EU
y GB no permitirán un Irak libre y soberano: Noam Chomsky
David
McNeill
The
Independent - La Jornada
25
de enero de 2005
Dañaría
sus intereses un fortalecimiento de la población chiíta
en el país ocupado, señala
Boston, 24
de enero. Dada la increíble profusión de elogios
que se le han dedicado -"una de las mentes más brillantes
del siglo XX (The New Yorker), "Hay argumentos para considerarlo
más importante de los intelectuales vivos" (The New
York Times)-, es difícil precisar lo que se espera cuando
Noam Chomsky entra a la habitación: tal vez un rayo de
inmarcesible luz blanca o, al menos, un aire majestuoso de realeza
académica. También se ha dicho que es un hombre
"con profundo desprecio por la verdad" (The Anti-Chomsky
Reader*) y un "defensor del fascismo islámico"
(Christopher Hitchens**), entre algunas de las críticas
más moderadas.
Así
que resulta una sorpresa cuando un hombre sonriente, ligeramente
encorvado, llega a su privado del Instituto Tecnológico
de Massachussets, se sirve un café y se disculpa por haber
hecho esperar al reportero. Como se ha mencionado con frecuencia,
el profesor Chomsky es una persona modesta, de hablar suave y
generosa con su tiempo, que contesta con diligencia los miles
de mensajes electrónicos que recibe cada semana, tarea
laboriosa que consume siete horas al día, y por lo regular
firma simplemente como "Noam". "No reconoce jeraquías",
señala Bev Stohl, su asistente desde hace muchos
años. "Es lo que quienes lo aman dicen que es, un
hombre con gran interés por los demás."
Entre todo
lo que se ha dicho de él, esa ingeniosa definición
de "rebelde sin pausa" que le encasquetó Bono
le viene a la medida. A los 76 años de edad, pese a su
reciente lucha contra el cáncer, Chomsky parece haber incrementado
su prodigiosa producción. En todo el mundo hay estantes
que crujen bajo el peso de sus escritos políticos, su voz
puede escucharse en entrevistas por radio cada semana y, aparte
de su correspondencia electrónica y sus extensas comunicaciones
por la red, pronuncia cientos de discursos en docenas de ciudades
cada año.
"Así
ha sido desde el 11/S", comenta. "Ese hecho tuvo un
efecto complejo sobre Estados Unidos, el cual no me parece que
se haya apreciado en el extranjero. La impresión que se
tiene es que convirtió a todos los estadunidenses en maniáticos
que ondean banderas, lo cual es una tontería. Abrió
la mente de las personas y puso a muchos a pensar: 'Tengo que
entender cuál es nuestro papel y por qué ocurren
estas cosas'."
40 años
de actividad política
Las opiniones
de Chomsky sobre el papel de Estados Unidos en el mundo son bien
conocidas, gracias a cuatro décadas de intensa actividad
política marcadas por la demolición que con minuciosidad
propia de un médico forense ha hecho de la línea
oficial de Washington. Desde la guerra de Vietnam, que en su concepto
fue librada para detener la expansión del nacionalismo
independiente, no del comunismo, hasta los ataques a las Torres
Gemelas, que para él se originaron en la "rabia y
desesperación" causadas por las
políticas estadunidenses, y su famosa afirmación
de que todos los presidentes de su país habrían
sido colgados si se les hubiera sometido a las leyes de Nuremberg,
Chomsky ha sido el ácido en el vientre de la bestia estadunidense,
utilizando lo que Arundhati Roy llama su "anárquica
desconfianza del poder" para roer su insolente autosuficiencia.
Aun con esos
antecedentes, señala, le asombra el resultado que ha tenido
la invasión a Irak, la cual "debió haber sido
una de las ocupaciones militares más fáciles de
la historia. Creí que la guerra acabaría en dos
días y de inmediato vendría la ocupación.
Se sabía que Irak era el país más débil
de la región; de otro modo Estados Unidos jamás
lo habría invadido. Las sanciones habían matado
a decenas de miles y orillado al pueblo a depender de Saddam Hussein
para su supervivencia, pues de no ser así probablemente
lo habría derrocado.
"Era
obvio que el país se desmoronaría de un empujón.
Y que la resistencia no recibiría ningún apoyo significativo
del exterior. Pero, de hecho, está resultando mucho más
difícil que la ocupación de Europa por los alemanes
durante la Segunda Guerra Mundial. Los nazis no tuvieron mucho
problema en Europa; en cambio Estados Unidos se las ha arreglado
para convertir la empresa en una catástrofe increíble.
Y eso obedece en parte a la forma en que ha tratado a la gente,
pues engendra resistencia, odio y miedo."
El próximo
domingo se celebrarán las tan esperadas elecciones iraquíes,
pero Chomsky expresa que los discursos sobre un Irak soberano,
independiente y democrático son "una mala broma. No
veo ninguna posibilidad de que Gran Bretaña y Estados Unidos
permitan un Irak soberano e independiente; es casi inconcebible.
Tendría mayoría chiíta, y es probable que
uno de sus primeros pasos fuera tratar de reconstruir relaciones
con Irán. No es que los chiítas iraquíes
sean partidarios de Jameini (el líder supremo de Irán);
quieren ser independientes, pero es una relación natural
e incluso en el régimen de Saddam comenzaban a restablecer
vínculos con Irán.
