
incrementó de forma impresionante, lo que condujo el
problema a un callejón sin salida visible.

No debió ocultar los informes de inteligencia que
llegaron a su poder, en especial el del 6 de agosto,
lo que da lugar a especulaciones y dudas de todo tipo.
Hay que ser valiente y transparente con el pueblo.
Nadie va a creer el argumento de que ello es imposible
por razones de seguridad. Quien ha vivido y luchado
durante décadas contra miles de planes y acciones
terroristas procedentes de Estados Unidos, conoce
perfectamente bien cómo son los informes de
inteligencia de ese carácter, en los cuales las
fuentes son altamente protegidas por quienes los
redactan y envían.

No debió reunirse o admitir la presencia en aquel acto
en Miami de conocidos personajes que han organizado,
dirigido y realizado miles de actos terroristas en
Cuba y otros países; de ellos, varios cientos en el
propio territorio de Estados Unidos. La Fundación
Nacional Cubano- Americana durante muchos años y hasta
el 11 de septiembre financió, organizó y divulgó
incontables acciones terroristas y planes de asesinato
contra dirigentes cubanos. Hoy financia la defensa,
protección e impunidad de los peores terroristas, en
la espera de que la Revolución sea destruida por
Estados Unidos. Eso no lo ignora absolutamente nadie
en Miami ni en la Casa Blanca. Tal intimidad con esos
terroristas priva al señor Bush de toda autoridad
moral y lo descalifica para dirigir la lucha mundial
contra el terrorismo.

No debió permitir el invento de la estúpida mentira de
que Cuba desarrolla armas biológicas. Sobre la
supuesta capacidad teórica de producirlas, si todos
los gobiernos pueden mentir, no significa que todos
los gobiernos sean mentirosos.

No debió lanzar desafíos políticos a la dirección
revolucionaria cubana porque no está en condiciones de
responder a los desafíos políticos que Cuba puede
hacerle. Sería como navegar en un gran barco de papel,
el de la mentira y la demagogia, que no resiste olas
ni vientos.

No debió plantear exigencias sobre cuestiones que
tienen que ver exclusivamente con nuestra soberanía,
ni lanzar amenazas contra Cuba, porque jamás el pueblo
cubano ha sido ni podrá ser doblegado, y ni siquiera
vaciló un instante cuando cientos de armas nucleares
apuntaban contra nuestra isla, en octubre de 1962,
amenazando con barrerla de la faz de la Tierra. Nadie
recuerda que un solo patriota cubano hubiese
flaqueado.

Ahora el señor Bush puede verse en el dilema de
rectificar, o intentar barrer a Cuba del mapa, lo cual
no resulta demasiado fácil.

El señor W. Bush debiera estar mejor informado de qué
es hoy y cómo piensa el pueblo de Cuba, su nivel de
unidad, cultura política e inconmovible firmeza.

Podría añadir más cosas a estas reflexiones sobre el
infortunado discurso del 20 de mayo y otros temas,
pero no deseo extenderme.

Como habíamos prometido, nuestro pueblo, con su
talento, sus vrdades y su patriotismo ha estado dando
cabal respuesta.

Pero no ha concluido la tarea: falta la respuesta de
nuestras organizaciones de masas. El lunes 10 se
reunirán con ese objetivo sus direcciones nacionales
en la capital de la República. Y falta todavía la
respuesta de la Asamblea Nacional, órgano supremo del
poder del Estado. Ella seguramente le responderá con
toda cortesía.

Gracias, señor Bush. Usted nos ha hecho el honor de
reconocer que esa institución existe y que en el 2003
habrá elecciones de diputados.

Quedaría, sin embargo, un punto por aclarar: si todas
las elecciones en Cuba han sido fraudulentas, según su
discurso, ¿qué autoridad tendría la Asamblea para
aprobar las modificaciones de la Constitución, como
usted demanda? Se nos ocurre que tal vez la solución
consista en que el Tribunal Supremo de Cuba convalide
a nuestros diputados. ¡Es lo más democrático!

Compatriotas de Santiago de Cuba y Guantánamo,
inolvidables compañeros de lucha en el Moncada, en las
montañas y llanos, de ayer, de hoy y de mañana:

En nombre de los que han caído por la Independencia y
la Revolución, a los cuales seremos fieles hasta el
último aliento, los felicito por esta gigantesca
concentración.

¡Viva el Socialismo!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!


http://www.rebelion.org/internacional/fidel130602.htm

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