Bush y Stalin en Irak
Heinz Dieterich Steffan
Rebelión
13 de diciembre del 2003
"Con una gran dosis de miedo y violencia y mucho dinero para proyectos, creo que podemos convencer a esta gente que estamos aquí para ayudarlos", dice el Teniente Coronel Nathan Sassaman, cuyo batallón ha convertido al pueblo Abu Hishma en un campo de concentración.El Capitán Todd Brown, comandante de una compañía de la Cuarta División de Infantería, que controla el campo de concentración, está de acuerdo con su superior: "Tienes que entender la mente de los árabes. La única cosa que entienden es la fuerza --- la fuerza, el orgullo y (querer) salvar la cara."
Los siete mil habitantes de Abu Hishma, a unos noventa kilómetros al norte de Bagdad, han sido cercados con una valla de alambre de navajas de alrededor de nueve kilómetros, con la única entrada y salida controlada por las fuerzas de Washington.
Toda la población masculina entre 18 y 65 años de edad tiene que obtener una tarjeta de identidad en inglés (sic), sin la cual no puede entrar ni salir. Durante quince horas al día, el pueblo se encuentra incomunicado. Enfrente de la cerca de alambre de navajas hay un aviso que dice: "Esta valla está aquí para su protección. Si usted se acerca o trata de atravesarla, le pegamos un tiro" - Do not approach or try to cross, or you will be shot.
Las analogías entre la cínica paradoja de esta advertencia, reminiscente del letrero en la entrada del campo de exterminio de Auschwitz, "El trabajo libera" (Arbeit macht frei), y del infame comentario de un militar estadounidense sobre un pueblo vietnamita arrasado por sus tropas ---"tuvimos que destruirlo para salvarlo"--- son más que formales: revelan que la guerra de ocupación en Irak ha entrado a una fase cualitativamente nueva.
Estamos ante una operación de terrorismo de Estado de gran envergadura, ejecutada con la brutalidad de la guerra sucia de los años sesenta y las tecnologías más avanzadas del siglo XXI. Según el Comandante de las Fuerzas de Ocupación en Irak, General Ricardo Sánchez, se trata de una "guerra de baja intensidad", en la cual las leyes de guerra "aun son vigentes". Off the record (en privado), sin embargo, el mensaje es diferente, como reporta el The New York Times: "la nueva estrategia tiene que castigar no sólo a las guerrillas, sino hacerle entender a los Iraquíes comunes el costo que pagarán, si no cooperan".
Este megaproyecto de terrorismo de Estado de Washington, que cubre desde el Mediterráneo y el Mar Rojo hasta las montañas del Hindu Kusch en Afganistán y Pakistán, es el desesperado intento del equipo de Bush de salvar sus pretensiones reeleccionistas ante la peligrosa situación en que ha caído por sus errores estratégicos.
1. Todo conquistador, para consolidar su dominación, tiene que escoger entre dos estrategias: destruir al Estado y a la elite conquistada, o cooptarlos. Bush hizo ni lo uno, ni lo otro. Disolvió un ejército de cuatrocientos mil soldados y los aparatos policíacos del sistema, confiando en las mentiras del títere confidente de Donald Rumsfeld, Ahmed Chalabi, de que su "movimiento de resistencia" pondría las nuevas fuerzas armadas del Irak. Pues, al no existir tal "movimiento de resistencia", tampoco había un nuevo ejército, creándose un extraordinario vacío de poder estatal de postguerra.
2. La negación del Parlamento turco al paso de las tropas estadounidenses evitó que las fuerzas del "triángulo sunnita" tuvieran que luchar en el frente norte, donde hubieran sido diezmadas. Durante el lento avance invasor desde el sur pudieron, por lo tanto, organizar toda la logística de la guerra de guerrillas que hoy muestra su efectividad.
3. Washington no cooptó a las elites del país como socios de un futuro proyecto de dominación, tal como hizo con las elites japonesas y nazis después de 1945, dentro del proyecto estratégico del Plan Marshall. Al liberarlas del control central, se constituyeron en polos de poder autónomos con proyectos nacionales difícilmente reconciliables: el independentista kurdo, el recuperacionista sunni y el teocrático shiita.
4. La diseminación del terrorismo integrista por todo el mundo, la guerra dentro del Islam mundial y la ineptitud para alistar el eje imperialista europeo, Berlín-Paris-Moscú, en el proyecto neofascista de Medio Oriente, son otros factores de debilidad de Bush que actualmente adquieren niveles patéticos, por ejemplo, con la manifiesta incapacidad de Washington de proteger a sus propias tropas, de encontrar a Sadam Hussein o Osama bin Laden, o de reconciliarse con los europeos para la reconstrucción de Iraq.
Por ejemplo, el miércoles, en un abierto sabotaje del equipo neofascista de la Casa Blanca, del Pentágono y del Departamento de Estado ---Richard Cheney, Donald Rumsfeld, Paul Wolfowitz, Richard Perle, Douglas Feith, John Bolton--- a la política de cooptación de Colin Powell, Condoleeza Rize y James Baker, frente al Bloque Imperialista Europeo, Bush se encontró en la ridícula situación, de pedir telefónicamente a los Jefes de Estado de Francia, Alemania y Rusia que cancelasen la deuda externa de Irak.
Una posición ridícula, in extremo, porque apenas 24 horas antes, el subsecretario del Pentágono, Paul Wolfowitz, había anunciado que la Casa Blanca había excluido justo a estos países, más Canada, de los grandes proyectos de reconstrucción en Irak, por un valor de 18 mil millones de dólares, debido a "intereses esenciales de seguridad de Estados Unidos".
