Manicomio
Eduardo Galeano
Diciembre 2002
Foro ALCArajo: Mensaje 1067
Tiempos del miedo. Vive el mundo en estado de
terror, y el terror se disfraza: dice ser obra de
Saddam Hussein, un actor ya cansado de tanto
trabajar de enemigo, o de Osama Bin Laden, asustador
profesional.
Pero el verdadero autor del pánico planetario se
llama Mercado. Este señor no tiene nada que ver con
el entrañable lugar del barrio donde uno acude en
busca de frutas y verduras. Es un todopoderoso
terrorista sin rostro, que está en todas partes,
como Dios, y cree ser, como Dios, eterno. Sus
numerosos intérpretes anuncian: "El Mercado está
nervioso", y advierten: "No hay que irritar al
Mercado".
Su frondoso prontuario criminal lo hace temible. Se
ha pasado la vida robando comida, asesinando
empleos, secuestrando países y fabricando guerras.
Para vender sus guerras, el Mercado siembra miedo. Y
el miedo crea clima. La televisión se ocupa de que
las torres de Nueva York vuelvan a derrumbarse todos
los días. ¿Qué quedó del pánico al ántrax? No sólo
una investigación oficial, que poco o nada averiguó
sobre aquellas cartas mortales: también quedó un
espectacular aumento del presupuesto militar de
Estados Unidos. Y la millonada que ese país destina
a la industria de la muerte no es moco de pavo.
Apenas un mes y medio de esos gastos bastaría para
acabar con la miseria en el mundo, si no mienten los
numeritos de Naciones Unidas.
Cada vez que el Mercado da la orden, la luz roja de
la alarma parpadea en el peligrosímetro, la máquina
que convierte toda sospecha en evidencia. Las
guerras preventivas matan por las dudas, no por las
pruebas. Ahora le toca a Irak. Otra vez ese
castigado país ha sido condenado. Los muertos sabrán
comprender: Irak contiene la segunda reserva mundial
de petróleo, que es justo lo que el Mercado anda
precisando para asegurar combustible al despilfarro
de la sociedad de consumo.
Espejo, espejito: ¿quién es el más temido? Las
potencias imperiales monopolizan, por derecho
natural, las armas de destrucción masiva.
En tiempos de la conquista de América, mientras
nacía eso que ahora llaman Mercado global, la
viruela y la gripe mataron muchos más indígenas que
la espada y el arcabuz. La exitosa invasión europea
tuvo mucho que agradecer a las bacterias y los
virus. Siglos después, esos aliados providenciales
se convirtieron en armas de guerra, en manos de las
grandes potencias. Un puñado de países monopoliza
los arsenales biológicos. Hace un par de décadas,
Estados Unidos permitió que Saddam Hussein lanzara
bombas de epidemias contra los kurdos, cuando él era
un mimado de Occidente y los kurdos tenían mala
prensa, pero esas armas bacteriológicas habían sido
hechas con cepas compradas a una empresa de
Rockville, en Maryland.
En materia militar, como en todo lo demás, el
Mercado predica la libertad, pero la competencia no
le gusta ni un poquito. La oferta se concentra en
manos de pocos, en nombre de la seguridad universal.
Saddam Hussein mete mucho miedo. Tiembla el mundo.
Tremenda amenaza: Irak podría volver a usar armas
bacteriológicas y, mucho más grave todavía, alguna
vez podría llegar a tener armas nucleares. La
humanidad no puede permitir ese peligro, proclama el
peligroso presidente del único país que ha usado
armas nucleares para asesinar población civil.
¿Habrá sido Irak quien exterminó a los viejos,
mujeres y niños de Hiroshima y Nagasaki?
Paisaje del nuevo milenio:
Gente que no sabe si mañana encontrará qué comer, o
si se quedará sin techo, o cómo hará para sobrevivir
si se enferma o sufre un accidente;
gente que no sabe si mañana perderá el empleo, o si
será obligada a trabajar el doble a cambio de la
mitad, o si su jubilación será devorada por los
lobos de la Bolsa o por los ratones de la inflación;
ciudadanos que no saben si mañana serán asaltados a
la vuelta de la esquina, o si les desvalijarán la
casa, o si algún desesperado les meterá un cuchillo
en la barriga;
campesinos que no saben si mañana tendrán tierra que
trabajar y pescadores que no saben si encontrarán
ríos o mares no envenenados todavía;
personas y países que no saben cómo harán mañana
para pagar sus deudas multiplicadas por la usura.
¿Serán obras de Al Qaeda estos terrores cotidianos?
La economía comete atentados que no salen en los
diarios: cada minuto mata de hambre a 12 niños. En
la organización terrorista del mundo, que el poder
militar custodia, hay mil millones de hambrientos
crónicos y 600 millones de gordos.
Moneda fuerte, vida frágil: el Ecuador y El Salvador
han adoptado el dólar como moneda nacional, pero la
población huye. Nunca esos países habían producido
tanta pobreza y tantos emigrantes. La venta de carne
humana al extranjero genera desarraigo, tristeza y
divisas. Los ecuatorianos obligados a buscar trabajo
en otra parte han enviado a su país, en 2001, una
cantidad de dinero que supera la suma de las
exportaciones de banano, camarón, atún, café y
cacao.
También Uruguay y Argentina expulsan a sus hijos
jóvenes. Los emigrantes, nietos de inmigrantes,
dejan a sus espaldas familias destrozadas y memorias
que duelen. "Doctor, me rompieron el alma": ¿en qué
hospital se cura eso? En Argentina, un concurso de
televisión ofrece, cada día, el premio más
codiciado: un empleo. Las colas son larguísimas. El
programa elige los candidatos, y el público vota.
Consigue trabajo el que más lágrimas derrama y más
lágrimas arranca. Sony Pictures está vendiendo la
exitosa fórmula en todo el mundo.
¿Qué empleo? El que venga. ¿Por cuánto? Por lo que
sea y como sea. La desesperación de los que buscan
trabajo, y la angustia de los que temen perderlo,
obligan a aceptar lo inaceptable. En todo el mundo
se impone "el modelo Wal-Mart". La empresa número
uno de Estados Unidos prohíbe los sindicatos y
estira los horarios sin pagar horas extras. El
Mercado exporta su lucrativo ejemplo. Cuanto más
dolidos están los países, más fácil resulta
convertir el derecho laboral en papel mojado.
Y más fácil resulta, también, sacrificar otros
derechos. Los papás del caos venden el orden. La
pobreza y la desocupación multiplican la
delincuencia, que difunde el pánico, y en ese caldo
de cultivo florece lo peor. Los militares
argentinos, que mucho saben de crímenes, están
siendo invitados a combatir el crimen: que vengan a
salvarnos de la delincuencia, clama a gritos Carlos
Menem, un funcionario del Mercado que de
delincuencia sabe mucho porque la ejerció como nadie
cuando fue presidente.
Costos bajísimos, ganancias mil, controles cero: un
barco petrolero se parte por la mitad y la mortífera
marea negra ataca las costas de Galicia y más allá.
El negocio más rentable del mundo genera fortunas y
desastres "naturales". Los gases venenosos que el
petróleo echa al aire son la causa principal del
agujero del ozono, que ya tiene el tamaño de Estados
Unidos, y de la locura del clima. En Etiopía y en
otros países africanos la sequía está condenando a
millones de personas a la peor hambruna de los
últimos 20 años, mientras Alemania y otros países
europeos vienen de sufrir inundaciones que han sido
la peor catástrofe del último medio siglo.
Además, el petróleo genera guerras. Pobre Irak.