"Eso
podría instigar cierto grado de autonomía en las
regiones mayoritariamente chiítas de Saudiarabia, en las
cuales, por cierto, es donde hay más petróleo. Se
podría proyectar en un futuro no muy lejano una posible
región dominada por los chiítas, con inclusión
de Irán, Irak y las regiones petroleras de Saudiarabia,
que de hecho monopolizaría las principales fuentes de petróleo
del mundo. ¿Va Estados Unidos a permitir eso? Por supuesto
que no.
"Además,
un Irak independiente restauraría su posición como
gran potencia, tal vez dominante en el mundo árabe, lo
cual significa que trataría de rearmarse y confrontar al
enemigo regional, que es Israel. Bien podría desarrollar
armas de destrucción masiva para enfrentar las de Israel.
Es inconcebible que Washington y Londres lo permitan."
Chomsky cree
que las comparaciones de Irak con Vietnam son desacertadas, sobre
todo porque Vietnam no fue al final de cuentas una derrota para
los objetivos estratégicos estadunidenses. "Los recursos
vietnamitas no tenían tanta significación. Irak
es diferente: es el último rincón del mundo en el
que quedan enormes yacimientos petroleros, tal vez los mayores
del mundo, o casi. Se trata de que los ingresos provenientes de
esa riqueza lleguen a los bolsillos debidos, es decir, los de
las corporaciones de Estados Unidos, en primer lugar, y después
las de Gran Bretaña. Y el control de esos recursos coloca
a Washington en posición muy poderosa para ejercer influencia
sobre el mundo."
Se distancian
antiguos colegas
Uno de los
acontecimientos más sorprendentes posteriores al 11-S ha
sido el distanciamiento entre Chomsky y antiguos colegas de izquierda,
sobre todo el escritor Christopher Hitchens, quien lo acusa de
"fabricar excusas para el fascismo teocrático"
y de ejercer "la equivalencia moral" en sus análisis
del 11-S y del imperialismo estadunidense. "Es estremecedora
la forma en que Chomsky ha transformado su apoyo a los de abajo
en respaldo a los perros rabiosos", declaró HItchens.
Al respecto
Chomsky comenta: "No me interesan los desplantes y berrinches
de las personas. ¿Qué significa eso, equiparar el
11-S a los crímenes estadunidenses? Ni siquiera se puede
comparar el 11-S con lo que llaman el otro 11-S al sur de la frontera.
El 11 de septiembre de 1973, en Chile, el presidente fue asesinado,
la democracia más antigua de América Latina fue
destruida, el número oficial de muertos llegó a
3 mil, y el número real probablemente sea el doble. En
proporción a Estados Unidos serían 100 mil. El golpe
instauró una dictadura brutal y despiadada, un virus que
se propagó a buena parte del resto de América Latina
y ayudó a inducir una tremenda ola de terror. ¿Cómo
se compara eso con el 11 de septiembre de 2001? Si se cuentan
números y consecuencias, es mucho peor. Pero no tiene sentido
la comparación. Cada una por sí misma es una atrocidad.
Y las atrocidades que nos interesan son las que podemos detener.
"Cuando
Gran Bretaña y Estados Unidos invadieron Irak, era razonable
prever que incrementarían la amenaza de terror, y así
ha ocurrido. Están contribuyendo de nuevo al terror de
la variedad del 11-S, que probablemente se dirija contra Estados
Unidos, lo cual sería terrible. Tarde o temprano el terrorismo
estilo jihad y las armas de destrucción masiva se unirán,
y las consecuencias podrían ser horrendas. Así pues,
si nos importa el terrorismo estilo jihad, no debemos contribuir
a alentarlo."
Enfrentar
el terrorismo, en opinión de Chomsky, requiere de un "programa
dual" en la línea del que "Gran Bretaña
aplicó en Irlanda del Norte". Explica: "los actos
terroristas son crímenes; así pues, se captura a
los culpables, se emplea la fuerza si es necesario y se les somete
a un juicio justo. Ellos desean apelar a la reserva de comprensión
existente hacia sus actividades, incluso por parte de personas
que los detestan y les temen. Si pueden movilizar esa reserva,
ganan. Podemos ayudarlos a movilizar esa reserva mediante la violencia,
o reducirla mediante la atención a demandas legítimas.
"Cada
vez que se recurre a la violencia se hace un obsequio a los jihadistas.
Responder con una violencia que golpea a civiles es un regalo
a Osama Bin Laden: se le otorga la propaganda que desea para decir:
'Tenemos que defender el Islam contra los infieles de Occidente
que intentan destruirlo. La nuestra es una lucha de defensa'.
"Si queremos
movilizar esa fuerza, ésa es la manera de intervenir. Pero
existe otra forma, que es poner atención a los reclamos
legítimos. Y eso también es intervención."
*Colección
de textos contrarios a Chomsky, compilada por Peter Collier y
David Horowitz.
**Columnista
de Vanity Fair. (N. del T.)
© The
Independent
Traducción:
Jorge Anaya
Permitida
la reproducción parcial o total siempre y cuando se
citen las fuentes. Copyleft
©2003-2005. Los pobres de la tierra.org - San José,
Costa Rica.
Volver
arriba