La invocación por Bush de la crisis cubana de los misiles para justificar la guerra en Irak fue absurda, pero reveladora

La crisis del mono iraquí

Mark Engler

Progreso Semanal - Rebelión

9 de marzo del 2004


No he visto recientemente Trece días, pero creo que no me equivoco si digo que si George W. Bush hubiera sido presidente durante la Crisis Cubana de los Misiles todos estaríamos muertos.

En el otoño del 2002, en el 40 aniversario de la crisis, el Presidente Bush trató de evocar a John F. Kennedy para justificar su inminente ataque a Irak: "Como dijo el Presidente Kennedy en octubre de 1962", citó Bush haciendo descaradamente caso omiso de la ironía, 'la comunidad mundial de naciones (no puede) tolerar el engaño deliberado y las amenazas ofensivas por parte de cualquier nación, grande o pequeña".

Por supuesto, no hay comparación posible entre los planes de Saddam y el despliegue de misiles nucleares soviéticos a unas cuantas brazadas de la costa de la Florida. Pero ahora que la administración Bush lo menciona, se puede hacer una reflexión acerca de la analogía. No sólo demuestra un preocupante nivel de delirio en la Casa Blanca, sino que hace pensar en atemorizantes preguntas acerca de qué sucedería si Bush se enfrentara realmente a una amenaza seria.

En febrero pasado Colin Powell presentó en Naciones Unidas una extravagante multimedia al estilo de Def Leppard en un intento por apabullar a los otros delegados con un caso "irrefutable e innegable" en contra de Irak. Powell trató de repetir la demostración del Embajador de Kennedy ante la ONU cuando mostró las fotos de reconocimiento con los emplazamientos de misiles soviéticos en Cuba. Recordando la belleza de su presentación en PowerPoint (que supuestamente mostraba "vehículos de descontaminación" iraquíes), Powell alardeó: "Fue mi momento Adlai".

No resultó. A pesar del "estimado conservador" de Powell que predecía "una acumulación de entre 100 y 500 toneladas de agentes químicos para armas", el equipo de investigación en Irak descubrió cero toneladas de agentes para armas después de revisar todo el país. Desde entonces, las amenazantes acumulaciones de letales municiones químicas y biológicas se han convertido, por medio de los inventores de la Casa Blanca, en "actividades de programas relacionados con armas de destrucción masiva". ("Actividades relacionadas con los deberes" probablemente no hubieran sido aceptadas por el maestro de tercer grado. Por otra parte, "actividades de planeamiento relacionadas con el servicio nacional" parece ser una buena descripción del tiempo que el Presidente pasó en la Guardia Nacional de Alabama.)

Mientras que Stevenson logró convencer al mundo del inminente peligro, las teatralidades de Powell no lograron que los países se sumaran al carro. A la Casa Blanca le gustaba hablar de su majestuosa "coalición dispuesta" de 46 miembros al principio de la guerra. Pero Palau, Micronesia e Islandia no son aliados temibles. Ni tampoco Marruecos. Un artículo del 25 de marzo de 2003 en The Washington Post informaba que:

"Según la agencia de prensa (AP), el semanario marroquí al Usbu' al-Siyassi dice que Marruecos ha ofrecido 2 000 monos para ayudar a detonar minas terrestres.

"Un funcionario de la embajada marroquí no pudo confirmar la presencia de monos en la coalición de los dispuestos".

Monos dispuestos o no, al ver la manera en que el Presidente Bush ha manejado la falsa amenaza en Irak debiéramos preocuparnos más acerca de la forma en que él se desempeñaría si se enfrentara a una real.

En semanas recientes Bush ha estado en el aire para defender sus decisiones. Ver al Presidente en acción, fuera de los ensayos con vestuario de Top Gun y entregas de pavo falso, no ha sido nada alentador. Contra toda evidencia, él se ha aferrado a la idea de que "Saddam Hussein era un peligro con esas armas." Y enfrentado al juego, el Presidente Bush adoptó la defensa al estilo del Dr. Strangelove: "Soy un presidente de guerra", dijo. "Tomo decisiones aquí en la Oficina Oval acerca de política exterior teniendo la guerra presente en mi mente".

Ciertamente lo hace. Pero la guerra en la mente no es lo que evitó un desagradable y probable intercambio nuclear en 1962.

Esperemos que Bush aprenda algo de su fracasada crisis iraquí de los misiles. Desafortunadamente, temo que si él descubre que la tasa de aprobación de Kennedy subió más de 13 por ciento después de la famosa confrontación con los soviéticos a fines de otoño, pueda sacar otra dudosa conclusión de la historia.

No podemos saber, por supuesto, si G.W. se inspirará para soñar una "Sorpresa de Otoño". Pero cualquier cosa es posible. Como dice el Presidente Bush con relación a Irak: "Es tiempos históricos".

* Mark Engler, escritor que vive en la ciudad de Nueva York, es comentarista de Foreign Policy in Focus. Pueden contactarlo por medio del sitio web http://www.DemocracyUprising.com. Jason Rowe brindó ayuda en la investigación para este artículo.
Traducido por Progreso Semanal


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