La deuda externa de Iraq y las reparaciones a Kuwait suman alrededor de 200 mil millones de dólares, de tal manera, que sin una condonación de partes importantes de este monto no hay esperanza alguna para una recuperación económica del país. Sin embargo, Baker, quién está encargado de lograr esa condonación, se quedará con las manos vacías, después de la cábala de los neofascistas.
El megaproyecto de terrorismo de Estado destinado a salvar al proyecto de Bush, se basa en las siguientes medidas.
1. La creación de una Fuerza de Tarea integrada, FT 121, en verano del 2003, que sustituye a la FT 5 en Afganistán y la FT 20 en Irak. La FT 121 está compuesta por Fuerzas Especiales del Ejército, de la Marina, de la Fuerza Aérea y oficiales de la Central de Inteligencia (CIA), con el apoyo de fuerzas convencionales. El teatro de operaciones de esta tropa, que es comandada por un General de Brigada de la Fuerza Aérea, no reconoce fronteras nacionales. Su misión es liquidar "high-value targets", es decir, líderes de los movimientos de resistencia o cualquiera que se defina como blanco.
2. El aprovechamiento del know how en terrorismo de Estado urbano, del ejército israelí (IDF). La instrucción de la infantería de marina estadounidense por la IDF y la Hebrew University de Jerusalén, sobre su campaña de destrucción del campo de refugiados de Jenin, para preparar la guerra urbana en Bagdad; seguido por la compra de nueve bulldózers Caterpillar D9-militarizados a la IDF, para uso en la invasión de Bagdad, ha dado lugar ahora al entrenamiento de militares estadounidenses en Fort Bragg, N.C., por militares de la IDF, que conducen la campaña genocida contra el pueblo palestino.
3. La aplicación del modelo israelí en Irak y Afganistán, con el encarcelamiento de familiares de personas buscadas, para obligarlas a entregarse; la destrucción de casas civiles; la conversión de pueblos en campos de concentración; ejecuciones extraterritoriales; torturas y matanzas colectivas de civiles, como la del 30 de noviembre en Samarra, Irak, donde fueron muertos 29 niños menores de 15 años y 10 mujeres; o las matanzas de seis niños el viernes, 5 de diciembre, y otros nueve niños, el día siguiente, en el sur de Afganistán.
4. La formación del Grupo de Estabilización de Irak (Iraq Stabilization Group), dentro del Consejo de Seguridad Nacional (CSN), bajo el control de Condoleezza Rice, a inicios de octubre, como parte de la reorganización de las operaciones y de la planeación en Irak y Afganistán.
5. La reapertura del Office of Strategic Influence (OSI), del Pentágono, bajo la modalidad de un financiamiento de 300,000 dólares del Pentágono a la consultoría del complejo militar-industrial estadounidense, SAIC, hace algunos meses, a fin de crear "una capacidad efectiva del Departamento de Defensa para diseñar y conducir una influencia estratégica efectiva y campañas operacionales y tácticas de manejar la percepción (perception management)", para ganarle la "Guerra de Ideas" a Al Quaeda.
6. El uso de fuerzas paramilitares tribales, según el modelo de Afganistán. Washington ha vendido Afganistán a los warlords (caciques) regionales, permitiéndoles la libre producción de heroína, a cambio de no prestar sus ejércitos privados a los Talibán. El resultado es que la producción de opio del país "liberado", que había sido prácticamente erradicada bajo los Talibán, suministra hoy día el 75 por ciento de la demanda mundial.
Las tropas estadounidenses tienen órdenes de no intervenir en ese lucrativo negocio, y lo mismo vale para las Fuerzas Especiales alemanas, estacionadas en el noreste de Afganistán. Antes de su envío, el gobierno de Gerhard Schroeder le dio prácticamente una carta blanca a los narcoproductores y narcotraficantes de la región noreste, declarando públicamente en el Parlamento alemán, "que la lucha contra las drogas no es parte del mandato de las tropas".
7. Dentro de esa lógica, de aliarse con sectores del antiguo régimen para dominar, Washington está formando una nueva policía política en Irak, controlada y financiada por la CIA y que reintegra múltiples cuadros de los servicios de inteligencia del régimen terrorista de Sadam Hussein.
8. Así mismo, cientos de los especialistas de inteligencia, armamento y lingüistas, asignados a la tarea de encontrar Armas de Destrucción Masiva (Iraq Survey Group), han sido reasignados a tareas de inteligencia contra la creciente resistencia iraquí.
Con todo, las probabilidades de que el megaproyecto terrorista-electoral logre salvar al naufragando barco de la reelección presidencial, no son muy altas. Los errores estratégicos cometidos por Bush han sido garrafales y el tiempo concedido a la resistencia para consolidarse, ha sido demasiado largo, para que su proyecto piloto de Medio Oriente pueda funcionar en Irak.
Bush, su camarilla y, de hecho, toda la extrema derecha y los militaristas estadounidenses, comparten con Stalin las características de la política de terrorismo de Estado. Pero, hay una diferencia fundamental entre ellos y el towarich Stalin: la inteligencia.
Cuando un general estadounidense le comentó en 1945 al fundador de la doctrina de contención, G.F. Kennan, que los aliados eran tan débiles, que el Ejército Rojo podía penetrar de Berlín al Canal de la Mancha en cinco o seis días, Kennan respondió que Stalin era lo suficientemente inteligente para entender que la simple ocupación de un territorio no era el fin de los problemas, sino el inicio. Que tal avance pondría otros 40 millones de alemanes bajo su autoridad y que no tenía la gente para manejar la tarea administrativa que esto implicaba.
Stalin entendía, decía Kennan, que de lo que se trataba, era tener una visión de largo plazo.
Justo lo que le falta a la Casa Blanca.